Crónica

La gestión cultural en la era Boric


El dolor del arte en la esperanza de un ministerio

El presidente Gabriel Boric dio a entender que los problemas en el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio se debían a temas económicos. Pero van mucho más allá de esto. En esta crónica, Elisa Massardo expone las dudas sobre cómo ejecutar el presupuesto, llegar a consensos más amplios y dejar atrás lineamientos históricamente cuestionados en el mundo de las artes.

“Poner los recursos donde uno pone las palabras”. 

Con esa frase el presidente Gabriel Boric inauguró el Mercado de las Industrias Culturales del Sur (MICSUR). Dos días antes, se resucitaba la Bienal de Valparaíso, y pocos días después, coincidiendo con el evento de cierre de MICSUR, se iniciaba la Bienal de Venecia -donde gran parte del ministerio y la misma directora del Museo Nacional de Bellas Artes, debían estar presentes-.

Sin desmerecer la importancia de MICSUR, ¿qué podemos entender del discurso del mandatario? Que las problemáticas que inundan al Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio (Mincap) se vinculan a temas económicos, tras abocar a quienes consideran “superfluos” los gastos en cultura; sus menciones a la minería y la responsabilidad que entregó a tanto a la pandemia como a la precarización histórica del sector. Finalmente, ese mismo 17 de abril, el mandatario resuelve en los mismos términos anunciando, para este año, un aumento del 60% del presupuesto público, alcanzando así el tan prometido 1% en cultura, tras diversas críticas que se han realizado durante los últimos meses desde el gremio.

Aún quedan dos años de gobierno, dijo la ministra Carolina Arredondo, luego de que la actriz Amparo Noguera acusara que la cultura no ha florecido con este gobierno. Defensa que se dió luego de los paros de funcionarios; de las ofensas a las instituciones y organizaciones culturales que se han visto desprotegidas y con actividades pausadas tras el Caso Convenios y de los tan mencionados errores que han implicado cambios de ministros y subsecretarias, junto al rechazo de la invitación a la Feria de Frankfurt; el no pago del pabellón de la Bienal de Venecia; entre otros. ¿Realmente los problemas del rubro se deben exclusivamente a la falta de recursos?

–El problema con el 1% en cultura es cómo se va a ejecutar, ¿qué tan capaz es el ministerio de cumplir? Una cosa es tener plata y otra es saber ejecutarla –señala una fuente anónima que trabaja dentro del Mincap. 

–El ministerio carece de una hoja de ruta que avance hacia objetivos y lineamientos concretos, cada cambio se traduce en un empezar desde cero –explica Claudio Fuentes, director de Santiago OFF. 

Antes de que se creara el ministerio, “se hicieron los objetivos y se suponía que con eso se iba a echar a andar, pero a mi juicio esto ha caído en una máquina pesada, más bien una agencia de empleos”, explica Milan Ivelic, quien estuvo a cargo de la Comisión Asesora Presidencial (conocida como Comisión Ivelic), durante el gobierno de Eduardo Frei y quienes recomendaron la “creación de un Consejo Nacional de la Cultura y las Artes”, institución antecesora del Mincap. 

–Lo encuentro super bueno, pero tiene que ir acompañado de una relación con las comunidades e instituciones público-privadas. Eso requiere de consensos más amplios. Este gobierno no podrá hacerlo solo– dice otra fuente anónima que dirige una fundación vinculada al patrimonio. 

Según los cuestionamientos que genera el 1%, desde el Mincap señalan que su objetivo principal es avanzar en el ejercicio de los derechos culturales de la ciudadanía, aumentando niveles de participación, con mayores posibilidades para que las comunidades potencien sus expresiones, identidades y patrimonios. Además, en una primera etapa consideran esencial, potenciar, rediseñar o crear nuevos programas y medidas; junto a robustecer sus capacidades institucionales para ejecutar los recursos de buena forma. 

El anuncio del 1% sacó aplausos otra vez porque es realmente necesario para un ministerio que tanto dolor de cabeza ha dado a otros gobiernos, porque cuando el rubro grita, lo hace con fuerza; sin embargo, en este periodo está tranquilamente navegando por la tormenta y cada vez que alguien sale a hablar, 10 más salen a defender, ¿pero qué defienden? Si los problemas internos del ministerio continúan; si el año pasado no pudieron gastar el presupuesto completo, lo que implicó “devolver platas, y ese es el peor pecado en la administración pública. Demuestra que no sabes ejecutar o no sabes planificar”, explica la fuente interna del ministerio. 

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La complejidad del ministerio, probablemente, se deba a lo nuevo de su existencia. Menos de 10 años y, claro, aún no tiene una orgánica estructural que permita fortalecer sus acciones, por lo que suelen ocurrir situaciones en las que se cruzan ciertos trabajos, de la Dibam y la subsecretaria del Patrimonio, por ejemplo. Y es que cuando se reunieron las instituciones que ya existían en este nuevo órgano (Consejo de la Cultura, Dibam y Consejo de Monumentos Nacionales), no se resolvió de forma inmediata el tema de la organización. Así, su misión de “colaborar con el Jefe de Estado en el diseño, formulación e implementación de políticas, planes y programas que contribuyan al desarrollo cultural y patrimonial de manera armónica y equitativa en todo el territorio nacional”, se hace complicada. Desde el Mincap, señalan que están finalizando el proceso para concretar la orgánica del ministerio, recogiendo las últimas opiniones y observaciones de gremios, diversos departamentos, unidades y áreas de la institución. 

Pareciera ser que el aumento de presupuesto sí tiene lineamientos claros y que la escucha hacia los diversos estamentos que sostienen al aparato público están siendo consideradas para poder armar un aparataje que dé respuestas a las necesidades de los diversos actores culturales, desde las y los espectadores hasta artistas y organizaciones. 

Sin embargo, el panorama ha sido complejo para la administración actual. Los cambios de ministros, a pesar de que pareciera no afectar al funcionamiento interno de la institución, dada la fuerza práctica de las subsecretarías, sí afecta a fundaciones como Santiago OFF que llevan 10 años vinculadas al Ministerio: “cada cambio implica cambios en sus lógicas de distribución presupuestaria. Las organizaciones de la sociedad civil no logran planes de gestión a más de un año. Han existido programas muy interesantes para el desarrollo del sector, pero muy pocos han permanecido vigentes”.

Se esperaba que este gobierno modificara ciertos lineamientos históricamente cuestionados, como la dependencia de los fondos concursables que no consideran la continuidad de los proyectos, nuevas formas de financiamiento y el fortalecimiento de los Programa de Apoyo a Organizaciones Culturales Colaboradoras (PAOCC). Nada de esto ha pasado. Recordemos, el rol del ministerio “no es crear cultura, tiene que colaborar con los centros privados o públicos y ayudarlos a que la cultura renazca, se desarrolle y se muestre”, explica Ivelic.

Se tiende a pensar que el MINCAP no ha contado con el respaldo suficiente desde el Congreso, porque la falta de apoyo para situaciones tan aclamadas y vociferadas como eliminar el impuesto al libro, pero, ¿de quién depende generarlos? Para Ivelic el problema es evidente: 

–El congreso no habla de la cultura. Si los diputados no son gente culta, ¿qué van a promover?

Hace poco más de un mes los funcionarios del Mincap pidieron la destitución del Jefe de Gabinete, Gonzalo Pinto Muñoz, porque no tenía título universitario. El ministerio respondió que es una persona de confianza, con más de 10 años de experiencia, que está terminando de estudiar Administración Pública. He aquí un rol que es netamente político y que podría generar apoyos, sin embargo, ¿qué políticas públicas ha realizado o presentado este ministerio? Un jefe de gabinete puede carecer de conocimientos específicos y desempeñarse políticamente de manera extraordinaria, pero lo que sabemos de Pinto es que ha sostenido reuniones con organizaciones y fundaciones donde “se presenta como un desconocedor de los procesos culturales. En las reuniones con él no se logra concretar nada”, explica Fuentes. 

A pesar de lo anterior, esta administración ha logrado la aprobación de la “Ley de Exención del IVA para Servicios Culturales”, que permite que las asociaciones culturales puedan acceder a la exención del pago del IVA aunque no estén compuestas necesariamente por profesionales; y la “Ley de Publicidad de las Sesiones del Consejo de Monumentos Nacionales”, que incorporará a la Ley N° 17.288 la obligación de que las sesiones que realice el CMN puedan ser transmitidas públicamente, con el objetivo de resguardar la transparencia de la función pública. 

Además, según explican desde el Mincap, hay tres proyectos de ley en trámite: “Protección y Fomento de la Artesanía”, esta ley buscará que el Estado reconozca la práctica artesanal y sus cultores y cultoras; crear nuevos instrumentos de participación, entre otras; “Entrega Anual del Premio Nacional de Literatura”, retomando un formato que existió desde el 1942 a 1972; y “Ley Balmes”, que regulará determinados derechos de autor en materia de propiedad intelectual respecto de los artistas y creadores de obras audiovisuales de imagen fija y obras de arte gráficas y plásticas. 

Así también están trabajando en la presentación de cuatro proyectos de ley, considerando las indicaciones al proyecto de Ley de “Patrimonio Cultural”, que sabemos se realizó de manera muy profesional y con gran participación de la sociedad civil; “Reactivación Económica del Turismo”; “Ley de Archivos”; y “Ley de Artes de la Visualidad”.

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Siempre es lamentable comparar las administraciones, pero en una institución tan joven se hace un poco inevitable: 

–El subsecretario anterior [gobierno de Piñera], que era abogado, era sumamente reacio a hacer convenios, por ejemplo, y ¿qué fue lo que pasó con este gobierno?, ¿Con qué cayeron? Con los convenios –dice la fuente del Mincap.

El segundo semestre del año pasado se suspendieron todas las transferencias directas y convenios. Esto afectó directamente a sus funcionarios, a las actividades planificadas, a las fundaciones, a los agentes culturales, desde artistas hasta espectadores. “En el oficialismo provocó una estrategia de repliegue y desconfianza que perjudicó a las organizaciones colaboradoras, únicas capaces de administrar recursos, diversificar su distribución y aportar en la dignificación de nuestras actividades. Generó estragos que desembocaron en la no utilización total del presupuesto. Lo que se contradice con el aumento presupuestario y la tan anhelada meta del 1%”, explica Fuentes.

“Es complicado, porque una licitación en cultura no es como la de hacer casas, que son todas iguales. Y Contraloría trata de estandarizar procesos, pero en cultura eso es muy difícil, es muy cualitativo”, señala la fuente vinculada a fundaciones, y explícita que en el Caso Convenios, a su fundación junto a otras, se les invitó a dedo, considerando -en algunos casos-, la experiencia que tenían, pero en otros, al parecer solo fue por avaricia, como en Democracia Viva. Aún así, el programa era complejo ya que no pedían boleta de garantía y los informes de rendición no eran revisados; ante lo que las fundaciones quedaron desprotegidas y tras lo que se han visto fuertemente perjudicadas.

Este proceso que dañó a nivel país la imagen de las fundaciones, ha sido sumamente complejo y ha dejado en situaciones complicadas a ciertas instituciones que habitualmente ya se encontraban precarizadas, como a la Fundación Iglesias Patrimoniales de Chiloé (FIP), quienes enviaron una carta abierta -el año pasado-, al Presidente Boric, señalando: “las enormes dificultades que enfrentamos para la necesaria conservación y puesta en valor de este patrimonio de la humanidad (...). tanto éste, como otros sitios patrimoniales en el país, actualmente dependen de la voluntad de organizaciones civiles. Han subsistido y se han desarrollado sin el apoyo financiero permanente del Estado el cual, cabe recordar, tiene un compromiso legal con estos espacios patrimoniales”. 

Las Organizaciones Culturales Colaboradoras, como las fundaciones y Ongs, cumplen un rol vital para que el Estado pueda realizar sus funciones en el rubro de las artes y culturas. No solo por las complejidades organizacionales o administrativas que puedan tener; sino por la falta de personal, de presupuesto y otras tantas problemáticas que se resuelven a través de estas organizaciones. Sin embargo, con el Caso Convenios, estas instituciones han resentido la falta de cuidado, de defensa sobre sus labores, a pesar de que el Estado sigue contando con ellas.

A esto se suman los problemas de la continuidad de los programas, porque, tal como señala la misma fuente: “Hacemos el trabajo y no lo hacemos tan bien tampoco, porque vivimos del piloto, del piloto, del piloto, o sea vivimos de puros Fondart”. Para Fuentes, el problema radica en lo mismo: “Nos hemos encontrado un patrón administrativo en el que el diálogo siempre deriva en la necesidad de generar diagnóstico tras diagnóstico y no se ha avanzado en la elaboración de medidas, estrategias y políticas públicas”.

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Cuando se creó la Comisión Ivelic, había esperanza de que una institución como el Mincap logrará subsanar la deuda que la dictadura dejó en las culturas, las artes y el patrimonio. Hay esperanza, con este gobierno, de que la cultura florezca. 

Pero, al mismo tiempo, las instituciones culturales estaban disgregadas: “interesadas en desarrollar la cultura, pero cada una lo hacía a su manera. Eso dispersa fuerzas, financiamiento y hace que las cosas se detengan -señala Ivelic-. El temor era (...) un organismo burocrático, muy pesado y lento”. El problema aquí pareciera ser que esa pesadez y lentitud, no solo tiene que ver con la administración. 

Quien ha postulado a los Fondos Concursables sabe que su revisor de proyectos tendrá otros cientos más a su cargo y que, por tanto, el tiempo que destinará a cada uno es prácticamente inexistente. Están siempre saturados de trabajo y eso fue la causa de uno de los paros del año pasado, pero también la creación de los Puntos de Cultura y de tantas actividades que está realizando en el ministerio sin la dotación de personal necesaria. 

En ese sentido sí, siempre es necesario más presupuesto, pero con enfoques claros: integrar más personal capacitado, con experiencia, capaz de generar diálogo, considerar y valorar a las comunidades y la sociedad civil. Establecer una hoja de ruta y avanzar en una administración eficiente. “No por el hecho de haber creado el Ministerio de las Culturas, se iba a echar a andar el proceso de cultura. Es un trabajo muy lento y largo. Tiene que ser muy dinámico, obsesivo, llegar a todas partes, tirar mensajes por todos los medios. Para que la gente acuda y crear lo que no existe”, finaliza Ivelic. 

Al parecer las necesidades de una administración estable, segura, que permita la integración y el respeto a sus aliados, se hace tan fundamental como tener una orgánica establecida donde los departamentos no se crucen en sus labores; sino que puedan ejecutar tanto recursos, como al personal de manera eficiente para que la cultura florezca, llegando a cada rincón del país, para que el rubro se profesionalice y cortemos con la precarización histórica y para que los daños que ya existen se acaben, ya sea en este gobierno o en los que vendrán.