Ensayo

Jerry Springer


El rey de la telebasura resucita en Netflix

Se estrena la miniserie documental "Jerry Springer: Peleas, Cámara, Acción!", que revisa la insólita trayectoria de un hombre que fue capaz de mantener al aire por casi 30 años un programa de TV donde abundaban la agresiones físicas, las historias falsas y se exponían los aspectos menos luminosos del ser humano.

En un estudio de televisión lleno de gente, las luces se encienden y la multitud enloquece. "¡Jerry! ¡Jerry! ¡Jerry!", corean al unísono. Un hombre de cabello canoso y lentes sube al escenario con una sonrisa pícara. Es el “papá de Estados Unidos”, según dice este documental. Es Jerry Springer, listo para presentar otro episodio lleno de escándalos, peleas y revelaciones impactantes como “me casé con un caballo”. 

Por casi tres décadas, este fue el estilo de "The Jerry Springer Show", un programa que redefinió los límites del entretenimiento y que se convirtió en un fenómeno cultural digno de revisar en estos días en que Meta reduce sus políticas de “chequeo” o “censura”, como algunos fanáticos Alt Right llaman a la revisión de la verdad.

Ahora, a más de seis años de que el último puñetazo fuera lanzado en su set, Jerry Springer regresa a la pantalla chica. No como anfitrión, sino como protagonista de su propia historia, gentileza de Netflix, que presenta "Jerry Springer: Peleas, Cámara, Acción!", serie documental que promete revelar el backstage del basurero

De la política al circo mediático

Para entender el efecto del programa (que se puede ver en capítulos viejos por Pluto TV) es clave entender quién era Jerry Springer y cómo llegó a convertirse en el rostro de la "televisión basura". 

Nacido en Londres en 1944, Springer era hijo de refugiados judíos que huyeron de la Alemania nazi. Cuando él tenía cinco años de edad, su familia emigró a Estados Unidos en busca del sueño americano en las calles de Nueva York.

Lejos de sus humildes inicios, Springer se labró un camino en la política. Estudió Ciencias Políticas y Derecho, trabajó en la campaña presidencial de Robert F. Kennedy en 1968 y, en un giro digno de sus futuros programas, se convirtió en alcalde de Cincinnati en 1977. Por cierto, su carrera política no estuvo exenta de escándalos. A finales de siglo pasado, admitió haber pagado por servicios sexuales, lo que le costó su puesto en el ayuntamiento.

Este tropiezo, que habría hundido a muchos, fue apenas el preludio de la carrera mediática de Springer. Tras un breve paso como presentador y comentarista de noticias, en 1991 nació "The Jerry Springer Show". Lo que comenzó como un programa de entrevistas político convencional pronto mutó en algo completamente diferente.

La fórmula del éxito: Escándalo y más escándalo

"Creo que este programa probablemente ofende a algunas personas y deberían protestar. No pasa nada. Así es Estados Unidos. Por eso Dios nos dio un control remoto", declaró Springer en 1998 para defender su polémica creación televisiva. Y vaya que ofendió. El programa se convirtió en sinónimo de conflicto, y exhibió las disputas más sórdidas de la sociedad americana.

La fórmula era simple pero efectiva: relatos locos, confrontaciones explosivas y un anfitrión que oscilaba entre la empatía y el sarcasmo. "Es un espectáculo sobre la locura", admitió Springer. "Sé que eso sucede todos los días". Y el público parecía que nunca estaba satisfecho.

En su apogeo, "The Jerry Springer Show" superó incluso a la todopoderosa Oprah Winfrey en el rating. Fue la misión que se propusieron cuando Ophah, ofendida, planteó “en mi programa la gente desnuda su alma ¡en ese programa, se desnudan!

El portento de la fórmula era Richard Dominick, un ex editor de tabloides (esos diarios de prensa amarilla donde todo lo que se publica es inchequeable, como que Elvis es extraterrestre). Dominick se transformó en el productor ejecutivo y descubrió que la gente quería ver peleas. Peleas televisadas y caos. Con el volumen bajo para quedarse. Su equipo de productores cumplían con la misión de sacar lo peor de esas personas de Ohio o Kentucky, de la Mid-America, que iban a contar increíbles historias a un estudio de Chicago que se transformó en la catedral nacional del caos.

Muchos acusaron al programa de explotar a sus invitados, de inventar historias supuestamente “reales” y de contribuir a la degradación de la cultura americana. "Creo que es justo. Creo que este programa probablemente ofende a algunas personas y deberían protestar", reconocía Springer. Sin embargo, lejos de disculparse, parecía regodearse en su papel de villano televisivo.

"Algunos historias fueron demasiado lejos... Empezamos a empujar el límite hacia el rojo. Veíamos hasta dónde podemos llegar", confiesa una ex productora en la serie. Otro testimonio revela que "los productores nos instruían sobre qué decir y cómo actuar. No les interesaba el impacto que eso tendría en nosotros".

Estas declaraciones dejan ver que, detrás de la aparente espontaneidad del programa, había una maquinaria bien aceitada construida para convertirse en una bomba televisada. 

Una de las historias más fuertes del documental (que es una miniserie de dos partes) es la de Jeffrey Campbell, cuya madre, manipulada por productores que iban por todo, desembocó en un hecho trágico. Nada de pensar en el bienestar de los participantes: el objetivo del show era crear situaciones de violencia. Y Nancy Campbell-Panitz terminó asesinada por su exmarido luego de reencontrarse con él en pantalla. 

El showbusiness puede ser muy cruel. Como la tele, como internet.

El legado de Jerry Springer

En abril de 2023, a los 79 años, Jerry Springer falleció víctima de un cáncer de páncreas. Su muerte señaló el final de una era en la televisión estadounidense. 

A la luz de esta miniserie, es inevitable reflexionar sobre  su legado y el de su programa. Representó un punto de inflexión en la televisión, y abrió la puerta a una nueva era de reality shows y entretenimiento basado en el conflicto. Pero también fue criticado duramente por explotar las miserias humanas con el único objetivo de tener rating.

El propio Springer parecía consciente de esta dualidad. "Me gustaría aprovechar esta oportunidad para disculparme por todo lo que he hecho. He arruinado la cultura", dijo en una ocasión, aunque es difícil discernir si hablaba en serio o era otro de sus comentarios irónicos.

Más allá de las polémicas, Jerry Springer logró conectar con millones de espectadores entre 1991 y 2018. Su programa fue un espejo, quizás distorsionado, de la sociedad norteamericana de finales del siglo XX y principios del XXI. Reflejó tensiones raciales, de clase y de género, y si bien lo hizo a través del prisma del sensacionalismo, en la actualidad se le considera un objeto cultural que merece atención.

"Nunca hay nada en nuestro programa que no haya estado en las portadas de los periódicos en Estados Unidos. La única diferencia es que la gente de mi programa no es famosa", decía Springer.

Quizás ahí radique la verdadera esencia del fenómeno Springer: mostró un espejo en el que, nos guste o no, muchos podríamos vernos reflejados. Y ahora, con este documental, tenemos la oportunidad de mirar detrás de ese espejo y descubrir los engranajes que lo hicieron funcionar durante tantos años. 

"Jerry Springer: Peleas, Cámara, Acción!" está desde ayer disponible en Netflix. Prepárate para reír, asombrarte y tal vez hasta reflexionar un poco sobre el estado de nuestra cultura y nuestro insaciable apetito por el show. Después de todo, como el propio Jerry solía decir al final de cada episodio: "Cuídense y cuiden los unos de los otros".