Primera escena: No mentirás
Escenario: set de televisión
—¿Hay un militar dispuesto a matar a Evo Morales?.
Es 24 de junio de junio de 2024 y la periodista Jimena Antelo abre así el programa No mentirás, del canal PAT TV.
Hace tres días Evo Morales acusó al comandante del Ejército de Bolivia Juan José Zúñiga de elaborar un plan para matarlo. Antelo entrevista a Zúñiga, que 48 horas después será detenido por intento de golpe de Estado:
—El militar, cuando entra al colegio militar, está dispuesto a perder su libertad, a caer preso ante la justicia —dice Zúñiga— El militar sabe que, en algún momento, puede caer, ser víctima y entregar su vida a su patria.
—¿Eso quiere decir, general, que Juan José Zúñiga está dispuesto a ir preso y está dispuesto a morir?
—Así es, el militar está consciente de eso, que puede entregar su vida o puede ir prisionero y más aún cuando uno es comandante, sabe que está con un pie en el abismo.
El comandante habla de la defensa de la constitución y del Palacio Quemado en la lengua de la fe. La Biblia fue el texto que el ex gobernador de Santa Cruz Luis Camacho llevó a la casa de gobierno en diciembre de 2019 para pedir la renuncia de Morales, episodio clave en la concreción de aquel golpe de Estado.
La entrevista tiene como principal hipótesis que Morales es el desestabilizador del gobierno de Arce.
Por estos días Arce enfrenta críticas por la escasez de dólares que afecta a la economía del país, la caída en la producción de gas y el aumento de precios en la comida. Además, mantiene una interna abierta con Morales para definir quién será el candidato del Movimiento al Socialismo (MAS) en 2025. Estos factores se sobreimprimen con el pasado reciente del Estado Plurinacional de Bolivia: golpe de Estado en 2019, restitución del discurso de la nación blanca y católica mediante, pésima gestión de la pandemia en 2020 por parte del gobierno de facto de Jeanine Áñez —signado por escándalos de corrupción—, elecciones victoriosas del MAS sin sus candidatos principales y las detenciones y posteriores encarcelamientos de Añez y Luis Camacho, líderes de la oposición y autores del golpe.
Zúñiga dice:
— A esos señores no les interesa la patria, los niños o la sociedad, les interesa la plata, los negocios, son verdaderos demagogos que se han hecho cargo en su momento del país. Son verdaderos vándalos que viven de la política, vándalos que han creado una estructura en el Estado y han hecho un modo de vida de nuestro Estado (...) Evo Morales es uno de los malos bolivianos.
La periodista se toma su tiempo para mostrar a Zúñiga como un buen padre de cinco hijos que antepone la patria a la familia. El militar dice que su misión es hacer cumplir la constitución y asegurar que Morales, quién estaría impedido por la carta magna, no vuelva a ser presidente del país.
—¿Cómo haría cumplir la constitución?
—Nosotros somos un brazo armado del pueblo, un brazo armado de la patria —dice Zúñiga.
Baja el telón por 48 horas
Segunda escena: el intento de golpe de Estado
Escenario: Plaza Murillo
26 de junio de 2024. Cerca de la dos de la tarde, el comandante Juan Jose Zúñiga encabeza un levantamiento con batallones de infantería mecanizada. Los militares toman la plaza Murillo de La Paz, donde están el palacio de gobierno y el Congreso Nacional. Con gases lacrimógenos y balas de goma la Policía reprime a simpatizantes del gobierno de Luis Arce Catacora que denuncian un intento de golpe de Estado.
Una tanqueta derriba la puerta y un grupo de militares entra en el palacio de Gobierno. Ahí, el comandante improvisa una conferencia de prensa.
—Vamos a recuperar esta Patria —dice.
El militar anuncia una reconfiguración del gabinete, exige la liberación de los “presos políticos” Janine Añez y Luis Fernando Camacho y de los militares procesados por el golpe de Estado de 2019.
El presidente lo enfrenta en el hall del palacio.
—Soy su capitán. Aténgase a mi orden. Devuelva a toda la Policía Militar a sus cuarteles en este momento. Si usted respeta el mando militar repliegue todas las fuerzas en este momento.
Luego de una reunión a puertas cerradas con el gabinete, Zúñiga abandona el Palacio. Arce remueve a la cúpula militar. Cerca de las 5.30 de la tarde, los nuevos comandantes llaman a la desmovilización de todas las unidades militares desplegadas a nivel nacional, sin hacer mayor énfasis en las acciones o intenciones concretas de Zúñiga.
El presidente y vicepresidente dan un discurso ante los manifestantes que tomaron la plaza y celebran el éxito de la resistencia ante el intento de golpe de Estado.
Tercera escena: los militares se repliegan
Escenario: puertas del cuartel militar
Horas después, Zúñiga se entrega a la policía. Antes, vuelve a hablar con los medios. Dice que el responsable de la acción militar es el presidente Arce, que la operación tenía por objetivo aumentar su popularidad política en un contexto de inestabilidad económica:
—El día domingo, en el colegio La Salle, me reuní con el Presidente y me dijo que la situación está muy jodida, que esta semana va a ser crítica y que era necesario preparar algo para levantar su popularidad. Yo le pregunté: ‘¿Sacamos los blindados?’ ‘Sacá’, respondió Arce. Entonces, el domingo en la noche ya los blindados empezaron a bajar seis cascabeles, seis urutús y más de 14 zetas del regimiento de Achacachi (...). Es un autogolpe.
Todas las facciones políticas, de derecha a izquierda, rechazan la acción militar. Añez y Camacho dicen que Zúñiga atentó contra la constitución y no debe ser apoyado. Evo Morales llama a la defensa de la democracia, anuncia un paro general y un bloqueo indefinido de carreteras. Lo respaldan las principales organizaciones sindicales campesinas del país y la Central Obrera Boliviana.
Ante este escenario, en las ciudades se reportan largas filas en mercados, supermercados y gasolineras por parte de personas que buscan acopiar víveres y alimentos ante una posible escasez producto de los bloqueos. En la ciudad de El Alto, donde se protagonizó uno de los episodios de mayor resistencia y represión durante el golpe de 2019, las juntas vecinales llamaron a asambleas de emergencia para resistir la sonata militar.
Poco después de las seis de la tarde, tras el repliegue de los militares, la población recupera la calma, sin tener muy en claro qué fue lo que pasó.
Una obra que no se entiende
El presidente Arce tiene abiertos dos frentes de conflicto. Uno con la “oposición”, que incluye desde los golpistas Camacho y Añez hasta el expresidente y eterno rival Carlos Mesa, a quienes deberá enfrentar en elecciones eventualmente. El otro con Morales. No se sabe quién de los dos será el candidato a presidente en 2025. O si, finalmente, irán por separado y Arce se arriesgará a una prácticamente inevitable derrota.
El levantamiento de Zúñiga dejó heridas. Sus declaraciones finales impactan en la legitimidad del gobierno frente a la sociedad, agravando la situación política del país. Además se expuso una fisura reabierta desde 2019: la cotidianeidad de las fuerzas militares en la democracia boliviana sigue vigente. Zúñiga es admirador de Hugo Bánzer Suarez, responsable de la primera dictadura de los ‘70 en el Cono Sur. Un gobierno acusado de asesinatos y torturas y de desarrollar un proyecto económico a merced de los intereses internacionales y a costa del empobrecimiento del pueblo boliviano.
El peso que tienen los tanques en las calles golpeando la puerta del palacio de gobierno y volviendo a las pocas horas a sus cuarteles no se diluye con el acto jurídico de la detención de Zúñiga. El golpe de Estado de 2019 aún no ha sido analizado y tramitado en su complejidad. Sin ir más lejos, en la columna “designación” del anexo sobre los presidentes de Bolivia en Wikipedia se puede leer “existe una controversia en la toma de mando presidencial de Jeanine Áñez” con dos notas que explicarían “las dos caras” del conflicto. Lo que pasó el 26/6 fue un golpe de estado y es preciso no vacilar en su nominación más allá de las conspiraciones a través de las cuales se está leyendo.
Muchas cuestiones quedan sin resolver: Zúñiga pidió la liberación de Añez y Camacho y ambos se expresaron en contra del intento de golpe; criticó a Evo Morales por intentar planear un golpe de Estado y lo dio él; afirmó estar dispuesto a ir preso y lo fue, pero no para defender a Bolivia sino para ir contra ella. Todo indica que esto no termina acá.