Crónica

Consejo Constitucional, nuevas generaciones y Partido Republicano


Beatriz Hevia, la líder de la reacción conservadora

Para Twitter, muy facha; para la prensa, muy fome; para las y los consejeros, salomónica a rabiar; en su región, accionista y propietaria; para su familia heredera de un reino; para Kast, una joven a la que reclutó en sus años universitarios y que formó en reacción a la generación que hoy habita La Moneda. Aquí, un perfil a la presidenta del nuevo Consejo Constitucional.

En pleno auge del movimiento estudiantil, cuando las marchas que ponían en jaque al primer gobierno de Sebastián Piñera forjaban con fervor y épica a los liderazgos que hoy habitan La Moneda, en la Universidad de Los Andes, donde ni se escuchaba el ajetreo de Boric, Vallejo o Jackson, se comenzaba a gestar un fenómeno que, diez años después, inclinaría el péndulo hacia la derecha más dura del espectro político.

Nacía la reacción conservadora, y Beatriz Hevia, actual presidenta del Consejo Constitucional y militante del Partido Republicano, llegaba de Osorno a la precordillera a estudiar Derecho.

Al principio, no hubo una articulación muy refinada, sólo un grupo de jóvenes de derecha que intentaban armar la federación de estudiantes y algunos centros de alumnos mientras veían con estupor cómo en el debate público entraban palabras como gratuidad, tomas o asambleísmo.

Luego de semestres de intentos infructuosos por crear agrupaciones de derecha en una universidad donde, contraintuitivamente, este sentir no tenía una expresión clara, llegó el hito fundante para la dispersa juventud que en ese entonces se juntaba en torno al movimiento gremial, al que llamaron CREA: los aluviones que en 2015 azotaron a las regiones de Antofagasta, Coquimbo y Atacama.

Abocados a la labor social, los gremialistas acudieron a las ciudades del norte. Ahí afiataron al grupo y se propusieron que, al volver a Santiago, se tomarían en serio el tema de la acción política y crearían una escuela de formación de cuadros. A esta invitarían a figuras políticas jóvenes, con ideas frescas y sin ataduras de los viejos partidos, a los que no se sentían cercanos.

Pese a la intención inicial, por esa escuela desfilaron nombres como Jaime Bellolio y Diego Schalper, además de otros rostros que sí cumplían -al menos en parte- con los requisitos originales: Emiliano García y María Jesús Wulf, de la fundación Jaime Guzmán, Cristián Araya, entonces concejal de Vitacura y militante UDI, entre otros. De los últimos, todos actualmente trabajan para el Partido Republicano.

Con todo, el primer invitado a la escuela de formación fue un político avezado que, ya en ese tiempo, tensionaba a la derecha hacia posturas más duras, más conservadoras, más extremas.

–Nuestra conexión política era cero, entonces cuando uno de nosotros dijo que tenía el número de José Antonio, yo le pregunté quién era. Ahí nos dijeron que tenía llegada con los jóvenes, así que dijimos “¡démosle!” –recuerda, entre risas, Ignacio Dülger, militante republicano y asesor de la bancada del partido en el Consejo. 

Ante un grupo de universitarios de derecha, a quienes incluso la UDI les incomodaba, el entonces diputado gremialista empezó a esgrimir el discurso de siempre: su ingreso a la Universidad, que el martes de pololeo, que su timidez, que sus convicciones y que, en suma, es el único capaz de ponerse firme en toda la derecha y decir paren, esto está mal.

No hizo falta más: todos quedaron boquiabiertos. Encantados. Magnetizados. Alucinados. El nuevo líder se erguía entre esa juventud hastiada de la nueva y de la vieja izquierda, y, aún más, de la derecha que, para ellos, no era tan de derecha.

Después de la charla, Kast invitó a almorzar a la directiva del movimiento, entre quienes se encontraba Beatriz Hevia, Dülger, y Vicente Bruna, vicepresidente del Partido Republicano.

El pacto ya estaba sellado. Y las presidenciales de 2017, en la mira del líder de extrema derecha.

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Envestida como presidenta a última hora, luego de que la anterior carta del Partido Republicano, Ninoska Payauna, declinara su postulación a la mesa directiva del Consejo después de que la bancada de RN–Evópoli pusiera en duda su apoyo por la causa penal que tuvo que enfrentar por el delito de hurto en 2007, Beatriz Hevia llegó a paso calmado a la testera. Con una sonrisa apenas tímida, dedicó su discurso inaugural a la crisis moral de la República.

Las redes sociales ardieron en prejuicios. Que era muy rubia, que era muy facha, que era hija de latifundistas, que era muy pacata, muy pro vida, y así. En ese enjambre de ataques, no faltó quien comparara a Hevia con la primera presidenta de la Convención, Elisa Loncon a modo de interpretar el proceso actual. 

Esto se incrementó a mediados de junio, luego de que Hevia, en el programa Estado Nacional de TVN, afirmara que porque nació en 1992 prefiere no referirse a hechos que exceden, cronológicamente su existencia, como la dictadura militar.

No obstante, dentro de los pasillos del ex Congreso, supo hacer caso omiso a las críticas anticipadas y enfocarse en su rol de forma casi monástica.

Se le ve poco en los patios, dicen que no sale a fumar ni a conversar, que va desde la entrada del clásico edificio blanco hacia su oficina, y desde su oficina hacia la salida, sin paradas entre medio. 

Entre bromas, consejeros, asesores y otras especies que pululan por el ex Congreso ponen los ojos blancos, miran para arriba y dicen “¡aburrida!” cuando se pregunta por ella. Pero, en el plano estrictamente institucional, pocos matices hay para valorar su pega en la testera.

–Creo que en su rol como presidenta ha tenido imparcialidad, y la prescindencia ha inundado su mandato –comenta la consejera de RD, Paloma Zúñiga, antes de pedir perdón, medio en broma y medio en serio, por no poder aportar de esos datos de comidillo que tanto gustan a la prensa política.

–Creo que llegamos todos un poquito marcados por los mensajes que mandó el Partido Republicano después del 7 de mayo, pero ella ha sido consecuente como presidenta en asegurar igualdad de condiciones para todos los sectores –dice el consejero socialista Alejandro Köhler, quien justo recibe una llamada y pasa, exaltado, el celular al asesor más cercano – ¡contesta!, ¡es Paulina!, dice agitando el aparato– para continuar respondiendo las preguntas de la prensa. (Sí, Vodanovic).

–A mí me da la impresión de que tiene posiciones más radicales de las que trasunta en sus intervenciones –sospecha, por su parte, el consejero frenteamplista y ex ministro de Lagos, Yerko Ljubetic.

–¿Cómo así?

–Porque algunas audiencias que hemos hecho con invitadas en cuestiones como los derechos de las mujeres y el trabajo de cuidados, hay unas consejeras republicanas mayores, unas señoras, que dan la impresión de que tienen más interés por estas cuestiones que Beatriz Hevia. Quizás es porque, a la edad que tiene y el mundo que ha vivido, no ha visto lo que han visto otras mujeres.

Estas percepciones no están tan lejos de cómo la describen los mismos republicanos, donde palabras como inteligente, apañadora, matea, trabajólica y empática, abundan.

En el proceso de formulación de enmiendas al anteproyecto de la Comisión Experta, integrantes de la bancada republicana reconocen que casi no había gradación entre las ideas de los consejeros de extrema derecha. Así que se tiraron con todo nomás.

Presentaron cuatrocientas indicaciones, sin asco a tirar el tejo pasado hacia la identidad dura y conservadora que los separa del resto de la derecha. Por ejemplo, se propone como deber “defender la soberanía y contribuir a preservar la seguridad nacional y los valores esenciales de la tradición chilena. El incumplimiento de estos deberes será sancionado por la ley” (Art. 13 Nº 74). La defensa de las tradiciones, por cierto, es una de las banderas más personales de Beatriz Hevia, según señalan integrantes de la bancada republicana.

–A ella le importa mucho el tema del campo, de lo productivo, defender las costumbres chilenas. Su región es productiva y ella va a su electorado también –dice la consejera republicana Mariela Fincheira.

Los republicanos proponen reflotar el debate sobre el aborto: “se protege la vida del niño que está por nacer y la maternidad” (Art. 13 Nº74), reza una indicación, mientras que, también buscarán constitucionalizar los actual sistemas privados de salud y de pensiones. 

En ese contexto, una de las que más llamó la atención es una que dice, casi con voz marcial: “las personas mayores de 75 años o que padezcan enfermedades terminales cumplirán su prisión preventiva, presidio o reclusión en su domicilio”. Esto, claro está, ha sido interpretado, sin muchas exégesis rebuscadas, como un perdonazo a los presos de Punta Peuco que cumplen condenas por violaciones a los Derechos Humanos.

En la interna de la bancada republicana, no obstante, el análisis no deja espacio para los mea culpa. Entienden el proceso como un juego de carioca, donde los jugadoras subían y botaban cartas sin mostrar su mano, hasta ahora. Con todo sobre la mesa, el ánimo para negociar se suma a la convicción de que el éxito del proceso, el que no asocian a que se apruebe el texto en diciembre, está indisolublemente unido al futuro de su partido. De la misma forma, entienden que el voto “A favor” en el plebiscito está asociado directamente al gobierno de Boric. 

–Lo que la izquierda presentó como extrema derecha, ¡la gente no lo tomó así ni de cerca! Y si la izquierda se baja del proceso, ellos corren el riesgo de volver a quedar mal. Piensa que ya están envueltos con el tema de los computadores, de las fundaciones, de la reforma tributaria, del proceso anterior. Cada robo es culpa del gobierno en la mentalidad de la gente –asegura, con la tranquilidad que da una buena mano, un asesor de la bancada republicana con la grabadora apagada.

Saben que no podrán llevarse la pelota para la casa si quieren que, al menos, parte del electorado de izquierda apruebe el texto. Por lo que, aseguran, contemplan el tema del aborto como una moneda ya empeñada.

–El miedo para la izquierda es que se eliminen las tres causales, y el nuestro es que haya un reconocimiento formal del aborto en la constitución. Si la discusión queda en la ley, ningún problema.

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Cuando el actual líder republicano, y entonces recién renunciado UDI, lanzó su primera aventura presidencial, en 2017, pescó el teléfono y llamó a Beatriz Hevia para ofrecerle que se hiciera cargo del grupo Jóvenes por Kast. Ella aceptó. Dijo que sólo se dedicaría al partido por un año y que después buscaría trabajo en el mundo privado.

Tras la campaña, Hevia armó el grupo Jóvenes de Acción Republicana , que más tarde serían las juventudes del Partido Republicano, e integró dos instituciones –como las llaman los republicanos– con las que recorrería Chile junto a Kast: Voto Democrático y el Observatorio Electoral.

La primera fue una iniciativa que buscó combatir el asambleísmo, que los republicanos ven como la gangrena de la democracia universitaria. Esto, por cierto, les aseguró un festival de funas en casi todas las casas de estudios que visitaron. Conocido es el caso de Iquique, donde Kast fue agredido físicamente.

No obstante, desde la colectividad reconocen que, así como sentían el repudio de la juventud, el líder del incipiente partido también despertaba interés y fanatismo en grupos silenciosos de jóvenes conservadores.

–Las funas hacían que los gallos que no se metían dijeran me tengo que meter porque esta Universidad está en peligro ¡Lo mismo que nos pasó a nosotros en 2015! –reconoce Ignacio Dülger.

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La familia Hevia Willer tiene vínculos profundos con la región de Los Lagos, donde tienen lazos con gremios productivos y con la iglesia luterana. Su padre, Gerardo Hevia Hott, recientemente fallecido, fue director de la Sociedad Agrícola y Ganadera de Osorno. Su madre, Loreto Willer Ellwanger es accionista de la Feria de Osorno, agrupación empresarial ganadera y agrícola fundada en 1945 por Alberto Hott. Además, la familia es socia de la Sociedad de Inversiones Tralcan S.A.

En la Feria de Osorno, además, la misma Beatriz también tiene acciones. Según una acta de Junta General Ordinaria de Accionistas del 28 de abril de este año, es decir, casi una semana antes de las elecciones al Consejo Constitucional, la madre de Hevia era dueña de al menos 150 acciones. La presidenta del órgano constituyente, en tanto, aparece como dueña de 293.845 acciones. También, es dueña del 50% de las acciones de la Sociedad de Inversiones Tralcan S.A.

Además, la presidenta es propietaria, según su declaración de intereses, de seis inmuebles en Los Lagos, que, sumados, están avaluados en $641.763.003.

Su tío, Sergio Willer, además es el actual presidente de la Sociedad Agrícola y Ganadera de Osorno. Otro tío, Jorge Willer, empresario, es parte del directorio de Colun. Y su primo, Óscar Hevia, es gerente general del colegio alemán, institución donde Beatriz estudió.

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Pese a su ánimo inicial de transitar brevemente por la política, Beatriz Hevia también trabajó entre 2018 y 2021 haciendo asesorías técnicas al diputado Harry Jürgensen, cercano al Partido Republicano. Además trabajó hasta marzo de 2022 como asesora del gabinete del, entonces, ministro de Economía de Sebastián Piñera, Lucas Palacios.

Con un tiempo de calma, al fin, tras el triunfo del Rechazo en septiembre de 2022, y tras conocerse que un nuevo proceso constitucional comenzaría su marcha, del partido le pidieron que postulara por su región. Finalmente, reacia a la primera línea de la política, aceptó, y se convirtió en la primera mayoría nacional, con 103.325 votos, es decir el 23,3% de los sufragios.

Así, pese a que compañeros de bancada ven en ella un liderazgo que puede proyectarse en la política, cercanos a ella dicen que sus intereses van por otro lado, más cercanos a la academia y al mundo privado, y que la inhabilidad de postulación a cargos de elección popular tras ser electa en el consejo le vinieron como anillo al dedo.

–Doy fe de la crisis profunda que vive nuestro país –dijo entonces.