La campaña de segunda vuelta de la elección de Gobernador de la Región Metropolitana está desatada. Claudio Orrego compite contra Francisco Orrego. El Orrego bueno (Claudio) contra el Orrego malo (Francisco). El Orrego que tiene experiencia y el que no. El Orrego rico contra el pobre (así etiquetó a Francisco el siempre errático Mauricio Morales).
Claudio Orrego, el político que atravesó campañas presidenciales (“¿Creo en Dios y qué?”) y que transformó la Gobernación de Santiago en un sillón apetecido gracias al trabajo constante y a su inagotable obsesión por los acuerdos, se enfrenta al vociferante panelista de Sin Filtros, el partido electrónico más dañino del que se tenga recuerdo.
Apoyado en la vitrina que le da ese programa, Francisco Orrego navega entre la ambición desmedida y los espacios en medios digitales identificados con la derecha como El Líbero, donde contó como aspiraba a ser candidato a algún cargo y declaraba su admiración pública hacia Claudio Orrego, el mismo con el que confunde su apellido y al que ahora insulta con la facilidad de un niño enojado.
La descalificación como combustible
Francisco Orrego estudió Derecho en la Universidad de Chile y se encontraba en los pasillos con el hoy Presidente Gabriel Boric (ambos nacieron en 1986). Fue allí que se ganó el apodo de Miss 17
por el tiempo dedicado a ser el puntero político piñerista de su generación y los estudios de Derecho, año tras año estancados en la Universidad de Chile.
En 2021 apareció como panelista de Sin Filtros y Radio Agricultura, nuestros FOX News, y al año siguiente fue adoptado como vocero por la organización “Con mi plata no”, que se opuso a toda reforma al sistema de las AFP.
Su sello es el griterío y la descalificación verbal contra los contendores y críticos que le hacen perder el control, y que, mientras las cámaras están encendidas, lo llevan a transformarse en un energúmeno. Un Milei Fruna.
Claro que a Milei hay que darle el mérito de los libros mal leídos. A Orrego, el del gusto por las guayaberas.
¿Qué representa Francisco Orrego en la política chilena? Algunos le otorgan un confuso e impreciso valor del hijo del esfuerzo. Veamos.
Nacido en Viña del Mar y criado en Quilpué, Pancho Orrego estudió en el colegio donde la clase alta pone a sus niños en Villa Alemana, el Champagnat, de la congregación Marista.
En la Universidad de Chile, formó parte de la Centro Derecha Universitaria (CDU), una especie de microcosmos del conservadurismo. Durante esos años universitarios, el joven Orrego no solo se enfrentó a figuras como Camila Vallejo en las elecciones estudiantiles, sino que además cimentó una relación simbiótica con Carlos Larraín, patriarca de Renovación Nacional y mentor de nuevas generaciones de jóvenes derechistas.
La conexión con Larraín señaló para Orrego una relación ambivalente con el poder: en el discurso, él era un outsider, pero en el fondo estaba bien respaldado por los engranajes tradicionales de la derecha.
En julio de 2023, se informó que Orrego iba a ser parte de una lista para la presidencia de RN, acompañado por Carlos Larraín y la diputada Camila Flores. Esta alianza fue vista como un intento de Larraín por mantener su influencia en el partido a través de Orrego. Finalmente la lista en que competía el panelista de Sin Filtros salió derrotada.
A medida que Francisco Orrego se forjaba una imagen pública, su discurso comenzó a incorporar referencias a un pasado personal de bullying y marginación que, según él, le otorgaron la "bencina para seguir pegando".
Al igual que Javier Milei en Argentina, Orrego ha buscado transformar su historia personal en un combustible que alimenta su narrativa. "La política es mi terapia", señaló en una entrevista en el canal Via X.
Sin embargo, esta "terapia" parece haberse convertido en un juego de máscaras, donde cada postura y cada gesto lucen calculados para satisfacer a diferentes audiencias hasta encontrar a ese “Facho pobre” al cual aleona en forma constante.
Este arquetipo sería un hombre de unos 40 años, frustrado por promesas jamás cumplidas, que espera que las autoridades llenen sus bolsillos de dinero y que ignora cualquier “ismo" que no sea el machismo. Es decir, una máquina de rabia e incomprensión de un mundo que cambió.
Amigo de la controversia
Francisco Orrego no le hace el quite a la controversia. Más bien se alimenta de ellas.
Fue declarado prófugo de la justicia en 2022 por no presentarse a audiencias relacionadas con un accidente de tránsito en 2020. Las acusaciones de conducción en estado de ebriedad y sin licencia golpearon su imagen, aunque él se apresuró a negar los cargos y a lanzar contraataques legales contra quienes, según él, difundieron "información falsa".
Este episodio solo fue uno de los varios momentos en los que su nombre apareció en titulares por razones que poco tienen que ver con propuestas políticas y mucho con conflictos personales y controversias mediáticas.
En octubre de 2024, Orrego fue condenado por injurias hacia Josefa Barraza, directora de El Ciudadano. El tribunal le ordenó ofrecer disculpas públicas y a expresarlas en cámara en el programa "Sin Filtros", el mismo lugar donde emitió los comentarios ofensivos hacia la periodista.
Durante las recientes elecciones del 26 y 27 de octubre de 2024, Orrego realizó un llamado a votar por él en una transmisión en vivo en Chilevisión, acto que infringió la conocida normativa que prohíbe la propaganda el día de los comicios. El Servicio Electoral, Servel, confirmó la recepción de denuncias al respecto.
Unos días antes, en el mismo mes de octubre, Orrego denunció haber sido agredido físicamente mientras realizaba actividades de campaña en la comuna de Ñuñoa. Hasta hoy no sabemos nada del eventual culpable, e incluso hay algunos detractores plantean que esta fue una performance para llamar la atención.
Apoyar a figuras controvertidas tampoco es un problema para él; es parte de su estrategia para mantenerse en el centro de la atención.
Así, Orrego ha sido un defensor acérrimo de Marcela Cubillos Sigall, exministra de Educación y derrotada candidata a alcaldesa de Las Condes, quien fue cuestionada por recibir astronómicos pagos en la Universidad San Sebastián mientras el Ministerio de Educación destinaba millonarios fondos públicos hacia dicha institución.
Transformación camaleónica
Francisco Orrego es muy amigo de Sebastián Eyzaguirre, también conocido como “VIF Tannen” en el ambiente. Productor de Sin Filtros, Eyzaguirre mantiene la esperanza de ganar una de todas las candidaturas que ha lanzado en su plataforma televisiva.
Ya cayó Iván Poduje en la elección de alcaldes, en tanto Aldo Duque y Gabriel Alemparte ni siquiera llegaron a conseguir su nominación como candidatos. Por eso hoy todas sus fichas están puestas en Orrego.
Francisco Orrego quiere terminar con esta “maldición” de Sin Filtros y con este fin incluso se lo ve dispuesto a negar su naturaleza. En un video recién salido para la campaña de segunda vuelta, dice que “va a cambiar el tono”.
A nivel de imagen, la figura de Pancho Orrego apuesta por una aparente transformación estética y discursiva, en busca de un público al que, en el fondo, parece ajeno. Vestido a menudo con guayaberas y vistosas camisas floreadas, intenta proyectar un rostro de cercanía y modestia que suena a impostura.
En los programas de televisión, se presenta de una manera vehemente y en sus redes luce otra cara, más cordial, y ajusta su estilo para adaptarse a cada contexto, en una suerte de camaleónica performance.
Esto refuerza la idea de que Orrego más bien es parte de una élite mediática que juega a ser populista, pero que en realidad busca consolidar su influencia en los mismos círculos que critica.
Quizás Orrego no necesita ser más que un tamagotchi en la casa de unos amigos que lo invitan a El Toro de Vitacura (propiedad de Chris Portugal, su compañero en Agricultura) y se ríen con él de sus chambonadas cada jueves. Un personaje folclórico. Un buen salvaje.
Estrategia de confusión
Para algunos, Francisco Orrego representa una nueva cara de la derecha chilena, un "self-made man" que, al igual que Claudio Orrego, busca hacerse un nombre en la política.
Sin embargo, los paralelismos entre ambos no son meros detalles de identidad sino que forman una estrategia consciente de confusión.
Francisco Orrego se ha beneficiado de la similitud de su apellido con el de Claudio, para generar una especie de espejismo político que muchos consideran deliberado.
Francisco "Pancho" Orrego es el reflejo de una tendencia creciente en la política y que consiste en levantar personajes que, en lugar de ofrecer ideas y propuestas concretas, construyen una narrativa basada en la identidad, su pasado y su habilidad para capitalizar cada conflicto, cada ofensa, como un eslabón más en su carrera.
Esta táctica puede funcionar en el corto plazo, pero plantea una pregunta de fondo sobre la calidad y el propósito de los líderes que aspiran a representar a la ciudadanía en Chile.
¿Es Pancho Orrego, con su falta de experiencia en el ámbito público, su capacidad de disfrazarse (hoy dice en su campaña que cambiará el tono) y su look desaliñado lo que el país necesita para gobernar su capital? Al final, ciertamente son los electores quienes deciden. Pero hay algo que está claro: si esto fuese una partida de Among Us, Pancho Orrego es el impostor.