Cecilia Martínez (49) necesita terminar de pagar su casa ubicada en la población Lomas de Manutara, Pudahuel. Vestida con guantes negros, boina, tacones y los labios rosados, llegó el sábado 15 de abril cerca del mediodía a las dependencias de Chilevisión para postular al reality Gran Hermano.
También postuló a través de un formulario online, adjuntando un video de TikTok donde recalca que es mucho más que una “señora”. “Soy más que eso. Puedo ser histriónica. También puedo ser deportista, puedo ser la ejecutiva, la intelectual. ¿Pero saben lo más importante? Ser tú. Y yo soy Cecilia”, dice mientras va cambiando de ropa.
Pero en el casting presencial no menciona ninguna de esas cualidades o facetas. Pareciera que la fama o el deseo de ser una figura pública no están en sus motivos principales, o al menos en los más explícitos
Desde el final de la fila, mientras espera el turno de su postulación, Cecilia hace gestos para acercarse a conversar. Quiere relatar sus motivos: “¿Por qué quiero estar acá? Por el premio. Así de corta, para pagar el crédito de mi casa”.
Gran Hermano no está ambientado en una época como el reality 1810, ni tiene el foco en crear falsos romances como Amor Ciego. Sus participantes no competirán por quién es más talentoso actuando o cantando. Consiste en algo que puede enriquecer o destruir parejas, familias y amistades: convivir.
Este programa consiste simplemente en convivir. “El foco está en lo doméstico. Hay toda una dinámica que tiene que ver con la manipulación de la convivencia, porque las personas que están ahí tienen que elegir quién quiere que se vaya”, señala Pablo Mendez Shiff, máster en Estudios de Cine, Televisión y Nuevas Pantallas.
Es decir, una participante como Cecilia entrará al programa a mostrar y desarrollar el personaje que decante de sus deudas y su personalidad. No bastará solo con tener deudas y ser multifacética, como anunció en el video. Debe conquistar a sus compañeros y a la audiencia, e idear estrategias que le permitan pagar la deuda.
Pagando el crédito de su casa podrá dormir tranquila. Según cuenta, el banco ha estado cerca de embargar su casa dos veces. En aquellas ocasiones se salvó pidiendo más préstamos a sus amigos y familiares, un crédito de consumo y repactando sus deudas.
De acuerdo a la producción del programa, postularon más de 8.000 personas en total, ya sea vía online o presencial. De todas ellas, 18 formarán parte de “una gran familia”, anuncia Carlos Valencia, Director Ejecutivo del programa. “Esperamos que los chilenos se sientan representados con al menos uno de esos 18”. Por eso, no participarán famosos. Quieren mostrar gente normal, como Cecilia.
Pero una mujer casada, con hijos y endeudada no es el único ni el principal personaje del casting. Otro televidente se podría sentir identificado con alguien como Danilo Aldea (37), instructor de Zumba, actor y embajador de un gimnasio. Sus objetivos, dice, son solo dos: el deseo de vivir una nueva experiencia, e instalarse en una vitrina.
“Considero que la experiencia de estar en un reality no la tiene cualquiera y te aporta mucho en un montón de aspectos. Ya sea la tolerancia, manejo de la frustración, manejo de la ansiedad (...) Soy un gozador, vivo mucho la experiencia a full, me apasiona mucho la vida como tal entonces siento que es una de las cosas que me falta por vivir”, explica con largas notas de voz Danilo, quien postuló vía online.
“Lo otro es la vitrina. La vitrina que entrega un reality es de verdad… Este es uno de los [realities] más grandes a nivel mundial y si uno es inteligente, la vitrina que puede conseguir acá es de por vida. Asegura tu vida”.
En su Instagram abundan las fotos y videos bailando o haciendo ejercicio. También junto a su madre y su hija. Separarse de ellas por algunos meses, sería una prueba de fuego: “Tengo una relación con mi vieja super cercana, y con mi hija, entonces para mí sería una prueba de independencia emocional. De ambas partes”.
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Algo del país, en una fila
Como Danilo, hay perfiles similares en el casting presencial del sábado 15 de abril. La fama, la visibilidad, o asegurar la vida que queda por delante, son motivos recurrentes.
Entre las casi 2.000 personas que llegaron al canal, está María Jesús (18). Viste una polera recortada sobre el ombligo y su cara está perfectamente estucada en maquillaje. Solo busca potenciar su carrera como modelo: “Yo desde chica siempre quise ser famosa. Sé que al ser famosa se me abrirán muchas puertas y sacaría adelante mi carrera de modelaje. Habría auspiciadores que me contraten, por ejemplo”.
Algo parecido busca Sebastián, también de 18. “Me gustaría que conozcan mi personalidad y mi aspecto físico. Creo que se van a abrir puertas a otros lugares. Por ejemplo, me gustaría modelar para marcas de ropa, que me llamen para programas de televisión”, explica. Lleva candados a modo de aros, pestañas falsas, cejas delineadas y zapatos con plataforma.
Sin embargo, un poco más adelante que Sebastián, espera su turno Manuel (21) con un deseo diferente. Vino desde la Araucanía para tener una experiencia nueva y porque le gusta la televisión, explica. Sin dar más motivos, lejos de mencionar el modelaje, la pantalla o marcas de ropa, revela intenciones cercanas a las de Cecilia. Si gana el premio, está decidido a invertir parte de los millones en la casa de su mamá. “La agrandaría, y le arreglaría algunas imperfecciones”.
Lorena Antezana es profesora asociada de la Universidad de Chile y directora del Núcleo de Investigación en Televisión y Sociedad. Asegura que en las motivaciones del casting es normal ver razones económicas, sobre todo en las capas más jóvenes: “[El reality] es una puerta de entrada para poder desarrollarse en algo. Y además, está la idea de ganar plata fácil. Eso es lo que está asociado al éxito. Es efímero, pero los conecta con lugares y recursos que de otra manera no podrían acceder”.
“Estos personajes se vuelven figuras públicas y se nutren de este ecosistema de conflictos, peleas e intimidades. Hay un deseo de notoriedad pública”, explica, a su vez, Pablo Méndez. Agrega que después del encierro, esto se traduce en tener auspiciadores y marcas que los hacen embajadores de sus productos.
Hay postulantes que buscan un poco de ambas cosas. Algo de visibilidad, y otro poco de oportunidad gracias al dinero.
“Quiero mostrar mis raíces africanas. Yo nací en Chile, mi mamá es de Brasil y mi papá es africano, de Angola”, explica Genevieve. Tiene 26 años y recalca dos veces que es chilena: “Cuando yo nací no había chilenos negros, entonces ha sido duro vivr acá”. Agrega que, a través del reality, le gustaría lograr que sus compatriotas amen la cultura afrodescendiente, “que no la usen solo para disfrazarse o porque es moda como pasa con las trenzas o la vestimenta”.
Cristal (30) llegó a Chile hace cinco años desde Venezuela. Considera que en Chile se está viviendo un periodo “tenso” contra los extranjeros: “Quiero demostrar que no todos somos iguales, cada quien tiene su esencia. Un porcentaje pequeño no me identifica ni me representa”, dice refiriéndose a los últimos sucesos policiales que han tenido como protagonistas a ciudadanos venezolanos.
En sus discursos, Genevieve y Cristal no mencionan la fama ni la casa. Pero el dinero sí lo tienen a la vista. Tienen claro qué harían con el premio.
— En realidad, amo mucho la contabilidad, me gustaría estudiar eso — dice Cristal entre risas
— Yo ayudaría a mi familia, en especial a un hermano que no está pasando por un buen momento. Y ayudarme a mí. Quiero estudiar estética integral, me gusta caleta eso — interviene Genevive
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Danilo Aldea o “Aprendiz Eterno” como dice su usuario en Instagram, también trabaja con una marca de productos para la piel y el cuidado personal. Señala que los desafíos le apasionan. Estudiar actuación fue uno; hacer clases de Zumba e incursionar en el e-commerce, otro. Ahora quiere enfrentar un nuevo rumbo y cree que lo puede encontrar en la exposición de un reality: “Ejercí muchos años como actor, como profe de Zumba llevo un buen rato también. Y después de un tiempo digo ya, hasta aquí puedo llegar. Continuemos con el siguiente desafío. Y este sería un gran desafío por el nivel de exposición al que puedes llegar”.
Llegar a un reality, repite, sería alcanzar una vitrina positiva. “Puede jugar a favor o en contra, porque un reality es de las experiencias más fuertes que uno puede estar viviendo”. Reconoce que le da miedo el nivel de exposición, pero le gusta sentir ese temor y cree que está preparado.
Cecilia Martínez, después de avanzar varios pasos en la fila pero sin dejar de hablar, sigue contando que trabaja en un call center como asistente social para un organismo público. También ejerce como conserje los fines de semana.
Dice que hasta este verano, estuvo entre 5 o 6 años sin salir de vacaciones. “Recién el año pasado salí. Trabajé para eso, de lunes a lunes con dos trabajos, a veces tres. Fue mi primer viaje fuera de Chile”. De forma secundaria, agrega que quiere demostrar que las mujeres de 50 años siguen “activas”. “Esta sociedad es muy cartucha y muestran a la mujer como acabada, sobre todo si es de población, como yo”, dice reviviendo algo del espíritu de su postulación online.
“Eso quiero demostrar”, concluye. Pero de inmediato vuelve a sus razones iniciaes: “¡Y ganarme el premio po’! Aunque sea una gift card”.