Ensayo

Estabilidad emocional: el mejor capítulo de Matthew Perry


Dejar este mundo cuando empiezas a encajar en él

En Friends solo vimos el masking o actuación que hacía Matthew Perry para ser aceptado: este chispeante Chandler Bing que fue la punta de un iceberg de algo mayor, inmenso y claroscuro. La partida del actor a los 54 años es el último capítulo de la lucha por su estabilidad emocional y contra sus adicciones. Falleció limpio, según la autopsia, y lleno de proyectos. Ernesto Garratt despide con sensibilidad a alguien que nos acompañó por décadas como un verdadero amigo. Y suma perspectiva de neurodiversidad a un imaginario de la muerte plagado de estereotipos.

THE ONE WITH THE BOOBIES

El (capítulo) de los pechos

Friends es en la dimensión de las sitcoms lo que The Beatles representan en la música del siglo XX: un símbolo absoluto de lo pop y de la aceptación transversal de contenidos convocantes y magnéticos. El timming y precioso quilataje de los diálogos de Friends pueden ser tan pegajosos y repetibles en el loop del fanatismo como las letras y melodías de los hits de The Beatles. Ambas marcas son de un destello de balsámica y necesaria evasión pop. Entonces, la inesperada y temprana muerte de Matthew Perry a los 54 años tiene ecos globales similares a la pérdida de uno de los integrantes del cuarteto de Liverpool: sentimos a nivel planetario su muerte como si fuera la de un amigo cercano y, en el caso del actor, de alguien que nos acompañó desde los años 90 al otro lado de la televisión, cuando se veía televisión porque no había internet ni smartphones y cada cosa era una cosa a la vez. 

Los teléfonos eran fijos y eran para hacer llamadas, recibirlas y hacerlas, y para enterarnos que Ross dijo “Rachel” en vez de “Emily” en su boda en Londres. Las cámaras de video se usaban como eso, para grabar imágenes como la previa a la fiesta de graduación de Monica y Rachel en los 80s y no estaban incorporadas a ningún celular. La amada caja idiota era un cubo gigante en el centro de la habitación y de la vida de uno y los amigos, uf, los amigos eran amigos para siempre porque te miraban siempre a los ojos, no a las pantallas negras de sus dispositivos, y su atención y preocupación eran solo para ti: Ross, Rachel, Monica, Joey y Phoebe estaban ahí para ti. Chandler Bing y tú, con tu sarcasmo y lucidez genial, estabas ahí siempre para ellos y en especial para nosotros.

En el mundo de ficción de Friends Chandler Bing -o lo que es casi lo mismo, Matthew Perry- al otro lado del espejo, estaba en una zona segura para su alma en pena. Protegido no solo por sus “amigos”, los personajes/personas que lo rodearon en el sofá marrón durante una década en el set del inexistente pero tan real del café Central. Aunque en este mundo las unidades de tiempo no eran los años sino las seasons o temporadas y la experiencia vital se reducía a veintitantos minutos por episodio, Chandler Bing se sintió siempre real. De verdad. ¿La razón? Porque fue la máscara perfecta que usó Matthew Perry desde que tuvo uso de razón. Así lo dice en su autobiografía Amigos, amantes y aquello tan terrible

-Cuando leí el guión (de Friends por primera vez) sentí como si me hubieran seguido a lo largo de todo un año y me hubieran robado los chistes, copiado las formas y reproducido mi manera de ver la vida. Chandler era yo. 

Luego, Chandler Bing fue el masking o construcción de un personaje social que continuó usando tanto dentro del estudio de grabación de los Warner Studios como en la vida misma para esconderle al mundo lo que ocultaba debajo este espejismo. Así lo confesó en vida:

-Con mi padre ausente (por el divorcio), me di cuenta que tenía un trabajo. Debía entretener, ganarme a la gente, deleitarla, hacer que se riera, que se sintiera bien, tenía que convertirme en el bufón de la corte. Con tres años, ya era consciente de que me había tocado ser el hombre de la casa.

En la primera temporada de Friends, en el capítulo “The One with The Boobies”, el nuevo novio de Phoebe, el desagradable psiquiatra Roger, es parte del tradicional junte en el café Central Perk y escucha atento las bromas de Chandler porque este bufón de la corte ha visto accidentalmente el busto desnudo de Rachel. Roger ha sido un dolor de cabeza para todos los amigos porque desnuda secretos, traumas y angustias y del maravilloso mundo de Wonderland los vuelca a nuestra realidad, la de los televidentes, donde impera la amenaza del dolor, la angustia, la realidad y no se escuchan las risas pregrabadas ni los aplausos del público ni los punchlines o remates de chistes con carcajadas. 

Roger: ¡Eres muy gracioso! ¡Es muy gracioso! No me gustaría estar allí cuando... cuando se acaben las risas.

Chandler: Wow, wow, retrocede, chico listo. ¿Qué quieres decir con eso?

Roger: Oh, solo parece que tal vez tienes problemas de intimidad. Ya sabes, que utilizas tu humor como una forma de mantener a la gente alejada de ti.

Chandler: Ouch.

Roger: Quiero decir ¡eh! Acabo de conocerte, no te conozco de nada… Hijo único, ¿verdad? Los padres se divorciaron antes de que llegaras a la pubertad.

Chandler: Ajá, ¿cómo sabías eso?

Roger: Es de manual.

THE ONE WITH THE THUMB

El (capítulo) del pulgar

En la autobiografía de Matthew Perry Amigos, amantes y aquello tan terrible editada el año pasado, el actor hace en sus páginas un descarnado relato de lo que había debajo de la punta del iceberg con la que todos nos encandilamos. Y bajo nuestras narices, sin que lo supiéramos del todo, había un pozo sin fondo de autodestrucción y en el cual Matthew Perry estuvo cayendo y cayendo durante décadas. 

Chandler Bing se sintió siempre real. De verdad. ¿La razón? Porque fue la máscara perfecta que usó Matthew Perry desde que tuvo uso de razón.

Leo que siendo una guagua la versión bebé de Matthew Perry no paraba de llorar, no dormía y, por tanto, sus padres tampoco cerraban pestaña ni descansaban. Conecto con la experiencia actual de algunos amigos y la mía propia de descubrir la neurodiversidad de un hijo, hija o hije por esos posibles y primeros síntomas: llanto permanente en la primera infancia, alteración del sueño e irritabilidad extrema, justificado posiblemente en un desajuste sensorial y que se puede traducir en que los sonidos o las luces o los olores o cualquier estímulo pueden ser molestos y hasta dolorosos para el niño, niña o niñe. Por cierto, Perry nunca lo menciona en el libro, jamás dice que fue neurodiverso ni nada de los adjetivos actuales que ayudan de mejor manera a explicar condiciones mentales neuroatípicas. 

Pero sí reconoce su adicción al alcohol y las drogas y, en este sentido, solo valga la aclaración de mi propia cosecha: los niños y adolescentes neurodiversos como los que caben dentro del Transtorno por Déficit de Atención y de Hiperactividad, TDAH, tendrían más probabilidades que otros niños de fumar, beber o consumir drogas. Experimentarían el consumo de estimulantes a edades más tempranas que los niños que no sufren de TDAH. También correrían un mayor riesgo de sufrir un trastorno por uso de sustancias o drogodependencia. ¿Cómo sé todo eso y lo afirmo con la seguridad que da la conjugación condicional? Un padre neurodiverso de un hijo o hija además neurodiverso/a empieza irremediablemente a informarse, a leer, a conocer y hablar con neurólogos, psiquiatras y, si además se es sabio, uno se hace amigo de tales profesionales. La salud mental es tan cara en Chile y no hay mejor tesoro que los amigos. 

En el caso del amigo Matthew Perry, el actor empezó a tomar alcohol a los 14 años, según su propia confesión y afirma que se sintió “mejor que nunca en toda su vida” al despacharse toda una botella de vino y luego recostarse en el piso. “Me sentí como en casa, por primera vez en mi vida, después de beber alcohol”. Luego siguió con la fiesta consumiendo otras sustancias vetadas durante su adolescencia.  

Su madre fue Suzanne Marie Morrison, periodista canadiense que fue secretaria de prensa del Primer Ministro de Canadá, Pierre Trudeau, padre del actual Primer Ministro canadiense Justin Trudeau y a quien siendo niños Matthew Perry le propinó uno que otro golpe, según confesó en vida. Su padre fue el actor John Bennett Perry. La pareja se separó cuando Matthew Perry tenía un año y como hijo de padres divorciados partió a vivir con su madre a Canadá, deambulando entre diversas ciudades. Allí, debido al exigente trabajo de Suzanne en la política y en los engranajes del poder canadiense, pronto Matthew Perry se sintió  dejado de lado tanto por su madre como por su padre, a quien apunta por haberlo dejado para irse a buscar una mejor vida en Hollywood. 

-Cuando cumplí nueve meses, mis padres decidieron que habían pasado suficiente tiempo juntos y viajamos hasta la frontera canadiense. Cuando llegamos, vino por nosotros mi abuelo paterno –escribió en su autobiografía.

-Nos quedamos allí y mi padre se marchó para siempre. Supongo que, por entonces, me dirían que mi padre pronto estaría de vuelta, porque todos los padres se van a trabajar y siempre regresan. Pero mi padre salió disparado a Dios sabe dónde. No regresó ni ese primer día ni el segundo. Confié en que volvería, pero tras unas seis semanas ya había perdido toda la esperanza... Y yo era demasiado pequeño para saber dónde estaba California.

La idea horrible y la sensación tormentosa de ser abandonado (como dice, por su padre de viaje, por su trabajólica madre) comenzaron entonces a minar su autoestima mientras crecía y se empezó a generar ese negro pozo sin fondo al cual terminaría por lanzarse desde la orilla de una honda tristeza. 

He aprendido durante estos años de autoconocimiento y de crianza neurodiversa que no todos sienten tal intensidad de emociones tras un abandono u otras situaciones de rechazo. Desde la percepción neurotípica de la experiencia humana, suelen surgir como lapidarios juicios los calificativos de “exagerado/a”, “hacís puro show”, “atadoso/a”, “cuático/a” y un largo etcétera de duras palabras para quienes podrían sufrir de lo que se conoce como Disforia Sensible al Rechazo: término que se refiere a una reacción emocional extrema al rechazo y que se puede llegar a manifestar en un dolor intenso cuando se sienten rechazadas por alguien importante para ellas. La Disforia Sensible al Rechazo tampoco es un síntoma de TDAH. Pero muchas personas con TDAH lo experimentan. Tienden a sentir emociones, positivas y negativas, más intensamente que los demás. 

Como una manera de evitar el inmenso dolor del rechazo, Perry aplicaba el mismo mecanismo para la mayoría de sus relaciones amorosas, como su publicitado romance Julia Roberts: estrellas que estuvo prendada del encanto del comediante hasta que él eligió la absurda pero (para él) segura soledad: 

-Rompo con todas porque tengo un miedo mortal de que descubran que no soy suficiente, que no importo y que estoy demasiado necesitado, y que romperán conmigo y entonces eso me aniquilará, porque tendré que tomar drogas y eso me matará. Por eso rompo con todas esas maravillosas mujeres que se han cruzado en mi camino.

¿Cómo salir de esos loops de angustia y tormento y comportamiento errático entonces? Claro, terapia y salud mental pueden ser las mejores soluciones. Farmocología y cuidado integral pueden ayudar a un grado de mejor regulación. Pero… ¿qué puede pasar cuándo no tienes salud mental en tu radar ni nadie que te cuida y la ignorancia en tu círculo campea en ese campo, Matt? ¿Qué puede pasar? Pues puedes caer en la adicción, puedes ir a rehabilitación y luego de nuevo volver a la recaída de la adicción. 

Como si los guionistas de la serie hubieran estado escaneando el alma y mente de Matthew Perry, hicieron una notable escena espejo de su vida en el episodio “The One with Thumb”: Allí nos enteramos que Chandler solía fumar como un carretonero. Uno tras otro, pero eso era el pasado y ahora, en el presente, ayuda a Joey a preparar una escena para una audición donde debe fumar. Y Chandler le enseña cómo hacerlo bien. Prende el cigarro. Da una piteada. Otra más. La siguiente. Y ya. El estímulo de la nicotina y el tabaco agarran a Chandler de nuevo. Ha recaído. Su adicción al tabaco se ha activado. Recuerdo que una vez mi terapeuta me dijo que la adicción al tabaco es la más fuerte de todas. Más que las drogas duras. Llevo ocho años sin fumar. Solo por hoy. Por eso empatizo tanto con esta secuencia donde Ross y Phoebe descubren la recaída de Chandler. 

Ross: ¡¿Qué es esto?!

Chandler: Estoy fumando. Estoy fumando, estoy fumando.

Phoebe: ¡No puedo creerlo! Has sido tan bueno, durante tres años.

Chandler: (Mostrando el cigarrillo) Y esta es mi recompensa.

Ross: Espera un momento, ¿vale? Piensa en lo que pasaste la última vez que lo dejaste.

Chandler: Vale, pues esta vez no lo dejaré.

POST MORTEM: THE ONE WITH THE MENTAL HEALTH ISSUE

Después de la muerte: El (capítulo) del problema de salud mental

Matthew Perry escribe en sus memorias que le costó cerca de US$7 millones mantenerse entre nosotros, los vivos, pagando costosos y prohibitivos tratamientos médicos. Incluso pasó un tiempo en el limbo cuando estuvo en coma en 2019 tras la brutal explosión de su colón debido al desmedido consumo de analgésicos.

-Los doctores le dijeron a mi familia que tenía un 2% de posibilidades de sobrevivir. Estaba conectado a una máquina que respiraba y hacía latir mi corazón por mí. Nadie suele salir vivo de eso. Tuve 14 operaciones de estómago y tomaba 55 pastillas de Vicodin al día. No sabía cómo parar. La adicción es algo progresivo, que empeora a medida que envejeces.

Para transformarse en la máquina de chistes y encanto llamada Chandler Bing, su personaje social creado antes de Friends como una manera de sobrevivir, Matthew Perry requería cada vez de mayores cuotas de estimulación. Dos botellas de vodka diarias, cocaína y opioides se sumaban a absurdas estrategias de mentiras para conseguir analgésicos: se inventaba dolores de espalda para ir hasta siete doctores distintos al mismo tiempo. Y su consumo era desmedido: cinco pastillas para aguantar dos horas de una fiesta, luego otras siete pastillas para una junta de cinco horas y así un suma y sigue durante décadas, destrozando sus intestinos y deteriorando sus órganos hasta dejarlos como los de un anciano de 90 años. 

El hombre que pololeaba con Julia Roberts, que ganaba US$1 millón de dólares por episodio en la serie más vista y querida, que compraba propiedades lujosas, se estaba autodestruyendo a velocidad crucero. Tras quince tratamientos de rehabilitación fallidos, tras el coma, Matthew escribe que un triunfo: llevaba 18 meses sobrio, limpio, cuando ocurrió la reunión de Friends el año pasado

Su lucha en vida entonces fue no solo por salvar su propia vida. También intentó ayudar a otros adictos y, con el libro, logró visibilizar la importancia de la salud mental y los nefastos resultados sociales de enfermedades como la adicción al alcohol y las drogas. Los prejuicios contra las condiciones, trastornos y enfermedades mentales aún prevalecen en la actualidad pese a la evidencia: por ejemplo, un estudio publicado en la revista  American Journal of Public Health muestra que esperanza de vida de los neurodivergentes dentro del Espectro autista sería de 36 años, frente a los 72 años de la población general. 

Reitero otra idea: la población de personas neurodiversas tendrían más posibilidades de caer en adicciones porque, en muy, muy fácil, la falta de dopamina (neurotransmisor encargado de “dar la felicidad”) en sus procesos cerebrales hace que busquen estridentes estímulos para regularse. Por ejemplo, una persona con TDAH tiene otro cableado y en ese nuevo mapa cerebral la dopamina escasea a la hora de satisfacer dicha necesidad de bienestar. 

¿Cómo salir de esos loops de angustia y tormento y comportamiento errático entonces? Claro, terapia y salud mental pueden ser las mejores soluciones. Farmocología y cuidado integral pueden ayudar a un grado de mejor regulación. Pero… ¿qué puede pasar cuándo no tienes salud mental en tu radar ni nadie que te cuida y la ignorancia en tu círculo campea en ese campo, Matt? ¿Qué puede pasar? Pues puedes caer en la adicción, puedes ir a rehabilitación y luego de nuevo volver a la recaída de la adicción.

Entonces, cuando se desarrolla una adicción el efecto de placer de la dopamina se vuelve tan potente que queda fijado en la memoria, de modo tal que el más mínimo estímulo puede generar en los adictos un deseo irrefrenable de seguir consumiendo. 

Este tipo de explicación trató de darle Matthew Perry al periodista de derechas Peter Hicthens en un programa de la BBC “Newsnight” en 2013. Quizás haya sido el episodio -que no es de Friends- más relevante en la cruzada de Perry a la hora de eclipsar los argumentos capacitistas a los que se enfrenta la salud mental

Matthew Perry: Soy un drogadicto. Soy una persona que si tomo una copa, no puedo parar. Y así sería siguiendo su ideología que estoy eligiendo hacer eso. Que estoy eligiendo.

Peter Hicthens: Exactamente. Mi. No es mi ideología. Es mi creencia. Sí, tú eliges.

Matthew Perry: Así es. Y tú eliges creer en lo que escribiste en tu libro (The War We Never Fought: The British Establishment’s Surrender to Drugs).

Peter Hicthens: Correcto. Tienes elección sobre si bebes o no. Tienes elección.

Matthew Perry: Pero su libro es el único libro en los tiempos modernos que tiene esta ideología. ¿No te enseña eso algo?

Peter Hicthens: A menudo, las ideas que no están de moda lo están porque no son populares entre la gente influyente.

Matthew Perry: Yo controlo el primer trago. Y entonces hago todas estas cosas para protegerme de no tomar el primer trago. Claro. Pero una vez que tomo ese trago, la alergia del cuerpo entra en acción. Todo esto está documentado, hay pruebas sobre el alcoholismo. 

Si este segmento, tan valioso y valiente por parte de Matthew Perry, fuera parte de Friends debería llamarse The One with The Mental Health Issue -en español algo así como  El (capítulo) del problema de salud mental-. Para sorpresa de muchos, que insistieron en hipótesis de suicidio y sobredosis para intentar explicar su temprana muerte, Matthew Perry volvió a sorprender: partió limpio, lleno de proyectos y cuando estaba finalmente encajando en este mundo. Sin duda, el episodio más relevante -y doloroso- fuera del set. Adiós, amigo.