A los 18 años tuvo su primer encontronazo con las fuerzas de seguridad por un malentendido que incluyó a un policía... y a la novia del policía. En ese momento comenzaron sus problemas con la ley.
Con el tiempo se convirtió en bandido: sus objetivos eran empresas como La Forestal o Bunge & Born, que se habían apoderado de tierras campesinas y obligaban a sus empleados a trabajar largas jornadas a cambio de sueldos miserables.
Uno de sus mayores robos fue en 1936: se trepó al techo de un tren y asaltó a un pagador de la firma Anderson y Clayton. Robó unos 12 mil pesos, algo así como unos 300 mil pesos de hoy.
Los bandidos rurales eran campesinos o trabajadores oprimidos y explotados que se movían fuera de la ley. Para el Estado eran criminales. Pero su gente los veía como héroes, personas admirables a las que apoyar.
El presidente, Roberto Marcelino Ortiz, creó la Gendarmería Nacional y, dentro de ella, una Sección Especial que tuvo como primera misión la de terminar con el bandolerismo en las zonas rurales del país.
Mate Cosido encabezaba la lista de los más buscados. El encargado de terminar con sus días sería el auxiliar Guillermo Solveyra. Ofrecieron una recompensa de 2 mil pesos por su cabeza.
Solveyra estableció un cerco alrededor de los lugares donde se movía Mate Cosido y comenzó a estrecharlo lentamente. El 7 de enero de 1940, lo emboscó con 40 hombres armados hasta los dientes en la estación de tren de Villa Berthet
Si bien logró malherir a Mate Cosido, no pudo matarlo ni atraparlo. Esa fue la última vez que lo vieron con vida. Nunca más se supo de él.