Campeón de América, ídolo de Palmeiras, criticado tras su paso por Emiratos Árabes, protagonista de un divorcio escandaloso, un hombre con un repentino interés en el feminismo y en Pedro Lemebel… ¿Quién diablos es Jorge Valdivia?
Su primer escándalo público ocurrió mientras estaba con la Selección en 2007. En Venezuela, Chile jugaba la Copa América y Valdivia, con 23 años, era parte de un grupo de seis futbolistas acusados de bajar al desayuno del hotel en estado de ebriedad luego de una noche de fiesta. Lanzamiento de jamones y mermeladas entre los mismos jugadores durante la mañana pasaron a segundo plano cuando se conocieron actos de acoso y maltrato al personal del hotel.
Poco después Valdivia ya era reconocido como uno de los mejores en el país de los mejores: Brasil se rendía a sus pies. Gracias a él, Palmeiras ganaba el campeonato paulista. En la Roja de Bielsa era uno de los preferidos y los enamorados de las técnicas del entrenador argentino lo ponían en un altar. La vida le sonreía a tal punto que fue llamado a jugar en uno de los equipos mejor pagados: Al-Ain, de Emiratos Árabes.
En ese periodo, conoció el verdadero lujo y llegó a un poder adquisitivo que seguramente nunca imaginó. Rolex regalados por jeques hinchas del equipo, ropa de marca, bordes dorados en las terminaciones de su casa, apuestas de Iphones mientras jugaba ping pong. “De repente bajaba el hijo del príncipe al camarín y decía ‘reloj para todos’. O estábamos jugando y de la galería gritaban ‘al que hace dos goles le regalo un Rolex’”, comentó a principios de este año a la revista Sábado. Bajo ese manto de éxito, poco se sabía de él y de su vida privada.
Pero sus actos fuera de la cancha volvieron a empañar su imagen en 2011, cuando regresó a Brasil. La publicación de una serie de fotografías besando a otra mujer le costó una fuerte crisis con su esposa, madre de sus dos hijos y pareja de toda la vida, Daniela Aránguiz. A los ojos del público, él también empezó a ser visto como un infiel.
Ese mismo 2011, Valdivia protagonizó un escándalo que se vinculaba directamente con su rendimiento profesional. El día del bautizo de su hijo, tenía, junto a Jean Beausejour, Gonzalo Jara, Carlos Carmona y Arturo Vidal permiso para estar en la celebración durante algunas horas. No lo cumplieron. Además de no respetar el compromiso, cuando llegaron al centro de entrenamiento, el Director Técnico Claudio Borghi consideró que su estado era “indefendible”.
Su vida oscilaba entre los escándalos personales y la indisciplina en el campo futbolístico. Algo con lo que rompió en 2015, cuando se coronó campeón de América junto a la selección en el Estadio Nacional. Ese año habló por primera vez de la afición que tenía por el alcohol, dijo que “se pasaba” con la bebida y reconoció su fama de “fiestero”: “tengo parte de la culpa, claro, estoy pagando por el pasado”.
El “Mago” finamente era apreciado como un hombre maduro. Él siguió con el mea culpa en 2019: “no jugué en Europa en parte por no ser el profesional que soy hoy”, dijo en un punto de prensa en el que afirmó estar orgulloso de los últimos años y de los logros de la Generación Dorada.
Fue con esa imagen que se retiró del fútbol y se acercó a las comunicaciones: se convirtió en panelista de ESPN e integrante de “Los Tenores”, de radio ADN.
Más allá del fútbol
Jorge Valdivia nunca fue activo políticamente. Jamás se conoció su tendencia, si bien se entendía que giraba a la derecha. Esto se confirmó en 2023 cuando posó junto con su esposa al lado del expresidente de Brasil, Jair Bolsonaro.
Para su mala suerte, horas después de la fotografía, los adherentes del exmandatario invadieron y atacaron a las sedes del gobierno en Brasilia, desconociendo la victoria de Lula da Silva. Nuevamente el exjugador era blanco de críticas, por aparecer apoyando a un “golpista”.
Pero su visión del mundo pareciera que estaba cambiando desde que en 2023 comenzó una nueva relación de pareja con la diputada del Frente Amplio Maite Orsini. Dejó de lado la fotografía con Bolsonaro para abrazar los escritos de Pedro Lemebel. Incluso fue a una entrevista de radio con una polera estampada con el rostro del activista disidente fallecido en 2015.
“La polera me la regaló la Maite. Yo, la verdad, no sabía quién era Lemebel, pero hoy sí sé. Me leí uno de sus libros: Tengo miedo torero. Lo encontré muy bueno. Cuando uno está dispuesto y abierto a aprender es embarcarte en una realidad distinta. Tienes que interiorizar toda esa realidad. Siento que el mensaje de él es ese. O sea, de la homosexualidad, de los problemas que tuvieron, de los rechazos en la familia. Embarcarme en otras realidades me ha hecho súper bien”, dijo en abril a la revista Sábado.
Con ese acto, Valdivia rompió esquemas nunca antes vistos en el machista ambiente futbolístico nacional. En la interna, se rumoreaba que él solo actuaba de esa manera por “deseo” y “amor pueril”.
La relación con Orsini, repleta de vaivenes, terminó por sospechas de infidelidad y por las intempestivas reacciones de su ex, Daniela Aránguiz, quien también dio a conocer públicamente que él ha “incumplido con las responsabilidades de padre”.
Hoy la realidad está lejos de ser una historia de amor. Valdivia está en la cárcel, de forma preventiva, acusado por dos mujeres de violencia sexual.
Jorge volvió al banquillo, pero ahora no sometido al juicio popular, sino a los tribunales ordinarios que lo pueden condenar como autor de hechos que harían caer a cualquier ídolo.