Carmen Gloria prepara la mesa para tomar once, está con su vecina en su departamento en Pudahuel. Mientras coloca las tazas, pan y acompañamientos, conversan sobre la lotería que jugaron la noche anterior en el club de personas mayores. A ratos desvía la mirada a la habitación que se encuentra enfrente.
–Pedro, ven para que tomemos once.
Nadie responde.
–Recuerda lavarte las manos antes. Y ponerte un chaleco, está helado.
Albina, su vecina, preparó unos panqueques.
–A mi hermano le encantan las cosas dulces, aunque lo debo ayudar para que pueda comer.
Carmen Gloria tiene 69 años, y forma parte del 30% de la población mayor que se dedica al cuidado de otras personas mayores en Chile. Desde el fallecimiento de su madre en 2001, ha asumido la responsabilidad del cuidado de su hermano, Pedro, de 79 años. Él enfrentó durante muchos años la adicción al alcohol, la cual lo llevó a escaparse de la casa de su hermana y vivir temporadas en la calle. Fue solo hace dos años, durante el periodo de confinamiento debido a la pandemia, que finalmente y de manera progresiva, pudo superar el vicio.
Hoy, debido a problemas neurológicos, Pedro solo se comunica con monosílabos. Todos dirigidos a Gloria. Ella logra interpretar cada una de sus señas y solicitudes.
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Chile es el segundo país de Latinoamérica con mayor tasa de envejecimiento poblacional después de Uruguay. Según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), la población de mayores de 60 años ha aumentado de 12,4% el 2007 a 18,1% el 2022. Esto se debe principalmente a una disminución de natalidad y una mayor esperanza de vida para este grupo etario. La situación ha levantado una serie de inquietudes sobre el bienestar y la calidad de vida de las personas mayores.
Para la academia, tener una buena calidad de vida contempla los siguientes factores: contar con adecuadas condiciones de vida objetivas en términos de ingresos, condiciones de salud, acceso a servicios y vivienda. Por otro lado, tener una percepción positiva, o estar satisfechos, con las dichas circunstancias de la vida.
A pesar de que la última Encuesta Nacional de Calidad de Vida en la Vejez, de UC y Caja Los Andes, destaca que la satisfacción de vida se recuperó para el año 2022 con un 73% (tras encontrarse en un 67% post estallido social), las preocupaciones predominantes de las personas mayores son tener que depender de otra persona, enfermarse gravemente y quedarse solos.
“Las familias ya no son como antes, cada vez las componen menos integrantes, es una dinámica distinta, por lo que la preparación para una buena vejez, requiere de crear, reforzar y mantener una red afectiva y significativa más allá de las redes familiares”, dice Daniela Thumala, psicóloga de la Sociedad de Geriatría y Gerontología de la Universidad de Chile.
Además, afirma, una costumbre es estigmatizar a la vejez. Calificar o considerar a las personas mayores como seres frágiles a los que sí o sí hay que cuidar y tomar decisiones por ellos. Esto es convertir a las personas mayores en objetos de cuidados, más que sujetos de derechos.
“Cuando los propios adultos mayores se los creen y actúan en consecuencia con eso aparecen los dichos tales como ‘estoy muy vieja o viejo para decidir esto’”, comenta.
Se pronostica que al 2050 el porcentaje de población mayor en el país alcance el 30%, es decir 6.9 millones de personas, con una esperanza de vida de 83 años para las mujeres y de 77 años para los hombres.
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–Gloria, ¿este cigarro es mío? ¿me lo puedo fumar? – pregunta Pedro.
–Sí, es el que te toca en la tarde. Fuma rápido y entra, recuerda que no nos podemos enfermar.
Carmen Gloria sufre de bronquiectasias, una condición que le provoca insuficiencia respiratoria y la hace dependiente de oxígeno. Recibió este diagnóstico a los 37 años, momento en el cual su médico tratante le informó que debía llevar un estilo de vida tranquilo y evitar el ritmo agitado, ya que las perspectivas de supervivencia eran bastante reducidas en caso contrario. No obstante, Carmen Gloria logró superar este mal pronóstico y, gracias a un tratamiento constante durante todos estos años, en la actualidad puede llevar una vida prácticamente normal. Solo necesita utilizar oxígeno durante la noche y en ocasiones puntuales en las que se siente más débil.
Confiesa que cuidar a su hermano no ha sido fácil, pues, ha tenido que lidiar no solo con su enfermedad, sino también con la de Pedro. “Hay días en los que me siento cansada; no tengo energía ni fuerzas ni siquiera para levantar una taza, pero debo cuidarlo, se lo prometí a mi mamá. Me gusta poder mantenerlo bonito, limpio, antes estaba todo sucio, pero ahora soy yo quien lo baña, ayuda a vestirse y hasta le corto el pelo”, comenta lo último entre risas.
–¿De dónde saca las energías para cuidar a su hermano?
Su sonrisa se atenúa y su voz se quiebra.
–Yo creo que el amor. Sin amor no se hace nada, por eso pido todos los días por el amor. El amor es el que te incentiva a cada día ser mejor. Yo estuve sola mucho tiempo, sé lo que se siente estar en oscuridad y no permitiré que mi hermano sienta eso.
En Chile existe la Ley de Cuidado Personal del Adulto Mayor, el cual establece que las personas mayores que presenten dependencia tienen el derecho a recibir cuidado y asistencia para mejorar su calidad de vida, promoviendo la atención domiciliaria y beneficios para su cuidado, pero no es suficiente debido a la falta de personal especializado. Actualmente, los establecimientos de larga estadía públicos tampoco dan abasto y los lugares privados que existen son muy caros si se comparan con la pensión que reciben el promedio de la población mayor, por lo que son los familiares quienes deben hacerse cargo sin experiencias, ni días de descanso.
Carmen Gloria tiene 69 años, y forma parte del 30% de la población mayor que se dedica al cuidado de otras personas mayores en Chile.
“Sucede un fenómeno que se llama el síndrome del cuidador, que generalmente lo sufren mujeres, un trabajo invisibilizado y que tiene muchas consecuencias, a nivel físico y mental, ellas se aíslan y solo viven para cuidar”, comenta Agnieszka Bozanic, docente investigadora de la Universidad Andrés Bello y fundadora de la Fundación Geroactivismo.
–Siempre le digo a mi hermano que nos tenemos que cuidar. Tengo miedo de que me pase algo a mí primero, porque no tendría a nadie que se haga cargo de él. A veces pienso: si a mí se me acaba la paciencia, ¿cómo será para una persona que no lo conoce y que no lo quiere? Tengo que terminar la pega; se lo prometí a mi mamá. – concluye Gloria.
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De acuerdo con la Encuesta Casen 2020, en Chile hay 3.843.488 personas mayores de 60 años, quienes representan el 19,7% de la población total del país. Sin embargo, hablar sobre la vejez y el futuro que se espera, recién está dejando de ser un tema tabú.
“Es súper contradictorio con la cantidad de personas mayores en nuestro país, que en el día a día estemos tan cegados respecto a la vejez, que no se hable. Siempre se nos educa para la productividad, la actividad, para mantener una imagen saludable y todo eso es un estereotipo con lo que pensamos de ser viejos, porque pensamos en ellos con personas inactivas, pasivas y dependientes”, comenta Sara Caro, trabajadora social e integrante del Centro UC Estudios de Vejez y Envejecimiento de la Pontificia Universidad Católica de Chile
Para Agnieszka Bozanic, fundadora de Geroactivismo, es bastante evidente el edadismo que existe en Chile, es decir, la discriminación por motivos de edad. Esta práctica se lleva a cabo en diferentes ámbitos y multiniveles, desde políticas públicas hasta lo cotidiano, una cultura gerontofóbica que es el miedo a envejecer.
Desde el 2015, Chile es miembro de la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores, acuerdo que fue ratificado en el 2017 y que tiene como objetivo “promover, proteger y asegurar el reconocimiento y el pleno goce y ejercicio, en condiciones de igualdad, de todos los derechos humanos y libertades fundamentales de la persona mayor, a fin de contribuir a su plena inclusión, integración y participación en la sociedad”. No obstante, para las investigadoras que trabajan para el estudio de la vejez, la ejecución de este tratado no se traduce en una garantía.
“Es fundamental un cambio cultural, que todas y todos nos hagamos cargo con más información y conversación sobre el tema…nuestra naturaleza es vivir como si fuéramos a ser jóvenes para siempre, y pareciera que la edad nos toma por sorpresa y que a Chile el envejecimiento le tomó por sorpresa. Es difícil avanzar en medidas concretas si no visualizamos o ejercemos presión sobre la agenda política, porque las personas mayores no paralizaran para exigir sus demandas”, explica Sara Caro.
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Aunque queda camino por recorrer, poco a poco en Chile se habla más de la vejez. El estallido social y la pandemia pusieron el tema en relieve. También el mundo cultural: basta con recordar Agente Topo, la película de Maite Alberdi que llegó a los Oscar en 2021.
De acuerdo con el último estudio Feedback-UDP sobre el proceso constitucional, el 91% de los encuestados dice que la nueva Constitución debe reconocer el “derecho a una vejez digna”.
Por ahora, el Consejo Constitucional solo ha abordado la vejez en la discusión sobre las pensiones. Esto, pese a que 15 de los 50 consejeros tienen más de 60 años.
Se aprobó por unanimidad que el Estado garantice el acceso a prestaciones básicas y uniformes a través de instituciones públicas o privadas, “resguardando a las personas de las contingencias de vejez, discapacidad, muerte, enfermedad, embarazo, maternidad, paternidad, cesantía, accidentes y enfermedades laborales”. También se aprobó la inexpropiabilidad de los fondos de los fondos de pensiones, en un artículo que -según el oficialismo- constitucionaliza a las AFP.
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–Yo ayudo a limpiar la ciudad, es un trabajo muy importante.
Jorge tiene 75 años, reside en Estación Central y ha estado trabajando como recolector de latas en las calles durante las últimas dos décadas, aunque se reconoce como un “ingeniero de la vida”. Inicialmente, comenzó su trabajo recolectando tanto latas como cartón, pero con el tiempo, el valor del cartón se redujo hasta que ya no resultó rentable. Jorge lleva a cabo su trabajo con un pequeño saco que carga a pie mientras recorre su comuna cada mañana. No utiliza el transporte público, ya que prefiere caminar. Una vez a la semana, se dirige a vender las latas recolectadas.
“La lata en su mejor momento la llegué a vender a mil pesos, ahora están pagando $750. Pero me sirve, con lo que vendo puedo comer y tengo para mis gastos. Además, recibo una pensión básica solidaria que me da el gobierno, con eso me doy vuelta”, agrega.
Sara Caro asegura que son muchas las condiciones que se necesitan para envejecer dignamente en Chile, dentro de ellas, se encuentra un sistema de protección social que incluya seguro a la salud, atención a la dependencia y por sobre todo pensiones dignas: “Tenemos la Pensión Básica Solidaria y la Pensión Garantizada Universal (PGU), que son avances súper importantes porque para muchas personas mayores representa tener un ingreso fijo mensual, a pesar de nunca haber trabajado o no haber impuesto en su vida, pero si uno mira el costo de la vida de nuestro país no alcanza”.
En Chile existe la Ley de Cuidado Personal del Adulto Mayor, el cual establece que las personas mayores que presenten dependencia tienen el derecho a recibir cuidado y asistencia para mejorar su calidad de vida, promoviendo la atención domiciliaria y beneficios para su cuidado, pero no es suficiente debido a la falta de personal especializado.
Según la Sexta Encuesta Nacional de Calidad de Vida en la Vejez, la principal razón para trabajar entre las personas mayores es por necesidad económica, debido a que consideran que sus ingresos alcanzan al justo. De ellos, el 55,6% son trabajadores por cuenta propia, es decir, independientes.
Los pasatiempos de Jorge incluyen la lectura de diarios, no le gusta la televisión, comenta que solo genera ansiedad, además de dar paseos junto a su amiga Helena. Jorge y Helena se conocieron en una plaza; ella era amiga de la pareja, que lamentablemente falleció. Han desarrollado una sólida amistad y se ven a diario, brindándose apoyo mutuo en muchos aspectos, desde las visitas al médico hasta el trámite de cobrar sus pensiones. Helena también enfrenta la soledad en su día a día, lo que hace que su compañía sea aún más valiosa para ambos.
“La soledad en la vejez es la otra pandemia, es un gran problema y no es que esté llegando. Ya llegó”, indica Daniela Thumala, psicóloga. Así lo indican las cifras, el sentimiento de soledad ha ido exponencialmente en aumento entre el 2016 y el 2022, llegando a un 49%, las principales causas son disfunciones familiares, necesidad de afecto y cariño y diversas enfermedades.
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–¿Considera que la vejez es digna en Chile?
Sentado en una banca del Santuario Padre Hurtado, lugar que visita todos los días, Jorge parece tener la mirada perdida en busca de la respuesta. Sus manos quebradizas debido a su oficio se entrelazan y sus ojos se vuelven cristalinos.
–La vejez es tan larga como el invierno, y la juventud es tan corta como el verano. Es muy triste para nosotros, no hay igualdad. En la calle me ha tocado ver a adultos mayores abandonados por su propia familia, nosotros somos una carga para nuestra familia y también para la sociedad. – responde.
Cuenta que una conocida viajó a Europa y le comentó cómo era el sistema de bienestar de allá. Para él, en Chile estamos a años luz de alcanzar algo como eso. Aun así, considera que una vida digna se construye desde la educación, el acceso a la vivienda y una vejez tranquila.
–Tener un lugar físico donde vivir, que no lleguen enfermedades catastróficas y un buen pasar, es una vida digna para nosotros. Hoy en día, para que a un adulto mayor le presten ayuda, que lo escuchen, que consideren su opinión y lo dignifiquen como persona, depende de la vocación del profesional; pero si no hay un incentivo económico de por medio, nos dejan ahí. E igual debemos mantenernos firmes.