Cuando la escritora Camila Gutiérrez asistió a un concierto de la gira “Por siempre”, de Bad Bunny, sintió que él le estaba hablando directamente. “Vengo a traer la nueva religión”, dijo el cantante puertorriqueño. Y ella, que creció en una familia religiosa, que rompió todos los moldes, que ama el reggaeton, que inspiró la película Joven y alocada, lo sintió como un mensaje. Anotó la frase y no la olvidó. Se volvió una suerte de obsesión.
“Cuando una deja de ser religiosa en términos convencionales siempre aparecen cosas nuevas que van reemplazando ese huequito que quedó ahí. Para mí el reggaeton tiene que ver con esos reemplazos en mi vida, tanto en términos de obsesión como en términos de religión de lo no sagrado, de lo laico”, comenta en la oficina de su casa editorial, Planeta.
Esa obsesión se plasma, en parte, en su día a día: tiene una lista de reggaeton de más de 850 horas. En su perfil de Spotify tiene más de 170 playlists del género. La canción que escucha al levantarse –y que fue la primera en sonar en su celebración de Acuerdo de Unión Civil con Giorgio Jackson– es “Salgo pa la calle”, de Daddy Yankee.
También se percibe en su trabajo. La co-presentadora del podcast El amor según, autora de No te ama y Ni la música me consuela acaba de publicar Reggaetón Religión, un libro que recopila en sus quince capítulos las historias y las estrellas del género más caliente del siglo XXI.
No es solo una obra que habla sobre Daddy Yankee, Don Omar, Bad Bunny, Anitta, entre otros. Es un libro sobre amor, sexo y música. Algo que, en el reggaeton, “se manifiesta de todas las formas”.
“En general gente a la que no le gusta el reggaetón tiende a pensar que el amor no tiene tanta cabida en el género, que el sexo es como lo único que prima y que es todo como demasiado vulgar… A mí me impresiona cuando la gente dice ‘esta canción solo se trata de culo’, como si fuera irrelevante hablar de sexo, como si fuera algo banal, como si el sexo no fuera algo demasiado importante en la vida. Por otro lado, el amor se manifiesta de muchas formas: hay reggaetones que son muy sufridos en lo amoroso, como con Rakim y Ken Y y tienes reguetoneros que manifiestan como la ansiedad del amor y la angustia amorosa como Don Omar”, dice Camila.
Amor e indignidad
Cuando a Camila Gutiérrez le pidieron seleccionar canciones con O de Octubre para la página de Instagram Reguetón Renacentista, de obras de arte maridadas con buenos perreos, seleccionó varios extractos de canciones de amor: “ojitos chiquititos jugó contigo”; “oh, eh, oh, que ya no puedo vivir sin tu amor”; “oiga sinceramente: la relación se cancela”.
Ese tema universal también era parte del podcast que co-presentaba con Vicente Gutiérrez, El amor según. La premisa era clara: el amor se puede vivir de muchas formas. Frecolín como Don Omar, sufriente como Aventura, intenso como Julieta Venegas, zorrón chanteli como Arjona, definitivamente muerto de amor como Juan Gabriel, o Caliente y depresivo como Miranda.
–¿Dirías que eres una romántica empedernida?
–O sea, me gustan los reggaetones que son como bien rompe el suelo, pero sí, no solo en el reggaetón, en mi vida soy una persona muy adicta al amor, definitivamente. Cosas que he hecho antes, que no tienen que ver con este libro, también tienen de eso…
–¿Y cómo aplicas eso en tu vida? Pienso en tu Acuerdo de Unión Civil con Giorgio Jackson y que te fuiste a España a acompañarlo hace seis meses. ¿Sientes que esa manera de analizar las canciones la llevas a la práctica en tu vida?
–Igual yo no quiero hablar mucho de él… Pero sí, más allá de irme a España, soy de esas personas que se ha pasado en pareja desde que empezó a pololear. Tengo 38 años y empecé a pololear a los 13… De hecho, el libro que tengo ahora firmado con Planeta es una especie de diccionario amoroso que tiene que ver con la indignidad amorosa. Es algo que me convoca mucho así que estoy como Betty la Fea.
–¿Por qué la indignidad amorosa te convoca?
–Me da risa porque he estado ahí muchas veces. Siento que todos los consejos amorosos apuntan como a “sé digno, no muestres que te gusta lo suficiente” entonces creo que la gran tensión amorosa del mundo habita hoy día en ese espacio de cuánto te muestras, cuánto no te muestras y yo tiendo como a mostrar más de lo que debería mostrar. Podríamos decir que soy indigna.
–Hablabas que el reggaetón aborda mucho el amor y sexo, pero estas son temáticas universales. Pareciera que hay una suerte de hipocresía de las personas de no reconocer que esas temáticas también están presentes en el rock, la poesía, el cine y en todas las artes.
–Yo creo que al reggaetón se le pide mucho, se le pide cosas que no se le pide a ningún otro género ni ningún otro ámbito cultural, es como que se le pide un poco que eduque a tus hijos, pero ¿a una película le estás pidiendo eso? Y además de esa hipocresía está la cuestión de no darle el valor que tiene al sexo en términos de profundidad; de no darle el valor al baile como experiencia estética clave… El reggaetón es un género que cambió absolutamente todos los patrones de baile que había hasta entonces y hay gente que todavía piensa como “¿por qué el reggaetón es importante?”.
–Algo similar ocurre con las mujeres en Latinoamérica: a los hombres no se les cuestiona lo mismo que a nosotras…
–Claro, o digamos que podrían ir a preguntar de otra forma… La gente es súper lapidaria al tiro.
Reggaetón político
En el país donde las canciones más escuchadas tienden a ser de reggaetón, no es de extrañarse que varios episodios políticos se asocien a ese género musical.
Como cuando Zion compartió un video de Boric con la canción “Tu príncipe” de fondo. O cuando el presidente afirmó que le gustaba más el reggaetón old school. O cuando convirtieron el primer discurso del mandatario en una canción de reggaeton.
– Si Boric, Camila Vallejo y Giorgio Jackson fueran reguetoneros, ¿quiénes serían ellos?
–No, es que siento que me voy a meter en un problema si empiezo a contestar cosas tan vinculadas a gente de la política...
–Pensemos en el país entonces: ¿qué reggaetón aplica para el Chile de hoy?
–No sé si se puede decir que Chile es como X reggaetón…
–¿Por qué no?
–Porque sería como comprar una angustia gratis… Creo que más que quizás decir “Chile es como un reggaetón X”, hay que pensar de forma más amplia. Pensaría que quizás Chile tiene dos polos –como todos los países igual un poco– uno es como el “Gato Volador”, monótono y fome, otro como “Safaera”, que es absolutamente sorpresivo, nada lo ves venir y hay cambios y cambios. Eso es: Chile oscila entre “Gato Volador” y “Safaera”.
–Finalmente, ¿cuál sería el playlist de lo que se viene para ti?
–No sé porque cuando terminé el libro dije “ya, ahora voy a escuchar menos reggaetón, voy a escuchar más otras cosas, voy a escuchar como salsa, no sé, cosas que me muestren más perspectivas del amor” y no lo he hecho. He seguido muy pegada con el reggaetón, pero espero que la playlist de mi vida, mi vida, corra como puros reguetones felices, un eterno “Pa que lo pases bien”.