Ensayo

Elecciones municipales 2024


La antesala de las presidenciales

Son vistas como un test para medir la fuerza electoral de los partidos y de las coaliciones a un año de las presidenciales. ¿Qué se puede esperar de las municipales de octubre? ¿Qué candidatos tienen más impacto? ¿Quién puede ser el sucesor o sucesora de Gabriel Boric? En este ensayo, el académico Rodrigo Espinoza Troncoso explora los principales desafíos de cada sector, las polémicas y qué se puede esperar de aquí a los próximos meses.

Un presidente que ha subido lentamente en las encuestas en las últimas semanas (pero sin un sucesor claro), una candidata presidencial que es la favorita en los sondeos (pero que ha cometido errores) y un candidato radical que no logra despegar. Este es el actual panorama de las principales figuras políticas en Chile (Gabriel Boric, Evelyn Matthei y José Antonio Kast) a pocos meses de las elecciones municipales. 

Existe un importante consenso tanto a nivel académico como entre los actores políticos acerca de la relevancia que tienen históricamente las municipales. Con ello, no me refiero solamente desde el punto de vista de la importancia que tienen los municipios en la vida de las personas, sino también porque estas elecciones constituyen un test para medir la fuerza electoral tanto a nivel de partidos como coaliciones de partidos políticos. Este 2024 no será excepción, ya que una vez cerrada la contienda electoral a nivel local, comenzarán los análisis acerca de la configuración de fuerzas para las elecciones presidenciales y parlamentarias de 2025. Además, este 2024 tiene una singularidad: son las primeras elecciones a nivel local con el sistema de inscripción automática y voto obligatorio. 

El escenario actual   

Más que sabido es el hecho de que para vencer en las elecciones municipales se requiere de nombres competitivos. Sin embargo, los nombres que compiten a nivel local podría entenderse como una condición necesaria pero no suficiente para un buen desempeño, ya que los liderazgos de figuras presidenciables constituyen un complemento que permite incrementar el caudal de votos obtenidos en los comicios. 

Asumiendo que la anterior premisa es correcta, las figuras presidenciables serán un elemento importante junto a la evaluación que realice el electorado en las urnas acerca de la gestión local. En tal sentido, por ahora el oficialismo carece de un nombre de consenso para competir por La Moneda. Mientras, la derecha se encuentra fraccionada entre el bloque tradicional compuesto por Chile Vamos y el bloque radical correspondiente al Partido Republicano. Cada uno de los bloques posee una serie de desafíos tanto a nivel interno como ante sus rivales electorales. Del mismo modo, las polémicas asoman en todo el espectro político.

Los principales desafíos en cada sector

El oficialismo todavía no tiene definida una figura clara. Si bien, el nombre que suena con mayor fuerza es el de Carolina Tohá, la ministra del interior no se ha referido mayormente al tema. Sin embargo, un aspecto positivo en La Moneda ha sido el lento pero creciente apoyo a la gestión del gobierno, principalmente a causa de la última cuenta pública, la gira presidencial por Europa y el conflicto limítrofe con Argentina. 

De manera complementaria (y no menos importante), la cuenta pública remeció el tablero político con el anuncio del envío de los proyectos de ley que pretenden legalizar el aborto y la eutanasia. El énfasis en la agenda valórica ha puesto en jaque a una oposición que ha sido enfática en señalar que no es el momento para tales proyectos, condicionando una vez más los apoyos para la reforma previsional y la de pensiones, lo que podría beneficiar a las filas oficialistas a falta de una figura presidenciable. Por otro lado, la incertidumbre dentro de los partidos que conforman la alianza de gobierno estará centrada en si el creciente apoyo que ha ido ganando Gabriel Boric es o no transferible en las urnas. 

En Chile Vamos, pese a tener a la carta mejor posicionada en las encuestas, Evelyn Matthei no ha sabido manejarse bien en el plano comunicacional, cayendo en errores no forzados en las últimas semanas. El acusar a los partidos de izquierda de ser financiados por el narcotráfico generaron una reacción inmediata al interior del gobierno y en el Ministerio Público, invitando a presentar pruebas que respaldaran tales acusaciones. En respuesta, la alcaldesa de Providencia dijo haber enviado una lista de nombres al Ministerio del Interior, pero que no fue bien recibida. Acto seguido, el Subsecretario Manuel Monsalve señaló que los nombres provistos eran por delitos que no tenían vinculación con el Caso Ronald Ojeda. 

Otro error no forzado fueron las esquirlas de estas acusaciones, ya que desde el propio gobierno aprovecharon la oportunidad de invitar a la derecha para que se sume a legislar en favor de levantar el secreto bancario cuando existan fundadas sospechas (tal y como sucede en países como Canadá y Australia). Las respuestas evasivas de Matthei terminaron acorralándola, condicionando su apoyo en el caso que se reforme la estructura de gobierno del Servicio de Impuestos Internos. 

A nivel de partidos, Chile Vamos logró definir la mayor parte de las candidaturas municipales, quedando por ver los posibles pactos con el Partido Republicano y con Demócratas y Amarillos, pero los errores constantes de la principal abanderada del sector pueden tener un impacto negativo si es que el oficialismo continúa controlando la agenda por medio del levantamiento de temas que son incómodos para la oposición. 

En el Partido Republicano se espera repetir el éxito de las pasadas elecciones del Consejo Constitucional. Sin embargo, la ciudadanía ha ido perdiendo la confianza en este conglomerado a raíz de su bajo desempeño para conducir el fallido proceso constitucional, cuya propuesta de Constitución tuvo un amplio rechazo por parte de la ciudadanía. Por otra parte, el bloqueo constante a las iniciativas del gobierno, sumado a la mala actitud de su carta presidencial, José Antonio Kast, al tratar al presidente de flojo en una conferencia internacional, causó el rechazo casi transversal de los partidos políticos.    

Las polémicas a la orden del día 

En el sector oficialista las polémicas no son pocas. En primer lugar, el Caso Convenios fue un acontecimiento que golpeó duro al gobierno, especialmente entre aquellos que predicaban tener un comportamiento o un estándar moral superior a las generaciones anteriores. Si bien, el presidente optó por la política del caiga quien caiga sin intervenir, la confianza en el Frente Amplio como alternativa de cambio quedó sepultada no únicamente por la carencia de mayorías legislativas, sino además por la ausencia de un relato que los diferencie de los partidos tradicionales. 

Dentro de lo que ha sido el desarrollo del presente año, las tensiones entre el ala más de izquierda del Partido Comunista y el oficialismo ponen de manifiesto las dos almas que conviven en el gobierno. Esto se ha hecho más latente en situaciones tales como el apoyo al régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, pese a que el presidente Boric considera que lo que hay ahí es derechamente una dictadura. Otro tema importante son las divisiones en el Caso Daniel Jadue, donde el sector izquierdista del PC ha establecido una narrativa de victimización acusando persecución política, mientras que desde La Moneda la posición ha sido la de dejar que las instituciones actúen. 

La salida de Juan Andrés Lagos ha sido otro foco de tensión con dicha ala del PC. Hay que considerar que Lagos pertenece a dicha facción, sumado a que era un asesor muy atípico, con mucha exposición mediática y con declaraciones que no representaban la posición oficial del gobierno. Sin embargo, figuras como Lautaro Carmona han actuado desmedidamente ante su salida, cuando históricamente la costumbre es que los asesores salgan en silencio tal y como lo ha señalado Paulina Vodanovic, presidenta del Partido Socialista.  

En la derecha las principales polémicas están asociadas a los conocidos casos de corrupción en Vitacura, las Condes y el proceso judicial que se está llevando adelante contra Caty Barriga durante su gestión como alcaldesa de Maipú. A estos casos se suman el del abogado Luis Hermosilla, donde el sector se ha visto perjudicado, añadiéndose el reciente caso de Mario Desbordes, candidato por la comuna de Santiago, involucrado en la nominación de integrantes del Poder Judicial. Los casos de corrupción indudablemente ponen un tejado de cristal en la potencial confianza que pudieran tener los electores en los partidos de oposición, por lo que está por ver si la lucha contra la corrupción formará o no parte del relato político de cara a las municipales.  

Qué podemos esperar para los próximos meses 

Queda muy poco para las próximas elecciones, comicios que servirán de insumo para analizar la fuerza electoral de los partidos y coaliciones tanto en el gobierno como en la oposición. Dentro de la amalgama de acontecimientos descritos, sin dudas la derecha tradicional encarnada en Chile Vamos es el bloque que tiene la mayor responsabilidad. 

En primera instancia, si el sector aspira a ser gobierno, debe pensar en recuperar municipios que son estratégicos para cumplir con tales fines. Por ende, el obtener una cantidad grande votos en Maipú, junto con recuperar las municipalidades de Estación Central, Santiago Centro, Ñuñoa, Valparaíso, Viña del Mar y dar el golpe a la cátedra en Recoleta son un desafío titánico para una coalición que posee a la figura presidenciable mejor posicionada en las encuestas. Pero los errores comunicacionales no forzados de Matthei, los casos de corrupción que afectan al sector y la incertidumbre de si habrá o no pactos por omisión con el Partido Republicano, ponen una cuota de incertidumbre para un sector que hace unos pocos meses lo tenía todo para imponerse en las urnas. 

En segundo lugar, de no lograrse un acuerdo con la derecha más radical, Chile Vamos estará en la posición más incómoda de todas: recibirá ataques desde el oficialismo al tener que responder ante temáticas que le son incómodas y, por otro frente, podrían recibir los embates de un Partido Republicano que acentuará su tono crítico frente al gobierno y frente a un sector de oposición más moderado. En el caso que la coalición o la propia Matthei abandonen la estrategia de la diferenciación y endurezcan su narrativa asimilándose a la derecha radical, el sector podría perder la credibilidad que posee, ya que los electores preferirán siempre al producto original. Si se quiebran las negociaciones entre las derechas, ambos sectores podrían caminar a pasos agigantados hacia un desastre electoral, en donde, al menos desde Chile Vamos, surgirán voces críticas que responsabilizarán a Matthei por su falta de liderazgo, quedando en jaque su candidatura. 

Finalmente, desde la vereda oficialista quedará por ver si los roces entre el ala más dura del PC y el resto del gobierno no repercuten en la unidad de la coalición. La incertidumbre estará situada en si el lento pero creciente apoyo que ha ido sumando el presidente será o no transferible de cara a las elecciones locales y si el caso Convenios pesará o no en la decisión de la ciudadanía a la hora de votar. Con todo lo anterior, todas estas interrogantes quedarán resueltas el próximo 27 de octubre.