Informe: Ignacio Molina
La imagen se repite. Un cuerpo y otro cuerpo, y otro más. Un tumulto, la turba que se agrupa y forma una masa fuerte que puede derribar una valla. Para pasar, correr y en colectivo poder llegar a Daddy Yankee, a su imagen. Pelo fino y corte pulido. Pantalón, polera negra y un chaquetón mitad negro, mitad dorado que parece una capa de boxeador. Guantes. Cadenas gruesas brillantes. Lentes oscuros negros. Desde la masa no se puede ver, pero ahí están todos, cada uno reflejados en las gafas del Cangri.
Daddy Yankee se presentó ante unas 50 mil personas en el primero de los tres conciertos de la gira de despedida en Chile. La cifra no es exacta porque la productora que lo trajo, Bizarro, hace cuentas de que al menos 4.000 ingresaron al estadio sin pagar un ticket. Lo que sí se sabe es que el primer recital comenzó a las 21.15 clavadas con “Campeón”, canción que aparece en su regreso discográfico de este año, Legendaddy.
Horas antes del primer concierto en Santiago, Spotify mostraba en el Estadio Nacional una estatua de Daddy Yankee -que después será instalada en el Centro Comercial Subcentro, en la comuna de Las Condes- para celebrar que Santiago es la capital del streaming del reggaetón. El Cangri en Spotify tiene más de 43 millones de oyentes, de ellos 2 millones son de Santiago. Es decir, una tercera parte de los habitantes de la ciudad lo escuchan.
Daddy Yankee es la figura musical más importante a nivel hispanohablante de los últimos 20 años. Junto a DJ Playero hizo que el reggaetón saliera del barrio para instalarse en los canales de videos musicales a inicios de los 2000, en las plataformas de streaming. En las discotecas y en el baile se apoderó del cuerpo y el goce de cada clase social.
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Cuando se disipa el humo sale el Big Boss en medio plano, los ojos chinos, mirada fija, caminar lento y firme. Jockey negra New Era de los New York Yankees. Polera negra grande con la imagen del álbum La gran fuga, de Willie Colón y Héctor Lavoe, y un letrero que dice “mi gente”. A la foto de Willie de presidiario la tapan tres cadenas largas y pesadas de las que cuelgan las letras DY. El Cangri tira un verso: “aquí en la calle el más fuerte sobrevive”. En ese video de “Gangsta zone”, con los puños al frente, como en pose de box, el Cangri perrea a la vez que afirma cómo es su zona, su barrio.
Daddy Yankee demostró que se puede salir del barrio y triunfar. Es el artista más influyente y exitoso del género urbano. Habla de la zona gangsta, del barrio fino, de quien le dio lugar a su gente, como lo hicieron los raperos estadounidenses, y además les abrió el mapa a los latinos. A Bad Bunny y también a Polimá.
Escaló y obtuvo lo inalcanzable. Dinero, fama, autos, mujeres bellas, lujos, oro. Se colgó cadenas que, como para 50 Cent o Run-D.M.C., más que un adorno son un símbolo de conquista. El género urbano revierte y reivindica las cadenas. No son un objeto que simboliza la esclavitud, son el símbolo de llegar, de alcanzar un lugar.
Brega legal, o nos vamos a lo ilegal
Esto es negocio, pa', no lo cojas personal
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El 2010 en el estadio Bicentenario de La Florida el público de Rage Against The Machine saltó las vallas para ubicarse en el Rock Área, un eufemismo que usó la productora para denominar la ubicación más cercana al escenario y la más cara. En YouTube el video La Batalla de Santiago registró todo lo ocurrido. Periodistas y tuiteros hablaron de la muerte de la Cancha VIP. Una injusticia que se tuvo que combatir, dijeron. Y celebraron la hazaña.
A partir de los incidentes del primer concierto de Daddy Yankee en Chile, quienes fueron y no fueron no han dudado en llamar “flaites”, “cumas” e incluso “simios” a las miles de personas que se colaron a zonas de mayor precio o ingresaron sin entradas al show. Poco queda de los aplausos a la caída de la Cancha VIP de hace doce años. En la discusión se desconoce que quienes buscaron llegar a Daddy Yankee son quienes lo inventaron. La fiesta siempre fue de ellos.
Cada paso que doy se convierte en acontecimiento
Daddy Yankee no es un cantante, pa’
Daddy Yankee es un movimiento
Real
Las reglas de la productora del concierto y las autoridades fueron desoídas por miles de personas que se organizaron en redes sociales. En la invisibilidad de la virtualidad operaron contra quienes nunca los han querido ver. Que se pasaran a Cancha VIP es la reivindicación de su lugar frente a máximo exponente del reggaetón.
Pero ese público del reggaetón no se tolera. Aunque los progres digan lo contrario, este país no ha salido de la mirada prejuiciosa. En televisión y prensa escrita el universo de reggaetoneros y traperos aparecen más por líos con Carabineros que por logros artísticos. Y en la prensa mainstream se los suele reflejar menos como fenómenos culturales y más como géneros asociados a situaciones delictivas, como si se tratara de aprovechar los clicks que genera hablar de estos cantantes y beatmakers.
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El reggaetón es una fuerza de la naturaleza. Y el perreo es su manifestación. La DJ y cantante chilena Lizz plantea que en el reggaetón se construye identidad. “El perreo es una invitación a explorar”. En el olvido de sí mismo, el individuo no puede sino llevarnos a formas de explorar nuestra identidad. Nos perdemos en el perreo para reconocernos como uno más de la tribu.
En ese reconocimiento de sí mismo surge lo más parecido al orgullo flaite. El verdadero flaite, el cual no rehúye de su origen, por el contrario, le da una voz. El cantante de trap y reggaetón Ben Weapons lo explica mejor: “Yo soy flaite y lo digo con orgullo. El flaite anda haciendo plata, anda brígido, nítido”.
Para la cantante Tomasa del Real el trap habla acerca de las adversidades de venir de un barrio, de hacer arte referente a salir adelante, a surgir, mientras que en el reggaetón se rehúye a la adversidad a través del mantra del perreo. Un escape de los cuerpos.
Recapitulemos: en el concierto más importante de quien viene y surge desde el barrio, los seguidores que buscan encontrarse en el reflejo de las gafas del Cangri no estaban invitados. ¿Acaso tuvieron una real chance por acceder a las entradas? Porque, digámoslo, quienes ingresan sin pagar, quienes molestan, quienes provocan los desmanes son los que pusieron a Daddy Yankee en su trono.
Tú sabes que somos de calle
Hay cría y corazón siente el fuego
Las reglas del juego las pongo yo
Porque somos de calle
El 27 de septiembre en el Estadio Nacional, en la cancha que ya no es VIP y con el Cangri de fondo, los cuerpos se sacudieron frenéticamente a la vez que las reglas se revirtieron. Tom Morello, guitarrista de Rage Against The Machine, dio sobre el público que era el más salvaje de la historia del rock and roll por matar el VIP. Hoy esto es visto como una deuda civilizatoria. El perreo salvaje no es para los pobres.