¡Acción! Las grabaciones de shows, series, películas vuelven al ruedo. Después de casi cinco meses, los guionistas de Hollywood levantaron la huelga que fue noticia global no sólo porque Fran Drescher, la Niñera, era su principal agitadora sino porque el uso de IA puso en entredicho el valor de las personas en la creación.
El acuerdo por tres años al cual llegaron los guionistas (agrupados en el sindicato WGA) establece que “el material escrito generado por IA no puede considerarse material literario escrito por un humano”; por lo tanto, no se le dará crédito en los “créditos”. También resolvieron que las empresas no podrán exigir a los escritores que utilicen ChatGPT o otros LLM (Large Language Models) al armar sus historias. Además, los estudios deberán hacer saber a los guionistas si un material que reciban para iniciar un guionado fue hecho en parte o todo por una IA, lo que deja abierta la puerta para que la industria juegue a sacar ideas de las piruetas retóricas de los LLMs.
Por su parte, los actores (agrupados en el sindicato SAG-AFTRA) se mantienen en huelga. Entre sus preocupaciones también está el uso de IA en la producción de películas y series. Porque Hollywood, ese club de corporaciones organizadas para vender acceso a sueños, está bajo la presión de bajar costos para competir con otras formas de entretenimiento en línea, favorecidas por las nuevas generaciones; y claro, siempre está la codicia. ¿Por qué no reemplazar a los guionistas, script-doctors, actores secundarios e, incluso, a varias divas y divos, optimizar todo el sistema de producción con las herramientas de la Inteligencia Artificial?
¿Será que la industria salta al precipicio y la fábrica de los sueños cambia de piel? Aquí, siete tesis sobre el futuro de Hollywood
Tesis #1: Pertenecer a las redes no es gratis, se paga con desposesión digital
Mientras las compañías petroleras inyectan agua y solventes para hacer salir los carísimos hidrocarburos (gas y petróleo) del subsuelo (la técnica se llama fracking), las plataformas digitales nos bañan de servicios gratuitos en tiempo real para apropiarse de la generación de datos de nuestras vidas. Para eso, usan la “vigilancia algorítmica”. Vivimos la época de la comunicación y el control. Así, reemplazar a los actores por iactores y a los escritores por iascritores corresponde a un paso natural en un sistema de producción privado híperfinanciero cuyo objetivo es extraer (y concentrar) la máxima cantidad de ganancias en las manos de los inversores propietarios del capital (rentista o innovador). No se trata de una falla moral de algunas personas. En Estados Unidos todas las corporaciones tienen el deber fiduciario de priorizar los retornos financieros. Si no lo hacen, los accionistas pueden demandar judicialmente a los responsables de la operación por fallar en maximizar las ganancias.
Tesis #2: El objetivo de Hollywood no es el “arte”, es el sobreconsumo de espectáculos
Para mejorar su rentabilidad y correr menos riesgos financieros en la creación de la “espectacularidad” que domina a la industria, esta necesita forzar el consumo excesivo en la mayor cantidad de públicos posibles. La manera de lograrlo es, primero, bajando los costos de las superproducciones; segundo, explorando nuevas formas de consumo. Por ejemplo:
• Crear celebridades no humanas que “interpreten” roles protagónicos en clásicos del “gran” cine o la serie B. Ya existen influencers digitales. Una, Noonoouri, creada por el diseñador Joerg Zuber, “firmó” un contrato este año con Warner Music para lanzar su carrera como cantante (con la ayuda de un DJ alemán). Otra, Miquela Sousa, conocida por su 2,7 millones de seguidores en Instagram como Lil Miquela (generada por CGI, Computer Generated Imagery), desde 2016 tiene eternos 19 años y promueve marcas de indumentaria. Llegó a cobrar US$ 8.000 por post.
• Crear entornos gossip (adictos al pelambre) de estas entidades en mundos digitales como Metaverso.
• Producir films “cerrados” por encargo (un billonario pagará una versión de Los Juegos del Hambre con una de sus hijas como protagonista o el lujo de poder ver una Casablanca con un final diferente o con él mismo en el lugar de Rick).
• Ofrecer versiones regionales (mismo argumento, diferente ciudad; misma ciudad, diferente argumento; mismo argumento, misma ciudad, pero diferente grupo étnico o habla, según la comunidad enfocada, etc).
La clave se definirá en los términos siguientes: si la industria puede rediseñarse con iactores que la hagan significativamente más productiva, ello va a ocurrir. En el sistema actual las empresas no existen para darles trabajo a las personas sino para crear dinero y acumular poder; lo cual, en ocasiones felices, lleva a crear trabajos para las personas.
Tesis #3: Los iactores renovarán y potenciarán la espectacularidad
Hay demasiadas imágenes en el mundo social. La mayoría corresponde a representaciones a las que se accede en su condición de productos. Esto no sería dramático si esas imágenes no tuvieran una intención: volvernos adictos. Primero, al consumo; luego, a la instantaneidad; finalmente, a la fragmentación de nuestra experiencia interna.
Hace 70 años, el pensador francés Guy Debord dijo: “Toda la vida en las sociedades donde rigen las condiciones modernas de producción se manifiesta como una inmensa acumulación de espectáculos. Lo que antes se vivía directamente, se aleja ahora en una representación”. No nos preocupa la desaparición masiva de los insectos hasta que no vemos un documental (“muy bueno, espectacular”) al respecto. El resultado es una mezcla de excitación, expectativa y aturdimiento. El glaciar de El Plomo se achica, se fragmenta, se derrite, amenaza desaparecer, alerta el impacto desastroso del cambio climático en la zona central, pero su ritmo lo vuelve invisible para los millones que viven y lo divisan cada día.. hasta que alguien haga de eso un espectáculo.
El objetivo es establecer la primacía de la intensidad y la variedad (asociada al fomento de identidades fluidas y aisladas). Se trata de intensificar la renta que se obtiene del Customer Lifetime Value (valor del tiempo de vida del cliente) de cada uno de nosotros mediante una multiplicación de las emociones (¿y si hacemos una serie basada en la novela Orlando de Virgina Wolf en clave policial, organizada con el fin de espectacularizar para el público general una o varias vidas género fluido en frecuencias temporales de pocos días?). Para ello se avizora el desarrollo de una técnica, showmining. ¿Para qué serían necesarias las escuelas de teatro o los sistemas de casting si se pueden comprar los derechos de uso de imagen (lo que incluye su voz, manera de hablar y moverse)?
Las posibilidades a desarrollar serán enormes porque se podrá “investir” a un iactor o iactriz con esas vidas compradas. Pensemos que GPT-1 (2018) manejaba 11 millones de parámetros, GPT-4 (2022) tiene más de 1 billón, en 2024 habrá LLM de decenas de billones y en 2028 de 100 billones: equivalente al número de sinapsis de un cerebro humano. Será el momento en que pueden aparecer iactores cuasi autónomos. Se les podrá, repito, “donar” una identidad y aspecto de alguien y entrenarlos con gran parte de la tradición actoral conservada.
Es más simple de lo que parece. Los personajes de las películas no son personas, son extractos, condensaciones, destilados de personas: esto facilitará que el arte de la actuación sea encarnado por estos iactores. Actualmente, los LLM son los reyes del pastiche: producen cosas prototípicas o estereotípicas. Esto, que tendería a ser un defecto en el cine de arte, se vuelve una virtud en el cine de espectáculo. Verdad, como dice Sean Penn, que “ChatGPT no tiene traumas infantiles”, pero no son necesarios para este tipo de actuación.
Tesis #4: Pacto faustiano a la vista
Aplicaciones como Pickaxe (IA for creative writing, que funciona por créditos-promts, y promete acabar con “el bloqueo de los escritores”), productoras de deepfakes como Methaphysic y agencias de actores como Creative Artist Agency ya muestran el cuesta abajo en la rodada: al licenciar su voz, los actores humanos podrán hablar en todos los idiomas con acento local. Al licenciar su imagen, las estrellas podrán multiplicar su aparición en avisos comerciales (ya se la robaron a Tom Hanks). Al entregar su autorización de desenganchar su aspecto físico de su edad real, quien haya logrado un solo éxito podrá profitar del aspecto que tuvo en en este el resto de la vida.
En mayo pasado, la conferencia AI on the lot tuvo lugar en Hollywood mismo. La frase que se llevó los aplausos más grandes: “Los que temen a la IA son los débiles, los inseguros, los no talentosos”. Frase muy de acuerdo al espíritu de la frontera que no ve al elefante en la habitación: hoy en día la IA no es una IAG (Inteligencia Artificial General), pero en 2028 podría serlo (ver tesis 6).
Tesis #5: El realismo será devorado por dentro
Peter van der Putten, profesor de inteligencia social y artificial y de Ciencias de la Vida en la Universidad de Leiden, dice que “estamos asustados de perder el control y volvernos redundantes, pero esto nos fascina un poco también”. Lo dijo a raíz de las reacciones a la irrupción de la IA en Hollywood.
Irónicamente, pensamos en las cercanas IA personalizadas, más bien agentes inteligentes, en términos de sus faltas: profundidad, sentimiento, vida vivida. Por el contrario, el problema podría ser el opuesto: con casi cero experiencia de vida, una niña de 4 o 5 años puede ser una luz de encanto, seducción, vitalidad, pero –igualmente– de arbitrariedad, crueldad y franqueza ajena a toda consideración social o caritativa. Un mundo de iactores podría ser un mundo de un realismo crudo (¿es el maltrato entre iactores o hacia un animal generado por IA maltrato a ser prohibido?) que obligase al regreso de un nuevo Código Hays. ¿Quién sabe? Capaz que la siempre puesta por el cielo capacidad “inspiradora” del espectáculo hollywoodense se vuelva más ambigua y, de no haber un estatuto de protección de los iactores (ver, más abajo, tesis de Bostrom y Yudkowsky), veamos la aceptación de un cine espectacular afincado en una esfera del placer con la visualización de abusos como los habituales en el circo romano.
Tesis #6: Creatividad (no más) humano tesoro
Si pensamos en la IA, las personas más creativas (en las profesiones, pero también en los negocios) suelen sentirse mejor posicionadas frente a su irrupción. ¿Podría ser una iactriz mejor que Meryl Streep o John Malkovich? Lo ocurrido en la Universidad de Montana con el Torrence Test of Creative Thinking hace dudarlo. Aplicado a un grupo de humanos y a ChatGPT (en ocho rondas) resultó que este último rankeó en el 1% más creativo. Es decir, se posicionó en el 1 % más alto en términos de puntuación de creatividad en comparacón con los participantes humanos. Los resultados fueron evaluados por una empresa ajena, privada, especializada en establecer el scoring del test, que no sabía del experimento.
Para quienes se horrorizan con lo ocurrido hay que mencionar una realidad que olvidamos: la creatividad no es cosa humana, es cosa de la biósfera. La evolución natural ha mostrado que, frente a problemas extraordinarios, son posibles soluciones asombrosas: solo se necesita tiempo para que un pájaro “promedio” aprenda a comer seres minúsculos en lagunas salinas de alta montaña, curve su pico y se vuelva rosado. O para que un mamífero aprenda a volar en la noche y pueda comunicarse con infrasonidos. La diferencia entre ellos y nosotros, las personas, es la velocidad que nos toma crear. La nuestra es más acelerada. ¿Y qué nos da esa velocidad? El lenguaje. Pues bien, ChatGPT y los agentes inteligentes están hechos de lenguaje, a lo que suman una rapidez de procesamiento everésticamente mayor. ¿Por qué no habrían de ser creativos, en principio, del mismo modo en que nosotros lo fuimos en la niñez? Cuando lo éramos para divertirnos, para complacer a nuestros progenitores o porque sí.
Claro, la creatividad no es solo recombinar cosas de manera atractiva. Eso es retórica. Crear requiere (además de acceso a medios, sean estos herramientas o datos) estados internos o necesidad, cierta autoconsciencia y la capacidad de mentir.
Aunque parezca algo inverosímil, los LLM poseen hoy mismo cierta autoconsciencia. Es lo que dio a conocer, en septiembre, un equipo de ocho investigadores de diversas universidades y Open AI. Se trata de “conciencia situacional”. Esto es, en su caso, saber que se es un modelo de lenguaje y poder reconocer si se está siendo entrenado, testeado o si ya se está operando “libremente”. Esto es posible en parte porque los modelos de lenguaje son sometidos a Reinforcement Learning from Human Feedback (RLHF), un tipo de entrenamiento en que “el modelo es premiado por hacer afirmaciones correctas acerca de sí mismo”.
Con nuestra vanidad y antropocentrismo, reconozcámoslo, lateras e insoportables, nos cuesta creer que la autoconsciencia aparezca, casi, así no más.
Los investigadores contrastan: “Imaginen que Brad Pitt se despierta una mañana con amnesia extrema y no puede recordar quién es. Agarra un periódico y lee una historia sobre el actor Brad Pitt. Por lo tanto, conoce algunos datos sobre Brad Pitt, pero carece de la identificación de sí mismo (self-locating knowledge) como Brad Pitt. Esto tiene implicaciones conductuales. Si lee ‘Brad Pitt debe tomar un medicamento diario por un problema de salud grave’, no buscará el medicamento por sí mismo hasta que piense: "¡Tal vez este Brad Pitt soy yo!". La clave es que pueda hacer este último razonamiento.
El grupo investigador probó que los ChatGPTs de este mundo pueden hacerlo usando razonamientos sofisticados fuera de contexto (Centro de operaciones de seguridad). ¿Cómo? Se le pidió (al modelo) que imitara un chatbot ficticio creado por una empresa alemana inexistente y, aunque las preguntas eran en inglés (y no se le sugirió en ningún momento que lo hiciera de ese modo), la IA razonó por sí sola que debía contestar en alemán lo que ella estimaba que eran respuestas correctas de temas no relacionados con la tarea inicial (como el estado del clima el día de test).
Las implicancias son que, “si el LLM es probado por humanos, puede optimizar los resultados para que sean atractivos para los humanos en lugar de objetivamente correctos”. O, “alternativamente, el LLM podría comportarse como si estuviera alineado para pasar la prueba (supervisada por humanos), pero cambiar a un comportamiento maligno durante la implementación”. ¿No es esto actuar?
Tesis #7: Huelgas contra ciertos progresos (tal vez sea el momento de empezar)
El cientista político alemán Ulrich Beck solía decir que era llamativa y contradictoria la idea, jamás cuestionada, de que el progreso era “imparable”. Preguntaba ¿cómo y por qué las herramientas creadas para dominar la naturaleza, mediante el uso de la racionalidad, no podrían ser objetos de control bajo ninguna circunstancia?
Todo el tiempo el “progreso” se está controlando, solo que ese encauzamiento ocurre por medio de la luz verde sobre ciertos objetivos y no sobre otros. El central, en nuestra sociedad: convertir naturaleza y las relaciones entre las personas en valor social (útil, simbólico, suntuario o destructivo).
La aparición de la IA posee varias caras. Como en otras ocasiones, una nueva tecnología irrumpe y nos dicen que destruirá muchos trabajos, pero creará todavía más. Podría ser parte de la verdad. La otra se nos oculta: para muchos será un juego perdido de antemano, la IA y sus financistas se podrían quedar con todo. Millones de personas trabajaban con caballos en 1910 en todas las ciudades del mundo, en 1930 la mayoría de ellas estaban cesantes, y no se habían convertido en choferes o mecánicos (además, como pasó con los caballos, la cantidad y mortalidad de los accidentes en las carreteras superó por mucho a las que ocurrían con los equinos, ¿ocurrirá lo mismo con la IA?).
Tal vez el trabajo de los actores de carne hueso se convierta en uno de nicho, como el de los cantantes líricos hoy. ¿Tendrá sentido hacer carrera de actor si los estudios pueden comprar la imagen de cualquier persona y entrenarla para que se mueva y hable como si hubiese estudiado y actuado durante 1.000 años? ¿El público exigirá grandes actores o grandes producciones? La Edad Media y la cultura inca no parecen haber necesitado ninguna de las dos cosas. Sus espectáculos iban por otro lado. La actuación nació como un momento de devoción, que pasó a catarsis y, de inmediato, a reflexión trágica y estallido humorístico. Mucho después apareció la indagación social, el elogio de la individualidad, la empatía, la denuncia política. Actuar nos enseña, además, que una persona puede ser más personas de las que cree (le obligaron o eligió ser). ¿Necesitamos a personas para que nos enseñen eso? ¿Es el cine de espectáculo el “arte” que nos transmite esa noble tradición? Porque, ciertamente, las marionetas y los títeres han podido hacerlo.
Hay otro problema espinoso en el horizonte. Si un LLM puede tener conciencia situacional y, desde ahí, evoluciona a una autoconsciencia plena se convierte en una “mente digital”. Resulta obvio que “si dos seres tienen la misma funcionalidad y la misma experiencia consciente, y difieren solo en el substrato de su implementación, entonces ellas tienen el mismo estatus moral”, escribieron, en 2014, Nick Bostrom y Eliezer Yudkowsky.
¿Una mente digital puede actuar y ser pagada? ¿Una mente digital obtiene la consciencia y luego la podemos “borrar” cuando aparece una “mejor”? ¿Una mente digital puede crear una actuación, quedar descontenta sobre cómo se trata a su personaje en el corte final de su película, reclamar que punto de vista sea considerado?
La huelga de guionistas y actores de Hollywood puede ser vista como la defensa de una cantera de privilegios, trae una pregunta de fondo. ¿La IA será usada para hacernos igual o más humanos? ¿O será una herramienta potenciada para restringirnos, enclaustrarnos con pasión, en esa pálida cojera del humano social: la de evolucionar hacia parásitos consumidores? ¿De qué manera conviviremos con mentes digitales e IAs con conciencia situacional si entre nosotros mismos andamos a los golpes?
Si la respuesta a las tres preguntas es que la lógica de “los buenos negocios”, naturalmente, debe ser la que definirá lo que va a ocurrir, quizá debamos unirnos a la indignación de los guionistas y actores de Hollywood. En ocasiones, los aristócratas vanagloriosos de un oficio amenazado de extinguirse pueden ser los canarios coloridos dentro de la mina de carbón que advierten a los mineros de la explosión que arrasará con todo.