El sociólogo Mario Murillo (derecha) lleva el fútbol en la piel: no sólo hace etnografías sobre sobre clubes y ligas no oficiales, también tiene un tatuaje del escudo de La Paz y otros, más íntimos y más futboleros.
En La Paz, enseña en la Universidad Mayor de San Andrés y en la Universidad Católica.
Es alto y flaco, hincha fanático de Bolívar. Y cuando de comer se trata, no le dice no a nada: le gusta la comida del altiplano, la del oriente boliviano y, ahora, la coreana.
Publicó artículos en revistas y compilaciones de Bolivia, Argentina y España y este año saldrá su libro La bala no mata sino el destino: Una crónica de la insurrección de 1952 en Bolivia.
Todas las semanas, trabaja en El colectivo 2, un proyecto autogestivo para recuperar un terreno de cultivo y una casa, que va bastante avanzado: los que las probaron, dicen que las papas sacadas de allí son riquísimas.