Crónica

Economía digital, algoritmos y precarización


Salir adelante

¿Flexibilidad, democratización de ingresos y facilidades para acceder al mercado laboral o precariedad y volatilidad? Repartidores entrevistados por la periodista Judith Herrera cuentan sus historias personales, detalles de su trabajo y una idea central: ¿qué estamos dispuestos a hacer para salir adelante?

A Arcángel Henríquez (24) el dolor de cabeza le comienza a retumbar tras notar que, una vez más, el GPS le ha fallado. La ruta que consideró una calle que está cerrada y tendrá que pedalear unos cinco minutos más para dar la vuelta y retomar el camino para llegar con el reparto.

Sudando y sudando, se detiene unos minutos en Vicuña Mackenna, a la altura del Homecenter Sodimac, para beber un poquito de agua y verificar la dirección a la que va. Son las 17:13 horas, el pedido lo hicieron hace 53 minutos y si bien tiene un poco de retraso pues debía llegar a las 17:15 horas según Rappi, no es nada para atormentarse.

Es la quinta entrega que hará en el día y espera quedarse trabajando hasta al menos las 18:30 horas. Lleva desde julio del año pasado dedicado al delivery para Rappi.

A las 17:25 horas, 10 minutos después del plazo original que tenía la plataforma, está por fin en la entrada del edificio: de pie, vigilando su bicicleta, le dice al conserje que llegó el pedido para que le avise al departamento. Él ya hizo lo suyo en la aplicación.

La entrega es rápida.

–¡No se olvide de calificarme, por favor! –pide con una sonrisa al pasar la bolsa de papel que contiene las hamburguesas. No se demora mucho tiempo en llegar una calificación con menos estrellas de las que querría, seguro, incidiendo el retraso. Ahora, de vuelta a la ruta y a esperar por el zumbido de un nuevo pedido.

A Arcángel le gusta pedalear, lo encuentra menos temerario que la moto, y era una actividad que también hacía en Caracas, Venezuela, su ciudad natal. Completó solo el bachillerato, pero ha pensado estudiar algo más acá una vez esté más estable con su bolsillo.

–Allá eso sí trabajaba en otras cosas, en un negocio de mudanzas. Pero aquí me ha ido bien en esto. Con la bicicleta estoy casi listo, lo que a veces es difícil es estar consiguiendo cuentas cuando el sistema te bloquea, pero hay grupos donde se puede. Lo otro es la mochila nada más –explica.

Llegó a Chile en diciembre de 2022, de manera irregular, lo que ha generado que “todo sea más difícil". Estoy viendo con un primo lo de la regularización, yo no me manejo mucho, pero quiero tener mis papeles al día, es más complicado encontrar trabajo con esto así”.

Su situación hizo que se decidiera por el reparto. Tras unos meses cesante, unos amigos que ya estaban en el país desde hace unos años le recomendaron que se la jugara por las aplicaciones porque “no piden tantos requisitos y es un trabajo simple, tiene dificultades, sí, pero llevo ya varios meses y me ha servido”.

–Pero esto del algoritmo y no sé qué, es molesto. A veces no funciona, entrega mal las indicaciones, te ponen mala nota por cualquier cosa. Es difícil manejarse cuando tienes un problema porque el soporte no responde de inmediato, entonces quedas varado. No es lo mismo que ir donde alguien a que te lo solucione, es distinto a trabajar con un jefe.

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Una de las innovaciones que tiene la denominada economía de plataformas es el concepto de gestionar tu propio tiempo. Según investigaciones del Banco Interamericano de Desarrollo, se trata de un sistema que tiene como características la flexibilidad, democratización de ingresos y facilidad para acceder al mercado laboral.

Eso sí, la misma institución observa que estos trabajos suelen conllevar más precariedad y volatilidad. No son las únicas desventajas pues también se suma el tema del control. “Existe si por ejemplo dejo de conectarme dos días, el algoritmo al tiro va a reaccionar porque premia a los que sí se conectan, algunas aplicaciones establecen bonos. Puede no haber un control de marcar tarjeta, pero sí otros medios”, explica Pamela Martínez, académica de Derecho de la Universidad de Chile.

–Claro, hay tarifas dinámicas dependiendo de la zona y el horario, ganas más o ganas menos, entonces conviene estar activo –comenta Arcángel y añade que–, ahí el tema es estar atento y conocer cuándo y dónde debes estar para que te funcione.

Esa atención va de la mano con otras herramientas y es que frente a los algoritmos surgen prácticas de parte de los repartidores para rebelarse. Fue, uno de los hallazgos que tuvo un estudio realizado por el Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (Cedeus) de la Universidad Católica sobre las fricciones sociales en este mundo.

–Vemos cómo esta población de trabajadores van desarrollando astucias muy prácticas para lidiar con este jefe llamado algoritmo, tips para incluso arrendar cuentas. Hay una reapropiación crítica para lidiar con este conjunto de restricciones –apunta Martín Tironi, investigador de la institución que lideró el análisis.

De acuerdo con Tironi, quien también es director de la Escuela de Diseño de la UC, si bien a estas plataformas se les describe como un trabajo flexible y auto gestionable, son una promesa “comandada por un sistema de vigilancia y control por ajustes que el algoritmo va revisando para que los repartidores se comporten y logren la meta. Son algoritmos que se actualizan en tiempo real, que van generando una suerte de alerta y presión permanente. Al jefe humano no se le ve, está en la app”.

–Lo que pasa con los algoritmos es que se conjugan distintos agentes: está la opinión del cliente o lo calcula en términos de las variables a las que está sometido el trabajador, entonces sucede que la figura del supervisor es la que parece despersonalizarse –sentencia el sociólogo Omar Aguilar, asesor de la Dirección del Trabajo y uno de los autores de un estudio que buscó perfilar de manera cualitativa la labor de los repartidores.

Este panorama termina creando una especie de paradoja.

–Los usuarios que hacen pedidos viven una experiencia muy inmediata, automatizada a un click de obtener diferentes productos repartidos por medio de estas plataformas, sin fricción, pero detrás tenemos una masa de trabajadores que está coexistiendo permanentemente con una serie de obstáculos, molestias y desafíos –plantea Tironi.

Según investigaciones del Banco Interamericano de Desarrollo, se trata de un sistema que tiene como características la flexibilidad, democratización de ingresos y facilidad para acceder al mercado laboral.

Esto en un escenario en que las aplicaciones han experimentado un auge relacionado con el aumento de demanda que hubo durante la pandemia cuando en las calles casi vacías de movimiento sí se podían ver motos y bicicletas repartiendo comida y otras compras. 

Además, son en general personas jóvenes quienes las conducen. Un análisis de la Mutual de Seguridad en 2021 mostró que un 46% de los repartidores está en el rango entre 25 y 35 años, seguido de un 31% entre 36 y 46 años, y un 10% de 18 a 24 años.

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“Hola, buenas tardes, una cuenta de Rappi o Uber Eats en venta o alquiler?”

“Busco cuenta de Didi, de Rappi o Pedidos Ya”

“Arriendo cuenta Rappi 10 mil pesos semanal sin tarjeta”

Son el tipo de mensajes que se leen en los grupos habituales de repartidores de Facebook. El arriendo de cuentas para quienes no han podido crear una o tienen las propias bloqueadas se vuelve una alternativa bastante demandada. Si bien son prácticas prohibidas por las aplicaciones, no son ilegales como sí sucede con la falsificación de licencias de conducir u otros documentos.

Un fenómeno bastante reincidente en esta industria.

–Yo no lo he hecho –afirma Arcángel, mientras se toma unos minutos en el Mall de Plaza Egaña, donde suele ir al patio de comidas para hacer los retiros–. Pero sí me han contado de casos, hay todo un negocio donde te hacen las licencias, te sacan hasta las fotos, creo que pasa lo mismo con los autos de transporte.

La unidad de Fiscalización del Ministerio de Transportes, a abril, registraba a nivel nacional 3.610 multas a repartidores y 734 motos retiradas debido a violaciones a la Ley del Tránsito. “Las principales infracciones están relacionadas con documentación: licencia de conducir, permiso de circulación, y seguro obligatorio”, explican desde el organismo y destacan que el 80% de estas se deben a la documentación. 

La unidad añade que en las fiscalizaciones también hay énfasis por sacar de circulación a las conocidas como mosquito: “Vehículos hechizos que emiten un alto grado de contaminación acústica y ambiental. No sólo eso, sino que además representan un riesgo para peatones y automovilistas ya que tienen incorporado un motor no apto para una bicicleta, alcanzando una velocidad de un vehículo a combustión, con freno de bicicleta”.

–En Santiago la gente anda muy loca. Estar al borde de los accidentes es un peligro constante, la gente no respeta la señalética, los límites de velocidad, ni siquiera otros repartidores, manejan con exceso, las bicicletas son súper irresponsables. Dije no, no más –cuenta el chileno Juan Pablo Pacheco (30), quien trabajaba con Uber Eats hasta hace unos meses. 

En su caso, entró al mundo del delivery como un segundo ingreso económico para apoyar su sueldo como transportista. Es una de las razones frecuentes por las que se ingresa a esta industria: en el estudio de la DT, por ejemplo, se describen casos de entrevistados que utilizan las aplicaciones para costear gastos menores o suplementar sus sueldos en empleos más estables; mientras que en el de la Mutual de Seguridad un 30% de los encuestados dice que es un complemento.

Juan Pablo si bien se hacía unos $25 mil a $35 mil al día, trabajando de 17 a 23 horas y considerando las promociones de la aplicación, decidió dejarlo por los riesgos viales.

No es el único problema. A veces la calle no te deja parar. Son entregas y entregas que no tienen muchos minutos de diferencia ni zonas de descanso para cargar el teléfono, la gran herramienta laboral, o peor, para la higiene. 

–No tener un baño donde pasar es complicado, más porque andas con comida, productos que se van a comer después entonces es importante tener las manos limpias –advierte.

En la investigación de la DT se configuraron cinco dimensiones de precariedad laboral: la inestabilidad, relacionada con la falta de contrato estable; la inseguridad; sobre la ausencia de cobertura social; la insuficiencia salarial; componente vinculado a los ingresos; el tiempo de trabajo; y las condiciones riesgosas de trabajo que considera la falta “de seguridad, higiene (...) La accidentabilidad y los riesgos inmanentes en el ámbito laboral para los trabajadores.

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Enderson Reaño (26), llegó a Chile en octubre tras una larga travesía desde Venezuela con su hijo de cuatro años. Pronto se dio cuenta de que una buena alternativa laboral era salir a repartir. Además, andar por las calles citadinas era similar a su trabajo en Caracas ya que allá manejaba mototaxis.

–Mi situación era más crítica pues llegué con mi hijo y necesitaba ingresos pronto –relata–, mis amistades me comentaron de las plataformas y llevo dos meses trabajando con Uber Eats. Me ha ido bien y el horario me sirve porque lo armo yo y así puedo ir a dejar y a retirar a mi hijo al jardín.

En su caso, la experiencia de trabajar con una aplicación ha sido grata, detalla, pues “me movilizo en mis propios horarios, trabajo de manera independiente se puede decir, no está tan mal como otro tipo de trabajos”.

Se desempeña entre las 11 y 18 horas y dice que le da suficiente dinero para él y su hijo. A veces le alcanza para enviarle a su madre, en Caracas. Con todo, un tema de preocupación es que hizo el viaje a Chile de manera regular y espera pronto poder formalizar su estado ciudadano.

–Me han ayudado en el proceso. Acá se piden muchos papeles y eso cuesta tenerlos. 

Un panorama similar al que vive José Miguel Avendaño (22), otro caraqueño que llegó a Chile en marzo del año pasado y que encontró en el delivery una opción para ganar dinero “de manera más rápida”.

–He tenido algunos problemas y no te voy a mentir, ocupo una cuenta que no es mía y que me conseguí, la pagué por como $20 lucas –cuenta mientras limpia su bicicleta estacionada en una de las entradas del Portal Ñuñoa.

Se vino al país con unos amigos, cruzando la frontera norteña con dificultad hasta llegar a Iquique. De ahí, tras unas semanas con sus amigos viajaron a Santiago donde se han quedado a vivir en la comuna homónima. De los tres que son, dos han descargado alguna de las aplicaciones de reparto para dedicarse a eso y el tercero está trabajando como utilero.

–Con mis amigos estamos en varios grupos de WhatsApp y somos casi todos venezolanos, de repente me sale un chileno y lo notamos por cómo habla –se ríe–, pero creo que ha sido hasta natural llegar a estos trabajos, es más fácil que conducir un Uber porque no necesitas ni auto, yo con la bicicleta ando bien.

De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), 205 mil personas laboran en plataformas digitales y de estas, un 15,3% son extranjeras. Juan Pablo Ramaciotti, director de Incidencia y Estudios del Servicio Jesuita a Migrantes, enfatiza que las aplicaciones “requieren menos requisitos entonces se vuelven más demandadas por esta población, pero tienen menos regulación”.

Precisamente, el estudio de la DT plantea que se han convertido “en una puerta de entrada al mercado laboral para muchos extranjeros que, inclusive, no cuentan con la regularización de su situación legal en Chile”.

A juicio de Ramaciotti, es la punta de un iceberg profundo que tiene su base en las deficiencias del sistema de migraciones chileno. “Mucha de la conversación para entender la inserción laboral migrante pasa por la existencia de la visa de vencimiento y los procesos burocráticos y sus tiempos”, señala y agrega que se trata de una población que, en general, necesita ingresos rápidos por lo que se decanta por este tipo de labores más inmediatas que pasar meses, e incluso años, esperando por sus papeles.

–Hemos constatado en el trabajo en terreno que varios de los que llegan dentro de los flujos más vulnerables pagan pensión por día, entonces necesitan un trabajo con el que puedan sustentarse y bajo sus situaciones no les quedan muchas opciones. Es una situación compleja porque es un trabajo con pocas protecciones y ahí hace falta entender que la vulnerabilidad tiene esta característica de que en ser migrante es distinto, muchas veces están más precarizados –afirma.

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A nivel global, en los países donde se han instalado las economías digitales uno de los desafíos es la creación de marcos normativos que regulen conceptos que eran hasta hace poco ciencia ficción como la idea de un algoritmo jefe; o problemas de precarización laboral propios de la informalidad pese a tratarse de compañías transnacionales. 

–Ha sido difícil la regulación no solo acá sino que a nivel internacional, se ha llegado a plantear que esta forma de trabajo podría superar al Derecho –apunta la académica de la Universidad de Chile, Pamela Martínez. Indica que en otros países han tratado de destrabar el escenario. Por ejemplo, en España se estableció la Ley Rider en 2020 “donde a estos ‘socios’ se les presume como trabajadores y se les aplica el Derecho del Trabajo”.

La especialista señala que los debates están centrados “en establecer si hay o no subordinación dado que no existe jornada de trabajo, pero sí un algoritmo que te gestiona lo que tienes que hacer. Estaríamos hablando de nuevas formas de control”.

En Chile, desde septiembre del año pasado se encuentra vigente la Ley 21.431 que busca regular el aspecto laboral de quienes trabajan en plataformas. Entre sus elementos está que “reintroduce el derecho a la desconexión digital; establece el derecho a la atención, por ejemplo, cuando se dan problemas con el sistema y obliga a la empresa a que haya una persona humana que atienda estos problemas. Lo negativo es que crea dos estatutos para la prestación de servicios: dependiente e independiente”, explica Martínez.

¿Y quién decide cuál es cuál? La respuesta ha generado varios debates e incluso una judicialización. Es que en octubre pasado la DT publicó un dictamen para fijar el alcance de la nueva normativa y lo que se entiende como trabajador dependiente e independiente. Añade que es este organismo el que cuenta con las facultades para fiscalizar el cumplimiento del Código del Trabajo, lo que incluye esta decisión.

El documento entrega conceptos para definir ambos estados: en el caso del dependiente “existe prestación de servicios personales, pago de remuneración y la subordinación y dependencia como elemento central que caracteriza a la relación de trabajo”, mientras que “el trabajador independiente no reúne estos requisitos, en especial la subordinación y dependencia, y por lo mismo se le caracteriza como trabajador por cuenta propia”.

De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), 205 mil personas laboran en plataformas digitales y de estas, un 15,3% son extranjeras.

¿En qué se traduce eso? Para estar en la categoría de dependiente se deben identificar ciertas características que pueden ser la determinación de tareas a ejecutar, dónde y cuándo; control directo o indirecto del trabajo; evaluación de desempeño o determinación directa o indirecta de cuánto se les pagará.  “Esta relación de poder y control que subyace en el trabajo bajo subordinación y dependencia, no desaparece con el avance de las aplicaciones de plataformas digitales de servicios, sino que, por el contrario, puede afianzarse aún más produciendo una consiguiente precarización del trabajo (...) existe el riesgo de posicionar al trabajador en una situación de inestabilidad laboral ante las nuevas formas intensivas de control y supervisión", plantea el documento.

Los nuevos conceptos y la tarea de fiscalizar su cumplimiento no cayeron del todo bien y el reglamento fue judicializado por Uber.

“El dictamen de la DT, que establece la fiscalización para determinar relación de dependencia o independencia entre trabajadores y empresas, pasa a llevar la discusión y empaña una ley que había sido bien recibida por todos los sectores”, explican desde la Asociación Chilena de Plataformas de Movilidad (Achiplam), que integran empresas como Rappi y DiDi Food. 

Con todo, en abril salió un fallo de la Corte de Apelaciones a favor del organismo estatal y las atribuciones de fiscalización. Al respecto, de la asociación añaden que en el fallo de la corte, el abogado que estuvo por acoger el recurso, sostuvo que “el dictamen atribuye a la misma Dirección del Trabajo la potestad de calificar la existencia de relaciones laborales en casos concretos, vulnerando el derecho a no ser juzgado por comisiones especiales, y por lo tanto, considera que el dictamen es ilegal”.

Anfibia Chile consultó con Uber, la DT y el Ministerio del Trabajo, pero no obtuvo respuestas.

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Son las 13:14 horas y se nota que es hora de colación en el patio de comidas del Mall Plaza Egaña. Además de las filas de personas esperando para comprar o recibir sus pedidos, están los repartidores: mochilas y mochilas también haciendo las colas.

Ahí está Arcángel, vino a recoger un pedido de pizza. ¿Qué tan bueno es trabajar en esto? Si se pone en una balanza las ventajas y desventajas de trabajar con unas de las aplicaciones, dice, hay más que menos.

–Puede que sea porque soy joven, ¿he tenido problemas? Sí, ¿me han puesto mala puntuación por huevadas? Sí, pero al final del día me estoy haciendo dinero rápido y en algo que no me molesta hacer. Podría ser peor.

En el Portal Ñuñoa, José Miguel ha terminado de limpiar su bicicleta, “prefiero tener el volante limpio porque si no se me llena de sudor. Había comprado unos guantes, pero se me perdieron”.

¿Le gusta lo que hace? Sí, contesta: “De repente es cansador y te admito que no siempre ando con precaución. Pero en general prefiero esto a estar haciendo otras cosas, quiero juntar dinero y estudiar algo relacionado con la computación”.

En palabras de Enderson: “Cuando se quiere salir adelante se hace lo que sea. A mí me gusta trabajar con aplicaciones”.