Ensayo

Caso Marcela Cubillos


Académica ideológicamente falsa

¿Por qué el caso de la actual candidata a la alcaldía de Las Condes enoja tanto? ¿Es el sueldo millonario, su currículum o su forma de mirar a la educación? En este texto, Felipe Cussen comparte su visión sobre la polémica y defiende: Marcela Cubillos, como investigadora, no le ha ganado a nadie. Es una académica ideológicamente falsa.

“Aquí lo que hay es un atentado muy fuerte a la libertad: a la libertad de trabajo, a la libertad de contratación, a la libertad de las instituciones privadas de fijar sus políticas de remuneraciones”, dijo la actual candidata a la alcaldía de Las Condes después que se conociera que recibía 17 millones de pesos brutos mensuales en la Universidad San Sebastián. 

El escándalo que ha provocado el sueldo de Marcela Cubillos es mucho más profundo que un monto totalmente fuera de los parámetros habituales. Nos obliga a preguntarnos cómo concebimos la educación ¿Como “un bien de consumo”, según dijo Piñera? ¿Como un bien público? 

Las universidades no venden salchichas: venden la educación y la promesa de futuro de las personas. Aunque sean entidades privadas deben cumplir con una serie de normativas básicas, pues reciben fondos estatales de manera directa o indirecta. Además, como establecimientos de educación superior forman parte de redes que colaboran para promover el conocimiento, la creatividad y el desarrollo del país.

En todas estas instituciones, a nivel nacional e internacional, existe una serie de estándares y criterios que establecen qué se espera de un académico o académica. Para poder acceder a un puesto de jornada completa, casi siempre se exige de manera obligatoria un doctorado, además de experiencia docente, investigaciones y publicaciones. 

Una vez que forma parte de la planta, se espera que dicte una cierta cantidad de cursos al año, que dirija tesis, que participe en congresos, que obtenga proyectos con financiamiento externo, que publique artículos en revistas indexadas bajo el sistema de evaluación de pares ciegos, que participe en actividades de difusión, que integre comisiones y que cumpla con tareas administrativas, entre otras. Si bien ha habido muchas discusiones en torno a los criterios de evaluación y se ha propuesto valorar otro tipo de labores (como la creación artística o proyectos de carácter social), existe un consenso general respecto a la necesidad de cumplir con este tipo de tareas propias de esta alta responsabilidad.

En cuanto a las remuneraciones, al menos en las universidades públicas, no están sujetas a negociación o arreglines: están determinadas de antemano de acuerdo a la jerarquía correspondiente y a tareas específicas. Para poder acceder a jerarquías superiores (como asociado o titular) se requiere una cantidad de años en la universidad y haber cumplido de manera sobresaliente con las labores ya descritas y, especialmente, se debe demostrar el impacto que han tenido las investigaciones realizadas a través de las citas en otros artículos o su relevancia pública. 

Ser profesor o profesora, en definitiva, es mucho más que asomarse a dar una charla a comienzos de año, pasar a saludar en la fiesta del dieciocho o salir en una propaganda. Es formar parte de una comunidad de profesores, funcionarios y estudiantes que comparten objetivos que implican a todo el país, que precisan de rigor, organización y esfuerzo, y que no se puede reducir a un mero negocio.

Por eso resulta tan irritante, para quienes tenemos el privilegio y el orgullo de trabajar en una universidad, comprobar en todo su esplendor estas pésimas prácticas, propias de la mirada a corto plazo de los especuladores. Lamentablemente, esta mala costumbre se ha extendido tanto en universidades privadas como públicas, que han caído en la tentación de contratar a “rostros” cuyo aporte a la formación de estudiantes es prácticamente nulo, a expensas de otros profesores que, con un sueldo mucho menor, deben trabajar el doble para cubrirles las espaldas.

Marcela Cubillos cuenta con una trayectoria política reconocida, ha sido diputada, ministra y convencional, cuenta con experiencia y representa una sensibilidad política que muchos comparten. Alega que defiende la libertad, pero parece que se trata únicamente de la libertad de saltarse la fila y hacer arreglos bajo cuerdas. Como se ha visto en estos días, su aporte a nivel de publicaciones y proyectos es imposible de medir porque no existe, y no cumpliría con los estándares mínimos para poder obtener un puesto a través de un concurso público. Marcela Cubillos, como investigadora, no le ha ganado a nadie. Es una académica ideológicamente falsa.