Ensayo

Cosmopolítica y Antropoceno


Hacia una nueva conciencia social y política

En la encrucijada del Antropoceno, la era geológica definida por el impacto humano en el planeta, y la Cosmopolítica, una filosofía que amplía la esfera de lo político más allá de lo humano, se abre un espacio crucial para la reflexión y la acción. En este ensayo, el sociólogo Juan José Berger explora cómo ambos conceptos pueden contribuir a una conciencia social que responda a los desafíos ecológicos y éticos del presente.

En la era contemporánea, la intersección de la Cosmopolítica y el Antropoceno ha emergido como un campo fértil para la reflexión sobre la conciencia social y política. 

Dos pensadoras prominentes en este ámbito, Isabelle Stengers y Donna Haraway, ofrecen marcos teóricos innovadores que nos permiten reconfigurar nuestras comprensiones de las relaciones entre humanos y no-humanos, y las implicaciones de estas relaciones en un planeta profundamente transformado por la actividad humana. 

Este ensayo explora cómo los conceptos de Cosmopolítica y Antropoceno pueden contribuir a una conciencia social y política que responda a los desafíos ecológicos y éticos del presente.


El término Antropoceno, popularizado por científicos como Paul Crutzen, describe la era geológica marcada por el impacto de la actividad humana sobre el planeta. Sin embargo, esta narrativa ha sido criticada por su enfoque excesivamente antropocéntrico. 

Donna Haraway propone utilizar el Cthuluceno, un término tomado de la mitología del escritor estadounidense H.P. Lovecraft, como una crítica al Antropoceno y una invitación a pensar en una era de cohabitación y supervivencia multiespecie. Haraway recurre a la figura de Cthulhu en su concepto de Cthuluceno como una metáfora para expresar una crítica a las narrativas antropocéntricas del Antropoceno y proponer una visión alternativa del mundo. 

Cthulhu, la criatura cósmica creada por Lovecraft, es una figura que representa lo inconmensurable, lo caótico y lo tentacular, lo que Haraway considera características clave para pensar en la complejidad y las interdependencias que configuran la vida en la Tierra.

El Cthuluceno reconoce las interdependencias y las relaciones tentaculares que entrelazan a todas las formas de vida. Desafía la idea de que los humanos son los únicos responsables de la salvación del planeta y nos invita a reconsiderar nuestra relación con la tecnología y las soluciones tecnológicas. El Cthuluceno ofrece una nueva forma de abordar la crisis ecológica, una que no se basa en la culpa o el miedo, sino en la posibilidad de crear nuevas formas de vida en común.

Así emerge un concepto que es una crítica y alternativa al Antropoceno, una era marcada por el impacto humano en el planeta. Mientras el Antropoceno enfatiza la centralidad de los humanos como destructores o salvadores de la Tierra, el Cthuluceno nos invita a pensar en términos de interconexión, cohabitación y cooperación multiespecie. 

Al adoptar la metáfora de Cthulhu, Haraway nos recuerda que la vida en la Tierra no es controlada ni dirigida exclusivamente por los humanos, sino que es el resultado de redes tentaculares y caóticas que entrelazan a todas las formas de vida. El Cthuluceno nos desafía a repensar nuestra relación con el planeta desde una perspectiva más humilde, colaborativa y abierta al caos y la complejidad que caracteriza la vida en común.

El concepto de Antropoceno, según Donna Haraway, se entrelaza de manera compleja con su propuesta del Cthuluceno, desafiando la interpretación convencional de esta era geológica y abriendo un espacio de reflexión más amplio sobre la agencia y la cohabitación multiespecie. 

Haraway toma el término Antropoceno —que señala el impacto irreversible de la actividad humana sobre los sistemas terrestres— y lo critica por su enfoque centrado exclusivamente en la responsabilidad humana, muchas veces teñida de culpa y con una visión apocalíptica del futuro.

En lugar de adoptar esta narrativa de colapso inminente, Haraway propone el concepto del Cuthuluceno, una era alternativa que enfatiza la interdependencia y coevolución de los seres humanos con otros seres vivos y sistemas tecnológicos. 

Este enfoque, influido por la deidad Cthulhu de H.P. Lovecraft, resalta el carácter tentacular y entrelazado de todas las formas de vida, un tema recurrente en su obra, que invita a imaginar redes de relaciones y colaboraciones más allá del ser humano.

Haraway señala que la noción misma de Antropoceno refuerza una perspectiva antropocéntrica, donde el ser humano sigue siendo el centro del relato. Con el concepto del Cthuluceno, introduce una época que pone énfasis en las redes interconectadas de vida en la Tierra, y que integra tanto a seres humanos como no-humanos.

El Cthuluceno de Haraway se fundamenta en la idea de que la vida no puede ser comprendida de manera aislada; los humanos coexisten y coevolucionan con otras especies y sistemas, formando una red entrelazada de relaciones ecológicas, tecnológicas y sociales. 

Al criticar las narrativas del Antropoceno que se centran en la culpabilidad humana y el apocalipsis, Haraway propone un enfoque que favorece la colaboración multiespecie, y que llama a encontrar formas de cohabitar y prosperar juntos en medio de la crisis ecológica global. 

En esta visión, la agencia de los no-humanos es clave. Donna Haraway rechaza la idea de que los humanos puedan redimir el planeta por sí solos; en cambio, aboga por alianzas activas entre especies para enfrentar los desafíos contemporáneos. Así, el Cthuluceno no solo es un llamado a reconocer nuestra interdependencia, sino también una invitación a crear futuros más equitativos y sostenibles en colaboración con los otros seres que habitan la Tierra.

La Cosmopolítica de Isabelle Stengers propone una transformación radical de la política al desafiar la dicotomía tradicional entre naturaleza y cultura. 

La autora belga aboga por una política que incluya no solo a los humanos, sino también a los no-humanos, reconociendo sus agencias (es decir, capacidad de acción e intervención en el mundo) y contribuciones a la vida en común. Esta perspectiva nos invita a cuestionar la hegemonía del pensamiento antropocéntrico y a considerar las múltiples formas de existencia y acción que conforman nuestro mundo.

Esta forma de entender el mundo no se limita a incorporar a los no-humanos como meros objetos de consideración política, sino que busca transformar la propia práctica política. Stengers nos llama a cultivar una actitud de humildad y respeto hacia la diversidad de seres y fuerzas que cohabitan el planeta, reconociendo que la política no es un asunto exclusivo de los humanos, sino un proceso de negociación y colaboración entre múltiples actores. 

Este enfoque no se trata simplemente de añadir actores no-humanos a la esfera política, sino de transformar radicalmente nuestra comprensión de lo que significa hacer política.

Stengers argumenta que la política tradicional ha estado demasiado centrada en las relaciones de poder entre los humanos, y ha ignorado las relaciones entre los humanos y los no-humanos. Esto ha llevado a una visión de la política como un asunto de dominación y control, en lugar de como un proceso de cooperación y colaboración.

La Cosmopolítica de Stengers ofrece una alternativa a esta visión tradicional de la política. Ella propone una política que se base en el reconocimiento de la diversidad de seres y fuerzas que cohabitan el planeta, y en la negociación y la colaboración entre estos seres. 

Esta política sería más democrática, más sostenible y más justa que la política tradicional. A su vez, es una visión radical de la política, pero es también una visión necesaria. Si queremos crear un mundo más justo y sostenible, necesitamos una política que incluya a todos los seres del planeta, no solo a los humanos.

La Cosmopolítica y el Antropoceno, tal como las articulan Stengers y Haraway, convergen en una llamada a una nueva conciencia social y política. Esta conciencia se basa en el reconocimiento de la interdependencia de todas las formas de vida y en la necesidad de construir relaciones más equitativas y respetuosas con el mundo que nos rodea.

Esta nueva conciencia socioecológica nos desafía a repensar nuestras prácticas políticas y éticas. Nos invita a cuestionar las estructuras de poder que perpetúan la desigualdad y la explotación, tanto entre humanos como entre humanos y no humanos. Nos llama a desarrollar nuevas formas de solidaridad y colaboración que trasciendan las fronteras tradicionales de la especie y la nación.

La Cosmopolítica y el Antropoceno (considerando el Cthuluceno como eje crítico) nos ofrecen un marco teórico poderoso para abordar los desafíos del siglo XXI, desde el cambio climático hasta la pérdida de biodiversidad, pasando por la desigualdad social y la crisis de la democracia. 

Al reconocer la agencia de los no-humanos y la interconexión de todas las formas de vida, estas perspectivas nos brindan herramientas para imaginar y construir futuros más justos, sostenibles y resilientes.

La Cosmopolítica y el Antropoceno, como se entienden a través de Stengers y Haraway, convergen en una invocación urgente a una conciencia social y política que reconozca la interdependencia y la co-evolución de todas las formas de vida. Esta conciencia desafía las narrativas dominantes que han sostenido la explotación y degradación ambiental, para proponer, en cambio, un ethos de cuidado, respeto y responsabilidad compartida. 

Stengers y Haraway nos invitan a imaginar y practicar una política más allá del Antropocentrismo, donde las decisiones políticas se tomen teniendo en cuenta no solo los intereses humanos, sino también las necesidades y agencias de otros seres. 

Esto requiere una transformación profunda de nuestras instituciones y modos de vida, una reevaluación de nuestras prioridades y valores, y una disposición a escuchar y aprender de las múltiples voces que cohabitan nuestro mundo. Stengers y Haraway nos invitan a reconsiderar nuestras prácticas políticas, ecológicas y sociales, reconociendo la agencia de los no-humanos. Proponen un enfoque inclusivo que reconozca la interacción de todas las formas de vida, buscando soluciones colaborativas y respetuosas con el mundo.

La Cosmopolítica y el Antropoceno, según las pensadoras contemporáneas Isabelle Stengers y Donna Haraway, nos invitan a desarrollar una novel conciencia social y política que trascienda el tradicional antropocentrismo. Esta perspectiva extiende la esfera política, y reconoce la agencia de los entes no-humanos y la profunda interdependencia de toda vida en nuestro planeta.

Enfrentar los retos ecológicos y sociales actuales requiere una transformación radical en nuestras prácticas políticas y éticas. Esta transformación debe ser guiada por los principios de colaboración, respeto y sostenibilidad. La Cosmopolítica y el Antropoceno no solo diagnostican la crisis actual, sino que también ofrecen una vía hacia futuros resilientes y justos. 

La Cosmopolítica, según Stengers, es una política de mundos posibles, una política que se abre a la posibilidad de que otros mundos, otras formas de vida, otros modos de existencia, sean posibles. Esta política no se limita a los seres humanos, sino que incluye a todos los seres vivos, a todos los elementos de la Tierra.

El Antropoceno es la época geológica actual, en la que la actividad humana ha tenido un impacto significativo sobre nuestro planeta. Es una época de crisis, pero también es una época de oportunidad. Es una oportunidad para reevaluar nuestra relación con el planeta y con los demás seres vivos. 

La Cosmopolítica y el Antropoceno nos invitan a desarrollar una nueva ética de la convivencia, basada en el respeto a los demás seres vivos y en el reconocimiento de nuestra interdependencia. Esta ética debe estar guiada por los principios de justicia y sostenibilidad, con el propósito de crear un mundo en el que todos los seres vivos puedan coexistir en armonía.

La Cosmopolítica y el Antropoceno nos ofrecen una esperanza para el futuro. Nos muestran que es posible superar la crisis actual y crear un mundo mejor, un mundo en el que los seres humanos y los no humanos puedan vivir juntos en armonía, un mundo en el que la justicia y la sostenibilidad sean posibles.