Ensayo

“Wicked” se estrena en cines


El viaje de la villana de color verde

En una colosal superproducción, el musical inspirado en “El Mago de Oz” llega convertido en una película que entrega 160 minutos de colores, canciones y coreografías brillantes, para contar el viaje de la malvada bruja que va a hacer temblar la tierra de la dulzura rosa.

No existe una película que haya generado tanta devoción durante casi 90 años y haya aportado tantas referencias a la cultura como “El Mago de Oz” (The Wizard of Oz). 

Estrenada en 1939 con Judy Garland como la joven Dorothy y en un espléndido Technicolor que aún produce fascinación, “El Mago de Oz” ha sido señalada como la película más influyente de todos los tiempos -según un estudio de la Universidad de Turín que en 2018 analizó 47 mil filmes- y es un ícono estadounidense.

Entre sus momentos más recordados, citados e imitados figuran la célebre escena del tornado que se lleva la casa de Dorothy, con ella y su perro Toto adentro; su posterior aterrizaje en el colorido mundo de Oz; el momento en que Dorothy se calza los zapatos de rubí que le regala Glinda, el Hada Buena; el encuentro de la joven protagonista con el León Cobarde, el Espantapájaros sin cerebro y el Hombre de Hojalata que quiere tener corazón; y la persecución que los cuatro personajes sufren por parte de la malvada Bruja del Oeste, de verde piel y siniestras intenciones.

También hay frases de la película que se han convertido en expresiones comunes del habla norteamericana, como “Toto, me temo que ya no estamos en Kansas”, que pronuncia una desconcertada Dorothy, o el “Ríndete, Dorothy” que ha sido citada con humor en numerosas cintas.

En la música, el grupo América cantaba en su canción “Tin Man” (1974) que “Oz nunca le dio nada al Hombre Hojalata / Nada que él ya no tuviera” y por esos mismos años, Elton John le decía “Adiós al Camino Amarillo” en el título de una de sus baladas más famosas, como metáfora de la necesidad de abandonar las ideas preconcebidas acerca de la felicidad y forjar su propia camino hacia la realización personal.

Como película de referencia de varias generaciones, “El Mago de Oz” ha sido el germen de películas y obras de teatro musical. Un joven Michael Jackson interpretó al Espantapájaros en “Oz” (1978), la versión afroamericana de esta historia, producida por Quincy Jones y protagonizada por Diana Ross; y en 2003, el musical “Wicked” se estrenó con mucho éxito en Broadway. 

Esta obra introdujo una nueva mirada sobre el conocido relato, ya que se sitúa antes de la llegada de Dorothy al mundo mágico de Oz para ubicar como protagonista a la Bruja del Oeste, la villana de la película de 1939. De ahí el título, que se traduce como “Malvada”.

Tras 20 años en la cartelera teatral de Norteamérica, “Wicked” llega a la gran pantalla como una imponente producción que confirma la potencia de Hollywood para producir formidables espectáculos cinematográficos.

Esta es una película que despliega una asombrosa paleta de colores, vestuarios y peinados, coreografías y canciones que no dan pausa, en medio de escenarios de dimensiones colosales, diseñados con talento y evidente sentido estético.

“Wicked” es un musical al mismo tiempo que un deslumbrante espectáculo visual, destinado a que la huidiza atención del público no se despegue ni un instante de la pantalla. 

Pero hay otro elemento que distingue y que confirma una tendencia creciente en el cine actual: la opción de narrar el Viaje del Villano.

En la película de 1939, el camino que emprende Dorothy junto a sus tres sus amigos para conocer al Mago de Oz, que habita en la Ciudad Esmeralda, es un recorrido iniciático, en que los cuatro protagonistas van a sortear diversos peligros para aprender que no requieren del poder externo de algún sabio para llegar a ser personas completas, porque ya poseen en sí todo lo que necesitan para ser felices. 

Es un Viaje del Héroe en el sentido más clásico, con el abandono del hogar, la llegada a un mundo donde todo es desconocido, la superación de las pruebas que surgen en el periplo y la sabiduría que se adquiere al final del recorrido.

“Wicked” se aparta de esa estructura para proponer el viaje de Elphaba (interpretada por la actriz Cynthia Erivo), una niña que tiene la mala suerte de nacer con la piel de color verde. Incluso en un universo donde prima la fantasía y parece abundar la dulzura, Elphaba es percibida como una rareza absoluta, y queda condenada a la exclusión y al aislamiento desde su edad más temprana.

En el lado opuesta está Galinda (la cantante Ariadna Grande), que vive en un entorno color de rosa, maravilla a todos con su voz aguda de soprano y se siente el alma de la fiesta donde quiera que vaya. Es algo así como la protagonista de “Legalmente rubia”, instalada en un universo de encantos y maravillas.

Las vidas de ambas se van a cruzar en una universidad multicolor y diversa, con inconfundibles referencias a la sensibilidad LGBTI, para construir una trama en la que asistiremos a la transformación de la introvertida Elphaba en la Malvada Bruja del Oeste. 

A lo largo de 2 horas 40 minutos, que sin duda pudieron ser más compactas, “Wicked” seduce con la calidad de sus canciones, sus coreografías y estética, más que por la complejidad de los conflictos internos de sus dos protagonistas. 

Es un espectáculo a gran escala, que con seguridad va a tener varias nominaciones a los premios Oscar, y que se presenta como la primera parte de esta historia. Porque en ese aspecto también esta cinta refleja el dominio de las franquicias en el Hollywood actual: no vale la pena estrenar una película sin que que exista la opción de extraer de ella una o más secuelas.