Vera Fogwill es argentina y belga y el olor más rico que olió es el de la nafta.
Cree, los premios son injusticias: recibió más de treinta y cinco, internacionales, como autora, escritora, guionista cinematográfica, directora, actriz y productora.
A los 16 años escribió una obra que se llamaba: “Abre el ataúd que yo me encierro”.
La muerte no le da miedo. Al igual que Roberto Arlt piensa que la liberaría (decía el escritor: “¿Es posible que se tema tanto a la muerte? ¿Que la muerte preocupe tanto a los hombres, si es su descanso?”). Dice ella: “Se acabarían las decisiones y la procrastinación. Al fin un ser con la verdad, sin posibilidades. Me da pena, la pena que puedan tener los que me quieren y si me atormenta y mucho, la posible muerte de los que amo. Porque soy muy consciente que lo único que es democrático es la posibilidad inminente que tenemos todos, de morir y por eso me preocupo en qué destino el poco tiempo”.
Fue guionista, directora y actriz del film “Las mantenidas sin sueños”. Trabajó en teatro, cine y televisión: ahora prepara la edición de dos libros infantiles: “El rey de las estrellas”, que escribió a los 12 años, y “No me gusta mi nombre”. Mientras escribe una novela: “La diosa de la inmundicia”: la que se come la mierda de los demás.
Si le piden que recomiende un libro, elige “El hombre mediocre”, de José Ingenieros.
Protagonizó “Buenos Aires Viceversa” y “El viento se llevó lo qué” dirigidas por Alejandro Agresti y en 2013, publicó la novela coral “Buenos, lindos y limpios”, finalista del premio Herralde de novela en España.
A veces marca con birome los libros teóricos, las novelas o algún verso, copia en algún lado lo que le significa algo, para recordarlo. Pero es muy raro que vuelva a leerlos. Lo que le importa es lo que le queda.