Crónica

Segundo Encuentro Nacional de Periodistas Migrantes


Una transfusión de esperanza

¿Cómo inyectar optimismo frente a la realidad de las personas migrantes en Chile en medio de discursos xenófobos y que desinforman? Durante dos días, periodistas y representantes de organizaciones sociales chilenas y extranjeras se reunieron para discutir y pensar futuros posibles a través de nuevas narrativas. Aquí, una crónica del encuentro.

Si alguien tuviera un mapa de Latinoamérica y lo pintara considerando las nacionalidades de los presentes, este terminaría prácticamente entero colorido. En la sala Sazié del Campus Central de la Universidad de Chile, al lado de una gran bandera que reivindica la lucha palestina, nos encontramos venezolanos, colombianos, mexicanos, haitianos, cubanos, peruanos, ecuatorianos, brasileños, argentinos y –por supuesto– chilenos. 

Con una mixtura de acentos y pertenencia a diferentes organizaciones sociales, somos alrededor de 50 personas las que nos reunimos en el Segundo Encuentro Nacional de la Red de Periodistas Migrantes para discutir sobre palabras, políticas públicas, retos pendientes y los discursos sobre la migración. Para, especialmente, reflexionar sobre nuestro rol como comunicadores: registrar realidades que no pueden quedar en el olvido; impulsar incidencia política y por qué no, cambios en la historia; desarrollar nuevo conocimiento y contribuir a sociedades más justas. 

El escenario no es óptimo

Ibar Silva

Titulares de medios de comunicación chilenos: 

“El perfil de los migrantes que dejarían entrar los chilenos a Chile si pudieran elegir: altamente calificados y mujeres solas.”; 

“Un 69% de los chilenos está de acuerdo con que los inmigrantes elevan los índices de criminalidad.” 

“90% cree que Chile debiese instaurar mayores restricciones a la inmigración.”. 

Incluso el presidente de Chile, el descendiente de croatas Gabriel Boric, quien se comprometió a tener un gobierno con una mirada de derechos humanos, en su última cuenta pública mencionó en tres ocasiones la –mal llamada– “migración ilegal” para luego hablar sobre crimen organizado.  

A nivel social, los discursos se arman a partir de prejuicios y creencias ya establecidas, explotando falsos argumentos que son cíclicos: económicos (“los migrantes nos roban empleos y servicios públicos”), identitarios (“la diversidad destruye nuestra forma de ser”) y de seguridad (“son potenciales delincuentes o terroristas”). 

¿Qué podemos aportar, entonces, unas pocas decenas -de las 1.625.074 personas migrantes en Chile- que estamos reunidas este viernes y sábado de junio? ¿Cómo se piensa la construcción de nuevos pactos con quienes nacieron en un país  distinto? ¿Es posible dejar de hablar de chilenos/as/migrantes/latinoamericanos/as o más bien debiéramos hablar de personas que habitan territorios? ¿Las instituciones comunicacionales y educativas están preparadas para fomentar la integración y la inclusión? ¿Niños y niñas repiten los discursos de los adultos o pueden ser la semilla para nuestra propia inspiración?

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“Las historias importan. Muchas historias importan. Las historias se han utilizado para desposeer y calumniar, pero también pueden usarse para facultar y humanizar. Pueden quebrar la dignidad de un pueblo, pero también pueden restaurarla.” Chimamanda Ngozi Adichie, escritora nigeriana radicada en Estados Unidos. 

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La pregunta central del conversatorio es Qué aprendizajes hemos obtenido al enfrentar el vínculo constante entre violencia y migración. Desde Revista Anfibia nos toca conducir el panel. Lo hacemos, en parte, por el proyecto realizado junto a OIM Crónicas Migrantes, en el que utilizamos la literatura de no ficción como una forma lúcida, compleja y esclarecedora de contar historias de vidas de personas migrantes para volver legibles los datos abstractos. También lo hacemos porque sabemos que es posible ampliar las narrativas, como se hizo, por ejemplo, con nuestra performance Pena y Pachanga, realizada en el marco del Laboratorio de Periodismo Performático

Eric Allende

Nos acompañan cuatro profesionales. Dos chilenas y dos migrantes. Cuatro mujeres. 

–Que algunos medios o incluso las propias autoridades políticas relacionan la migración con crimen organizado o utilizan la expresión “migración ilegal”, propician escenarios legislativos complejos. Esto puede impactar negativamente en el acceso a los derechos de las personas migrantes, además de incumplir con las obligaciones internacionales que tiene el Estado chileno respecto de la protección para solicitantes de asilo y otros grupos de especial protección, como mujeres, niños, niñas y adolescentes –comenta María Belén Bravo Oyaneder, coordinadora jurídica de Amnistía Internacional en Chile.  

Durante 2022 hubo en Chile 5.142 solicitudes de refugio, de las cuales solo 59 fueron reconocidas. En 2023 fueron 3.626 solicitudes, 201 de ellas reconocidas. Si bien se observa un aumento en la aprobación de las solicitudes, especialistas en la materia han dicho que este es mínimo respecto a las solicitudes, y convocan a revisar los criterios y procedimientos que emplea el Departamento de Refugio del Ministerio del Interior.

La situación tiende a complejizarse aún más. Hoy, menciona María Belén Bravo Oyaneder, se discute en el Senado un proyecto de ley que criminaliza a las personas refugiadas y migrantes en Chile que no están en situación migratoria regular. “De aprobarse esta iniciativa legal dispondría penas de prisión para las personas declaradas culpables de entrada y estancia irregular en el país. Este proyecto de ley lamentablemente no es un intento aislado de criminalizar la migración irregular en Chile y tiene lugar en un contexto de creciente estigmatización de las personas extranjeras en el país”, afirma.  

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“Supongo que todas las historias comienzan y terminan con un desplazamiento; que todas las historias son en el fondo una historia de traslado.” Valeria Luiselli, escritora mexicana radicada en Estados Unidos.

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La co-fundadora de la Organización Migrantas, Catalina Bosch, explicita que desde hace años ha pedido la creación de políticas migratorias con un enfoque de género y que hasta hoy no existe ningún avance en ese sentido. “En lo declarativo, el gobierno se plantea que es feminista, pero las mujeres migrantes siguen estando ausentes en las propuestas, y la vida de estas, ya sea en condición de regularidad o irregularidad migratoria, siguen estando igual de afectadas”, comenta en el conversatorio. 

Ibar Silva

–Estamos en un momento muy complejo para las comunidades migrantes a nivel internacional y también en Chile. Nunca antes habíamos visto una arremetida tan fuerte contra los derechos de las personas en movilidad humana, que pasa por criminalizarlas y deshumanizarlas, especialmente despojando de su dignidad y valor a aquellas que están en condición de irregularidad migratoria –afirma. 

Migrantas ha hecho un llamado a las autoridades políticas y a la sociedad en su conjunto a combatir estos discursos, deconstruir esos relatos, combatir conscientemente la xenofobia y el racismo, avanzar en la dignificación de migrantes y refugiados y contribuir a la inclusión efectiva.

Un punto de partida muy relevante, señala Catalina Bosch, es dar respuesta a las más de 180 mil personas que se empadronaron, que lo hicieron de manera voluntaria, confiando en la promesa de la posterior regularización. “Esas personas no tienen antecedentes penales, se autodenunciaron y están en Chile, en la mayoría de los casos, debido al desplazamiento forzoso desde sus países. Muchas de ellas son mujeres, que deben alimentar a los hijos que tienen acá y también a la familia que quedó en el país de origen, mujeres que deben soportar muchas y diversas formas de violencias, incluyendo aquellas que salen desde el Congreso o desde el Gobierno y se reproducen en los medios de comunicación. Es trascendental asegurarles a ellas que también tienen derecho a una vida libre de violencia, de todas las violencias”. 

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“Pero tú no bajes la cara, no apartes la mirada, no te  doblegues ante la ignorancia ni el horror.” Arianna de Sousa-García, periodista venezolana radicada en Chile.

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Frente a noticias con lenguaje inapropiado, a imágenes que muestran los rostros de las personas que huyen (pero no de las autoridades responsables), frente a cifras que no dicen nada,  Patricia Castillo, representante de Kutusoma Chile, habla de la importancia de ponerle nombre y rostro a la migración. 

–Pienso en un fragmento del poema de Warsan Shire: “Nadie abandona su hogar, a menos que su hogar sea la boca de un tiburón”. La migración es un proceso complejo y doloroso, y ahí es donde podemos usar las narraciones como un lugar seguro, un espacio que  para sanar y a su vez dar a conocer las historias de vida que hay detrás de cada cifra y dato asociado a la migración. 

Kutusoma, una organización constituida por personas negras (en su mayoría mujeres) y que busca ser un referente sobre narrativas afrodescendientes en Latinoamérica, se ha centrado en fortalecer identidades y encontrar en las narraciones una opción para construir un plan de vida digno.

–En el último tiempo he repetido una frase muy poderosa para mí: “hay que ennegrecer los espacios”. Aunque reconozco que no es suficiente, puede ser un importante punto de partida para combatir discursos de odio que tanto se han apoderado de la agenda pública y de los medios de comunicación de Chile. 

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“El desplazamiento migratorio duplica (o más) el territorio del sujeto y le ofrece o lo condena a hablar desde más de un lugar.” Antonio Cornejo Polar, crítico literario peruano especializado en la heterogeneidad cultural. 

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–En muchas salas de redacción se reproduce esa colonialidad extendida que se profundizó en la dictadura, que invitaba a pensar cuál es el sujeto, cuál es la persona que le interesa al país en términos de blanquitud y capitalismo. ¿Cuál es el 'buen chileno'? O como decía una Beatriz Hevia, ¿quiénes son los 'verdaderos chilenos'? Y bajo esa lógica xenófoba cabría preguntarse cuál es el migrante que nos interesa. Ese discurso hay que erradicarlo y potenciar el del encuentro intercultural, el de derechos sociales, el de la seguridad humana que incluye inteligencia policial, así como inteligencia para generar narrativas y materialidades basadas en la dignidad humana –comenta Ximena Póo Figueroa.

Ibar Silva

Como coordinadora Académica de la Cátedra de Racismos y Migraciones Contemporáneas de la Universidad de Chile, para Ximena Póo Figueroa es importante trabajar con organizaciones migrantes: “No desde el extractivismo académico sino desde el diálogo de saberes que es horizontal y en el que avanzamos todas y todos en pro de derechos y en contra de la trata de personas, los discursos de odio, xenófobos y racistas. Chile es un país que se forjó, como muchos en América Latina, negando su negritud, a sus pueblos originarios y hasta hoy niega incluso su latinoamericanidad”. “El periodismo y la comunicación están en deuda con las historias que nos cruzan y nos constituyen. De ahí que las narrativas no son sólo discursivas, son materiales y de ellas depende la vida de las personas que migran”, añade. 

Les preguntamos a todas, finalmente, sobre qué hacer entonces. Destacan espacios como este  que, aunque generado en un frío fin de semana de junio, permiten no solo conversar sobre las temáticas, sino a establecer redes y alianzas. Espacios para crear e implementar estrategias para combatir estereotipos y discursos de odio. Espacios que tienen el poder de inyectar, en sus propias palabras, una “transfusión de esperanza”. 

Foto de portada Ibar Silva