A Sebastián Piñera hay que reconocerle una virtud, metodología y metas. Invertía en recursos y datos (tecnología). Sus rivales planteaban en privado que "era lo único que no escatimaba: presupuesto político. Usaba hasta zapatos gastados".
Al salir de escena, el telón cayó. Todos esos almuerzos previos donde Piñera estudiaba volver a postularse, darle el abrazo del oso a Matthei, soñar con ganarle a Bachelet y ser presidente por tercera vez la tarde del 6 de febrero se terminaron. Murió el hombre que tenía el plan.
Otra vez ha fracasado el funeral. El primer hito fue el Caso Hermosilla, el abogado con el mejor teléfono de Chile. Conocido por sus redes de influencia y convocado a casos de alta complejidad y connotación pública. Defendió a Spiniak y al sacerdote John O'Reilly y a la vez se subió en un yate a grabar con dron con el popular “Chispa” Lacassie transformándose en viral. Hermosilla, un presunto infalible e infaltable de la esfera de poder nacional. Era más que el amigo de un amigo: el teléfono prohibido, era el número que todos querían tener.
Ahora el Caso Hermosilla, que curiosamente algunos medios (el multiverso Bofill; Tele13 y La Tercera y su nuevo y pequeño hijo The Clinic) intentan titular como “audios” sin logros aparentes, revela al menos tres aristas que se conectan bajo el mismo apellido.
Primero, el poder judicial. “Lucho” como lo llamaban sus amigos aparentemente ejercía una influencia indebida en el sistema judicial chileno. Se han revelado conversaciones y acciones que sugieren que tenía la capacidad de influir en nombramientos de jueces y en decisiones judiciales. Por supuesto esto instala la duda de la independencia y la integridad del poder judicial chileno, generando una crisis de confianza en las instituciones. Ahora, ¿nos sorprende? ¿no es este otro caso más de las dinámicas que los ex alumnos del patio de la UC repiten una y otra vez?
Segundo, la “arista bielorrusa”, que se refiere a una controversia relacionada con un consorcio chileno-bielorruso llamado Belaz Movitec SpA. El caso involucra a varios ministros de la Corte Suprema, incluyendo a Ángela Vivanco, en una decisión judicial que favoreció a este consorcio en una disputa con Codelco. La rapidez y las circunstancias de esta decisión han levantado sospechas sobre posibles influencias indebidas en el proceso judicial. ¿Nos llama la atención de verdad cuando Chile es uno de los países más desconfiados de la Tierra?
Tercero, la “trenza Piñerista”, una arista que revela las conexiones de Hermosilla con el círculo cercano del expresidente Sebastián Piñera. Hermosilla era considerado el “cerebro judicial” del segundo mandato de Piñera y tenía estrechos vínculos con figuras clave como Andrés Chadwick, exministro del Interior que acaba de renunciar a la UDI por este caso. Esta red de relaciones desnuda cómo conexiones personales y políticas pueden influir en decisiones judiciales y gubernamentales. Esto por supuesto no sorprende a nadie pero todos, como siempre, estábamos confundidos con el disfraz.
Al final es similar a lo que pasaba en “Animaniacs”, la caricatura de los 90 en la que un pollo gigante, Kikiribú, se disfrazaba de personajes evidentes como ejecutivos o reporteros, y todos lo alababan hasta que, finalmente, alguien gritaba: “¡Es un pollo!”. Esta analogía captura a la perfección lo que ha sucedido en los últimos años: un desfile de farsantes operando a plena vista, protegiendo sus posiciones de poder hasta encender la rabia colectiva, para luego eludir responsabilidades.
Pareciera que en Chile nadie se da cuenta del Kikiribú en medio del salón. Andrés Chadwick concentró poder como nadie. Una nota de 2011, oculta en el archivo de Qué Pasa de Copesa, cuenta cómo ingresaron parientes al Estado sin mayor escrutinio.
El texto (no, no es broma) de la Revista Que Pasa se llamaba “Los Chadwick se toman el gobierno” y decía así:
La llegada de Andrés Chadwick Piñera al Ministerio Secretaría General de Gobierno sumó un nuevo miembro del clan en las reparticiones estatales.
Su hermano Herman Chadwick fue ratificado en febrero de este año como presidente del Consejo Nacional de Televisión y, curiosamente, ambos deberán trabajar en forma coordinada, ya que por ley el vínculo formal entre el CNTV y el ejecutivo es el ministro de la Segegob.
Ambos son primos del presidente Sebastián Piñera. La relación familiar influyó en que la hija de Herman Chadwick, María Irene (foto de la derecha), fuera designada por el presidente como directora de Programación de La Moneda, un cargo de alta confianza y que desempeña desde marzo de 2010.
En tanto, la hija de Andrés Chadwick, Camila (foto de la izquierda), es asesora de prensa del Ministerio de Defensa desde el 21 de febrero, donde coordina la relación con los medios del ministro Andrés Allamand.
Más lejana es la relación con Tomás Chadwick Weinstein, primo del actual ministro y ex senador UDI, quien fue designado en enero como miembro del Tribunal de Propiedad Industrial. Fue nombrado por Piñera tras integrar una terna propuesta por la Corte Suprema.
Otro primo del grupo familiar es Jorge Chadwick Pascal, quien desde 2009 ha trabajado en Indap.
En tanto, María Teresa Chadwick Larraín, sobrina de Andrés, trabajó para la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, Dibam, en abril de este año en su calidad de paisajista.
Quizás por eso, cuando murió Piñera, la derecha no dudó en decir que Chadwick era su sucesor natural. Lo veían como coordinador de instancias nacionales (el enlace político de los Piñera Morel) e internacionales (como el Grupo Libertad y Democracia). Incluso imaginaban su postulación en las parlamentarias de 2025, cuando se levantará su acusación constitucional.
Todo cambió.
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En el segundo gobierno de Piñera, que era bastante más derechizado (Trump era el sabor del momento) que el primero, ingresó Marcela Cubillos, pareja de Andrés Allamand. Cubillos intentó emular a Isabel Díaz Ayuso. Para encabezar esta estrategia, los medios digitales y sus replicadores son tremendamente fuertes para instalar su versión en los buscadores y trabajar el poder desde la dinámica clásica del garrote y la zanahoria. Bofill y sus serviciales periodistas utilizan básicamente es el SEO fuerte y la lectura de las redes sociales para poder generar el garrote. La zanahoria son las cuevas piñeristas en las universidades. Ese es el poder. Pero para desmontarlo hay que entender el truco.
Ser víctimas de Kikiribú es fácil. Hasta hace unos meses, el ex jefe de comunicaciones de Marcela Cubillos en el ministerio de Educación. Cristian Steffens estaba enquistado en prensa de TVN. Steffens operó con lealtad las misiones encomendadas desde el directorio por derecha. “Tenían chats donde nombraban ejecutivos a derribar”, cuenta un funcionario del canal estatal en actividad en los pasillos. “Los piñeristas aún no se van. Están ahí, están en el canal de noticias, son los que ponen a los Davor, a los rostros peor evaluados en noticieros y matinales… No les importa nada. Solo hacen daño”, relata un editor del canal público que pide anonimato. “Vivimos con miedo no a que nos echen, sino a que nos hagan nuestro trabajo aún más imposible y después a una lista negra, como corderos degollados”.
El caso de Marcela Cubillos y la Universidad San Sebastián (USS) ha generado una importante polémica en Chile, y revela posibles conflictos de interés y cuestionamientos sobre el uso de recursos públicos. Cubillos, exministra de Educación y actual candidata a alcaldesa de Las Condes, recibía un sueldo de 17 millones de pesos brutos mensuales como docente en la USS. Este monto ha sido considerado excesivo por muchos, incluyendo rectores de otras universidades.
Durante el período en que Cubillos fue ministra (agosto 2018 - febrero 2020), el Ministerio de Educación pagó 1.479 millones de pesos a la USS por servicios de asesoría y programas de formación docente. Esto ha levantado sospechas sobre posibles conflictos de interés. Además, se reveló que los pagos desde organismos públicos a la USS aumentaron considerablemente durante el segundo gobierno de Piñera, hasta alcanzar más de 7 mil millones de pesos en órdenes de compra.
Cubillos no cumplió con el reglamento interno de la USS, que exige a los académicos tener al menos un grado de magíster y prohíbe el proselitismo político. La Superintendencia de Educación Superior está investigando el caso.
Ahora, solo una semana después del escándalo de Cubillos, se viraliza en redes sociales otra faceta de Hermosilla: sus mensajes machistas y homofóbicos. Todo tiene que ver con todo.
Si el 4 de septiembre de 2022 la derecha generó una estructura de bloqueo con recursos y estrategia que logró de manera espectacular detener una nueva constitución, este año la mirada está puesta sobre ese grupo.
Un multiverso de poderosos tocando el botón de siempre. Craso error. Ocho días antes del estallido social, el ministro Juan Andrés Fontaine activó uno de los botones más sensibles de Chile: la prepotencia, con su famoso "Levántense más temprano" porque "el que madruga será ayudado" en el precio del transporte público. Dos días antes, Felipe Larraín, ministro de Economía, bromeaba sobre las cifras económicas y sugería "regalar flores" por la baja del IPC. Lo que siguió fue un shock: disculpas públicas y un Piñera hablando de un "enemigo poderoso" que aún no identificamos, y un metro en llamas cuyas causas siguen sin aclararse.Este escenario, extendido en el tiempo, es una bomba que puede volver a estallar. “¿A quién le sirve ir a protestar a Plaza Italia después de aquel octubre? ¿No será mejor ir al municipio que tendrá de alcaldesa al Icono de la corrupción Marcela Cubillos? A mi me da terror”, me dice un empresario en el café del Ritz, justo frente al teatro donde días antes la gente se agolpaba por unos tulipanes.